Comodidad

Comodidad

flojeraConfieso que con el paso de los años me estoy haciendo cada vez más cómodo en cuestiones informático-tecnológicas. Llámalo cómodo, llámalo flojo, llámalo vago. La cuestión es que cada vez me preocupo menos de como suceden las cosas en los ordenadores y simplemente quiero que funcionen y listo. Es lo que me llevó hace unos años, cerca de 10 a lo tonto, al mundo Apple: la comodidad. Y lo que me llevó a jugar con consolas también y abandonar el PC. Y lo que me lleva a, en general, decir que sí a todos esos mensajes sobre privacidad, datos, etc, etc. Os cuento.

Hubo un tiempo en que disfrutaba trasteando mi PC. Cambiando piezas, instalando drivers, reinstalando software, probando betas, sacando jugo a cada componente y montando mi ordenador intentando tener en cuenta cada mínimo detalle. Placa base, disco, tarjeta de video, sonido, monitor. Hubo un tiempo, que a veces añoro pero se me pasa pronto, en que disfrutaba «bicheando». Sentarme al ordenador y encontrarme un problema era todo un desafío. Me encantaba. Pero me hice mayor.

Con el tiempo me dí cuenta de que perdía más tiempo con ese cacharreo que haciendo lo que realmente quería hacer. Que si quería editar un video resulta que los drivers no estaban. Que el programa que hacía una semana funcionaba ahora no, por alguna extraña e incomprensible razón. Tenía dos horas para ponerme a retocar unas fotos, por ejemplo, y al final las pasaba trasteando el ordenador para echar a andar el programa de retoque que fuera. Eso empezó a frustrarme y me llevó a probar las bondades del mundo Mac, a morder la fruta prohibida. Y caí rendido a sus pies.

Ahí funcionaba todo. Era poner a trabajar y trabajar, sin distracciones. Nada de drivers, nada de suciedad en el sistema nada de actualizaciones interminables cada 3 días. Por supuesto con sus limitaciones, no voy a ser ahora el que diga que el mundo Mac es perfecto, pero desde luego cumplía, y cumple, de sobra las expectativas. De hecho tengo un portátil que se supone que es de baja gama, un MacBookAir de 2010, que tiene 6 años y que sigue funcionado de lujo. Es maravilloso. Tarda mil veces menos en arrancar que un portátil Asus con mucho más disco duro, con 8gb de memoria y un IntelNosequé de procesador. Maravilloso pero desesperante.

Si, seguro que optimizando el sistema, colocando un SSD, eliminando software residente, instalando los últimos drivers, etc etc consigo que vaya bastante mejor pero me remito al primer párrafo: me he vuelto flojo. Quiero que funcione, no quiero ser yo el que lo haga funcionar. Y esta máxima de la flojera, o paz interior, es la que me llevó a abandonar el jugar en PC por jugar en consola. Jugar con un PC era la misma historia. Recuerdo aún las peleas con las DirectX. Se suponía que eran el standard pero, en aquellos tiempos, eran una pesadilla. Unos juegos requerían unas, otros otras, no eran compatibles. El juego que ayer funcionaba, como hoy he instalado otro deja de funcionar y paso media hora peleando para jugar al nuevo Age of Empires, que supone media hora menos de juego.

Ay, las consolas, otra fruta prohibida. Meter el disco y listo. Ya estabas jugando. Sin instalar nada, sin drivers, sin configuraciones. Encender y a jugar. Era maravilloso justo lo que yo quería. Y así me aficioné a las consolas hasta que me estoy volviendo a desaficionar. Malditas consolas conectadas a internet. Maldito juego on line. Malditas actualizaciones constantes. No falla. Es encender la consola y día si día no hay que bajar una nueva actualización de un juego. O del firmware de la consola, o un parche para el modo online o su puta madre en patinete. Y si no falla son unos minutos pero como empiece a petar… el domingo me tuve que dar por vencido y olvidar las partidas que íbamos a echar después de media hora. Ah, y por no hablar de los tiempos de instalación cuando metes un juego recién comprado en la consola y los parches del día de lanzamiento, que a veces suponen descargar bastantes gigas. Todo eso antes de poder empezar a jugar. Desesperante. Empiezo a aburrirme mucho también de jugar en consolas porque soy vago y quiero inmediatez.

Y me quedaba por tocar el tema de los mensajes de privacidad. Yo creo fervientemente en La Nube, más de una vez os he hablado de ella por aquí. Creo fervientemente en la comodidad que me da que mis datos estén en ese ente abstracto llamado nube. Creo fervientemente en que si cambio de móvil u ordenador con sólo dar un par de claves todos mis datos bajaran de la nube y volveré a sentir que mi ordenador o móvil nuevos tienen todo lo que tenía en el anterior. Contactos, agendas, fotos, mensajes… creo fervientemente en la comodidad. Y me importa un bledo monumental si esos datos míos están guardados en Churriana, París o en una granja perdida de Oklahoma profundo. Yo sólo quiero que funcione. Me da exactamente igual como se lo monten mientras me hagan la vida más fácil. ¿Vendo mi «privacidad» o mi ilusión de privacidad por vago? Pues si queréis verlo así perfecto. Yo simplemente pienso que me aprovecho de todo aquello que me hace la vida más cómoda. Lo que realmente es privado en mi vida tened por seguro que no está en mi móvil, ordenador, redes sociales, nubes…

Sí, con el tiempo me he hecho flojo y vago pero vivo con comodidad y tranquilidad. A mi me compensa. Y cada día más elimino lo que no me compensa así que por eso las consolas apenas las uso ya. Comodidad.

1 comentario en «Comodidad»

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