Lo de la niñofobia

Con la llegada el verano, que por cierto te tengo que hablar de mis vacaciones en breve, se vuelve a poner de moda el nuevo palabro Niñofobia.

Todos sacamos un poco más de tiempo para salir por ahí. Paseos por la playa, restaurantes, chiringuitos, bares de barrio… Todos disfrutamos si es posible de terracitas o de salas con aire acondicionado incluido en el precio de la cocacola y la cerveza.

Entre los ruidos típicos de verano, playa y chiringuitos, están los ruidos de los niños. Carreras, gritos, risas, llantos… todo lo que conllevan unos niños jugando. Y claro, no a todo el mundo le gusta el ruido.

Lo normal y lo no tanto

Un niño es un niño es la frase más usada contra las personas con Niñofobia. Y es cierto que no se le puede pedir que se comporte como un adulto responsable, que guarde una compostura y unas maneras correctas. Si, he dicho adulto responsable porque hay adultos que tampoco saben estar, pero de eso hablaremos otro día. No puedes pedirle a un niño que durante las 2-3 horas que unos adultos estén comiendo guarden silencio. O que charlen con mesura sobre el último capítulo de Pepa Pig. Creo que entre ese comportarse como adultos y ser unos salvajes hay un término medio.

Discúlpa por hablar en esos términos si eres padre/madre y tienes hijos, pero es que hay niños que parece que han sido educados para vivir como si aún estuviéramos en las cavernas. Incapaces de estar al menos sentados en algún sitio jugando, sin gritar más de la cuenta y sin molestar a los demás, sobre todo esto último.

Porque sí, alguien tenía que decirlo y lo voy a decir: hay niños que molestan. Y mucho. Porque más allá de estar jugando lo que están es dando vueltas por todo el lugar, salpicando arena, golpeando camareros, provocando accidentes peligrosos incluso para ellos, metiéndose en las mesas de los demás. A veces, no siendo niños míos ni de gente que estuviera en mi reunión, me ha parecido que estaba yo más preocupado por si salían a la carretera que esos padres con sus cubatas y sus cigarritos en las manos.

Los padres

Esos niños suelen ir acompañados de unos padres a los que les importa un bledo la que están montando sus hijos y que ante cualquier atisbo de recriminación, ya sea a los niños o a los propios padres, siempre te sueltan eso de “es que son niños, tienen que jugar”. Jugar, pero no molestar. No puede usted soltar a sus hijos al mundo para que los sufran mientras usted, con una capacidad que no sé de donde sale para ignorar lo que están haciendo, disfruta con tranquilidad la cena.

Por suerte son los menos padres, lo reconozco, pero haberlos, los hay. Y provocan mucha molestia por no darse cuenta de varias cosas.

Primero: Hay lugares donde pueden ir a comer tranquilamente y sus hijos estarán en una zona, normalmente gratuita, donde pueden jugar incluso con otros niños.

Segundo: Hay sitios donde es más comprensible y admisible este tipo de situación. Llámese un chiringuito, por ejemplo, donde el ambiente es más ruidoso y distendido, aunque aún así deberían tener algo de cuidado con sus hijos para que no molesten.

Tercero y principal: Si va a un lugar tranquilo, de esos donde los camareros te atienden despacio, música relajante y comida diferente, lo que menos pega es un grupo de niños asilvestrados corriendo por todo el restaurante. Estoy convencido de que si esos padres deciden un día dejar a sus hijos al cargo de alguien para ir a cenar en ese plan, no les gustaría que hubiese otros niños molestando.

La niñofobia

Estas situaciones, insisto que propiciadas por unos padres que no hacen lo correcto, son las que están provocando situaciones que se denominan de niñofobia. Restaurantes u hoteles donde no se admiten niños y que, por supuesto, están bastante mal vistos por todos los padres. Suelen comentarlos en internet, darles malas puntuaciones por ese tema y, en muchos, casos los hoteleros salen a responder. No creo que merezca ni siquiera la pena contestar a esos comentarios porque, lo digan como lo digan, suelen abrir un debate que no les suele beneficiar.

Me mojo, que esto es para dar mi opinión, y te digo que a mí me parece estupendo que haya esos sitios donde no se admiten niños. Ojalá no fueran necesarios porque todos los padres se supieran comportar y educar a sus hijos. Desafortunadamente no es así y cuando voy a un sitio y sé que no va a haber niños voy con más tranquilidad.

No hace mucho estuve en un hotel en Conil de esos que llaman “adult ony”, sólo adultos, y me parece estupendo saber que puedo estar en la piscina tranquilamente. Sin que haya niños corriendo por encima de la mochila que ponga junto a mi tumbona, ni me salpiquen continuamente, ni griten…

Opciones

Se trata de opciones, de poder elegir. Por supuesto que los niños son niños y cuantos más mejor, pero cada cosa tiene su tiempo y su lugar. Seguramente no se te ocurra ir a un entierro con un vestido de lunares, ni pasear por Sevilla a las 3 de la tarde en Agosto vestido de negro (salvo que seas cura). Cada cosa en su momento y lugar.

No me gusta el término niñofobia. Niños, como las personas, hay de todo tipo. Las hay maleducadas y merdellonas, como decimos por aquí. Pues si veo que en un sitio hay gente así evito ese lugar, preferiré otro ambiente.

Seguro que este post es tachado de niñofóbico, pero a mi hay niños que me gustan y niños que no. No es que se niñofóbico, es que hay niños que me cuesta soportar. Pero vamos, que me pasa igual con muchos adultos y no me considero “adultofóbico”.

Cositas de Málaga

Igual eso de merdellón que he dicho antes no te suena mucho. Aquí es Málaga es bastante popular y se dice de esa gente que es maleducada, escandalosa, malhablada… al punto de resultar incluso molesto tratar con ellos. Se dice, se comenta, que viene del francés. Que por aquí nos miraban despectivamente y decían algo como “merd de gen”, mierda de gente, y que obviamente aquí fuimos castellanizando su pronunciación hasta este merdellón.

La imagen

Miniyo

Todos tenemos un pasado, y hemos sido niños.

La recomendación

24 (Netflix): Te recomendé hace unas semanas la serie Rabbit Hole como entretenimiento y baluarte del subgénero Kiefer Sutherland haciendo de Kiefer Sutherland contra todos para salvar el mundo. Dicho subgénero comenzó hace ya tiempo con 24, serie de intrigas y espionaje de hace años que todavía hoy tiene valor y de la que se vuelve a hablar con motivo del estreno de Secuestro en el aire, una serie que usa la misma fórmula. Lo que hace diferentes a estas series es su concepto, como recuerdan al principio de cada episodio de 24, de que los hechos transcurren en tiempo real. Si un personaje dice que va para un sitio y llega en 15 minutos, a los 15 minutos de tu reloj aparecerá allí. No hay elipsis, no duermen, todo transcurre en las 24 horas que duran los 24 episodios. Su pantalla dividida cuando hay cosas pasando en diferentes sitios simultáneamente ha marcado sin ninguna duda escuela y hoy en día es un serie que se deja ver bastante bien. Por cierto, creo que son como 9 temporadas. Con ver la primera es más que suficiente.

2 comentarios en «Lo de la niñofobia»

  1. Aquí miro hacia atrás y veo que las cosas no han cambiado, bueno, si, nosotros, como no teníamos tablet ni móvil, éramos más difíciles de controlar, más salvajes, pero poco más, nos daban el bocadillo, sacaban a la calle, y a casa no vuelvas hasta que enciendan las farolas…

    • Yo creo que si han cambiado algo, no sé. A mi me da que antes no éramos tan asalvajados. Igual teníamos más calle donde ‘desfogar’ y no éramos tan rebeldes en los sitios. O nos llevaban a sitios donde había zonas para nosotros. Yo recuerdo ventas en Malaga y pasar el rato en el patio, en los columpios.

      Quizás son esas cosas las que han cambiado, el entorno.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.