Lo de la baja por depresión… y la vergüenza

Lo de la baja por depresión… y la vergüenza

Seguimos teniendo un grave problema en este país, no sé si en todos, con el tema de la baja por depresión. En general todo lo que tenga que ver con la salud mental es un tabú y un problema, no precisamente del tipo de problema que debería ser. Llevamos unos años que cada día más gente conocida y los medios de comunicación pretenden dar visibilidad a estos problemas, pero parece que no acaba de cuajar en la mayoría de la sociedad.

Lo de la salud

Nadie duda que debemos tener una adecuada salud física y, sobre todo, que debemos cuidarla. Alimentarnos correctamente, hacer ejercicio, no fumar, no beber alcohol, dormir lo suficiente.

Luego lo haremos o no, eso ya es cuestión de cada uno. A veces nos puede la gula, la pereza o las ganas de tomarnos unas cervezas con los amigos pero siempre lo tenemos en mente y sabemos cuando algo estamos haciendo mal y que debemos compensarlo.

Supongo que hace unos cuantos años nadie pensaría en eso. La preocupación era en generar tener para comer, no ponerse a dieta. Y cosas así. La salud física es algo que hemos podido poner mucho en el centro de nuestras vidas, hasta con relojes que nos recuerdan cada hora si llevamos mucho tiempo sentados.

La salud mental

¿Porqué no está sucediendo eso con la salud mental? ¿Porqué miramos con envidia y nos alegramos cuando alguien nos dice que se ha apuntado al gimnasio y en cambio nos extraña y no entendemos que nos diga que ha empezado a ir al psicólogo?

Muchas bromas cuando Alejandro Sanz colgó hace poco esos mensajes sobre su salud mental. Si hubiera dicho que tenía una lesión en el brazo y que necesitaba descansar para recuperarse, todo el mundo lo hubiera entendido. No entendemos que la mente es el motor del cuerpo, que por muy bien que estemos de salud física, si la mente no va, nada va.

Haz la prueba de decir palabras como meditación, relajación, Mindfullness o yoga a algún amigo. Seguramente te ponga caras raras. Y eso, como ya te conté, también nos lleva a que la Sanidad Pública no trate como es debido este tipo de problemas y derive en lo que te quería contar desde el principio.

La baja por depresión

La ansiedad o la depresión pueden incapacitarte tanto o más que una lesión de rodilla para desempeñar tu trabajo, y más en según qué tipo de trabajo.. Sin embargo no hay nada físico, una radiografía o escaner que te diga que estás enfermo y no puedes trabajar. Eres tú quien lucha con tus pensamientos y el único que sabe que no puedes hacer otra cosa más que parar.

Esa sensación de falta de aire, de que el corazón se te va a salir del pecho, esos despertares nocturnos cuando por fin consigues dormir, esa nebulosa en la que transcurre tu vida sin que seas consciente del todo de lo que estás pasando. Nadie sabe si eso te permite trabajar o no más que tú mismo.

Cuando tienes la pierna rota, el médico te da la baja, te dice que van a ser 45 días para recuperarte y a los 45 días vuelves al tajo. Listo, salvo que se complique, lo cual seguirá saliendo en las pruebas. Cuando tú sabes que no puedes ir a trabajar por un problema mental, eres tú el que lo sabe y se lo tienes que transmitir al medico. A mi me pasó hace unos meses y, ¿sabes que? sentí vergüenza.

Vergüenza

Sientes en principio esa vergüenza de no ser capaz de aguantar. Si todo el mundo está estresado, todo el mundo lleva mucha carga de muchas cosas en su vida, ¿porqué yo no puedo soportarlo? ¿No será todo cuestión de “tomarlo con calma” como te dicen? Esa es la primera vergüenza que sientes, esa sensación de que te has rendido, que eres débil, que deberías echarle narices, como hacen los demás.

Con esa sensación puedes imaginarte lo que cuesta tomar la decisión de pedir una cita en el médico y sentarte delante para decirle “necesito una baja por ansiedad porque no soy capaz de trabajar en mi estado”. ¿Cómo se lo cuentas, qué le explicas? Bueno, es un médico, lo entenderá.

Llega el momento en que te sientas en la consulta y se lo dices. Aparece esa mirada. Entre dudosa y condescendiente. Vuelves a sentir vergüenza por estar ahí diciendo que no puedes trabajar y sintiéndote juzgado. Esa mirada que intenta escrutar si es cierto o si estás marcándote una rollo para no ir a trabajar. Porque eso pasa, hay gente que usa eso como excusa. Ya lo hemos hablado: no hay pruebas así de primeras que lo corroboren y eres tú o un profesional, que la Seguridad Social no te facilita, quien debe decidir si ya tienes fuerzas o no.

No tiene más remedio que dártela, no creo que se pueda negar de buenas a primeras, pero es muy triste sentirse así, como una especie de delincuente que está buscando una excusa para no trabajar. Y aunque sea duro de digerir, lo entiendes, porque desgraciadamente hay gente que usa cualquier estrategia para engañar y que sí que utiliza esto como pretexto.

No es fácil

Tu vida sigue y aunque estés de baja y la persona con la que hablas lo sepa, no dejas de escuchar por ahí comentarios del tipo “es que si no quieres trabajar te pillas una baja por depresión y ya está”, delante de tus narices, no sé si consciente o inconsciente de que lo está comentando delante de una persona que está en esa situación y no ha sido “por no querer trabajar”, pero ese es el comentario habitual. Te vuelve esa punzada de vergüenza e incluso de culpa. ¿Podía haber hecho más antes de darme de baja? ¿Había otra solución?

No es fácil este problema y la sociedad no ayuda. Por suerte cada vez más gente lo entiende y círculos cercanos ayudan, pero demasiada gente te hace sentir que estás de baja porque te da la gana. Hasta escuchas eso de que “yo sí que me tendría que dar de baja”.

Empiezas sintiendo vergüenza y necesitas ayuda para darte cuenta que no eres un cobarde sino un valiente por enfrentarte, no sólo a lo que tienes encima, sino a todas esas cosas. Pero cuesta.

Meses después, cuando creo estar casi fuera del hoyo, todavía me hacen sentir esas punzadas de vergüenza. Pero mi mente se va fortaleciendo y cada vez duelen menos.

Cositas de málaga

A todos nos pasa que de vez en cuando estás hablando con alguien y se te van los pensamientos a otro sitio. Quizás a recordad si cerraste la puerta o a aquel video de la ardilla que simulaba su muerte. O vas por la calle mirando escaparates y te quedas mirando uno pero en realidad tu cerebro no está procesando eso. Los ojos se relajan, la cara también se nota que ese cerebro está en blanco y, si están en Málaga, es muy probable que alguien te suelte un “Oye, que estás Alobao”. Con ese cariño le decimos a la gente en Málaga que está atontada.

La imagen

Lo de mi obsesión por el mar, La Mar.

La recomendación

Black Mirror (Netflix): Han pasado muchos años ya desde que está serie de minipelículas revolucionó un poco nuestras vidas. Una serie “modesta”, al estilo casi de los CreepShow pero apelando a cuestiones tecnológicas que podían darnos miedo. Siempre jugando en el límite entre lo posible y lo imposible, haciéndonos pensar que esas cosas pueden pasar. Con los años la serie ha bajado muchísimo de calidad y las ideas no son lo que eran pero la primera o primeras temporadas siguen teniendo capítulos magistrales. No corras a ver la sexta temporada, no está siendo de mi especial agrado, pero busca alguna de esas guías que te ordenan los capítulos de mejor a peor y, mas o menos, les puedes hacer caso y hacerte una maratón con lo mejor de Black Mirror, que es francamente bueno.

PD: Microopinión, sin destripes, de los capítulos de la última temporada:

  1. Algo básico, poco creíble y un final desastroso
  2. Entretenido pero no me lo espero dentro de BlackMirror
  3. El más BlackMirror e interesante. Se hace pelín pesado, le podrían quitar 15-20 minutos, pero el más recomendable sin duda y con ese espíritu de hacerte pensar con el que nació BlackMirror.
  4. Una copia de lo dicho en el 2. No sé que pinta esto aquí.
  5. Otro más que no pega en la serie, con algo de humor si te metes en la historia pero nada que te recuerde a lo que debe ser BlackMirror.

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