Mi miniyo
¿Qué pensaría tu yo del pasado si te viniera a visitar ahora? Ese fue el planteamiento de una más que interesante conversación con una Amiga hace unos días y semilla de este post. Y es que hay post que salen en tromba y otros requieren su tiempo. Hablar con y a mi Miniyo no es fácil. De hecho el tiempo que pase con la psicóloga fue una de las conclusiones a las que llegamos: mi Miniyo, el yo infantil, lo tengo muy apartado de mi yo actual.
Sin embargo la semilla se quedó y de vez en cuando por las noches me vienen pensamientos, le doy un toque a mi Miniyo y charlo con él. ¿Qué piensas de Dani de hoy? le pregunto. Creo que lo primero que le sorprendería es que siga en la misma casa. Si, modernizada, ya no está mamá y todo lo que quieras pero…¿Y esa casita de campo y el pastor alemán que teníamos previsto? Pues si, pequeño Miniyo, no han llegado aún y lo cierto es que dudo que lleguen a estas alturas. Se me quitaron las ganas de casa y con ella las de tener perro. Hoy, si soñase con algo, sería con un gran ático despejado más que con una casa. Y de perros nanai.
Lo siguiente que le llamaría la atención es descubrir que ya no trabajo con ordenadores. Puede que me preguntara cómo no acabamos en Disney haciendo dibujos animados, aunque creo que lo preguntaría flojito porque ya en su época lo de dibujar, como que no. Los trabajos manuales no eran lo nuestro y el arte tampoco. Pero ya teníamos muy claro que los ordenadores nos molaban, ¿verdad, Miniyo? Sip.
Eso creo que es lo que más le extrañaría: No verme trabajando con ordenadores. Porque ese era nuestro plan B, que ambos sabíamos que sería finalmente nuestro plan A. No usando ordenadores, que eso más o menos todos, sino programando, desarrollando, creando, montando… algo relacionado con la informática. Qué claro lo teníamos, ¿verdad, Miniyo? Las vueltas que da la vida, hijo. Cantos de sirena que me llevaron a mal puerto.
Poco más me diría. Seguramente se sorprendería de verme como estoy. No me refiero a por fuera sino por dentro. Hablo con mi miniyo de 10-12 años y en esa época se gestaron muchas inseguridades, miedos, malestares. Se sorprendería ver que hemos salido airosos de aquellos años. Posiblemente le contaría lo duro que fue y que no ha sido cuestión de unos días sino de muchos años, pero que sí hemos salido. Son cosas de la edad, Miniyo. Más o menos he sabido aprender y madurar.
Poco más miraría mi Miniyo ni me preguntaría. Nunca hemos sido de hacer planes a largo plazo. Nunca me imaginé casado ni con niños, por ejemplo. Nunca ha sido una de mis necesidades vitales aunque alguna vez, hoy en día, piense que con la persona adecuada lo intentaría. Tampoco pensaba mucho en el dinero. Si fantaseabamos con la casa y ese trabajo. Quitando eso, nunca dedicamos mucho tiempo en pensar en el futuro ni en ser ricos. Si soñábamos con quedarnos una noche encerrados en El Corte Inglés y vivir allí como marqueses esa noche jugando con todas esas maravillas. Pero ni siquiera pensábamos en tenerlas, Miniyo. Nos bastaba esa noche allí encerrados disfrutándolas.
No creo que tuviera demasiada queja de como me va. Dentro de lo que cabe, me mantengo. Como me han dicho alguna vez, quizás soy conformista, Miniyo, pero yo creo que disfrutar lo que tienes sin pensar demasiado en lo que vendrá no es conformarse sino disfrutar el presente. Eso si, piensa un poquito más en el mañana, querido Miniyo. Y cuídate un poquito más. Por cierto, miniyo, ya que te tengo aquí permíteme darte un par de sabios consejos desde este 2016. Muy sencillos.
- Piensa un poquito más en el futuro y en el dinero. No seas tan generoso con tu trabajo y sé algo más ambicioso
- Nunca dejes que nada ni nadie te desvíe de tu sueño informático. Sigue en ello, mantén firme el timón aunque alguna vez te apetezca cambiar de vida. Eso es tu vida. No escuches a las sirenas o sirenos.
- No intentes coger el atajo: estudia tu carrera de informática y aprende inglés como si fueras de allí.
Poco más que decirte, Miniyo. Espero que en el camino de vuelta no se te olvide y me hagas caso. Ah, una cosilla más muy muy importante. Allá por 2001-2002, sal mucho. Está atento a las señales, ábrete a conocer gente. Visita El Dorado a comer camperos de pollo… Abre bien los ojos y el corazón porque igual pasa la oportunidad de tu vida cerca y no te coscas. ¡Al loro, Miniyo!
Y vosotros ¿qué pensáis que os diría vuestro Miniyo? ¿Qué le diríais? Los comentarios son vuestros y el tema no me negaréis que no nada para pensar.
Lo primero: vaya cara de pillo tienes en la foto!!
Del resto, probablemente los mismos «reproches» cambiando los hobbies y la futura profesión. Aún recuerdo hablar con una doctora con esa edad, y decirle que iba a jugar al baloncesto profesional 😛
Muy buen post, Dani!!
Un abrazo!!
Es que era muy pillo, jajajaja. Gracias!!
Vaya pedazo de post, esas realidades distopicas que tanto gustan a veces, yo a mi miniyo le diría que se tomara las cosas menos a pecho, que a veces sufrir es necesario, pero sufrir por tonterías y mas de la cuenta no ayuda, (siempre he sido mas responsable de lo que me correspondia por edad, pase de la niñez a la edad adulta muy pronto) y que disfrutara mas de las pequeñas cosas, que siempre están para alegrarte el dia, por lo demás, no creo que le dijera mucho mas, la vida me trato bien (o a mi me lo ha parecido asi) y que las únicas 2 veces que me he movido por orgullo, que mejor me lo hubiese tragado un poco, pero son cosas que no pienso muy a menudo, agua pasada no mueve molinos, eso si, de vez en cuando me gusta pararme a recordar, y creo que los que crecimos en pueblos pequeños disfrutamos mucho de los años de niñez, eso de correr por los campos y no tener que preocuparnos ni del trafico ni de casi nada, llegabas de escuela y a jugar en la calle con los demás, nosotros tranquilos y nuestros padres también, como cambian las cosas con los tiempos…
Buenos y sabios consejos, Fran. Puede que la mayoría pensemos que nos hemos perdido algo de la niñez, pero quizás es más añoranza. Yo tampoco me quejo de la mía. Aquí no era campo pero mi barrio casi como si fuese un pueblo, teníamos esa libertad de movimiento y como la disfrutábamos. Lo de los niños hoy, ains, que pena me dan que no puedan tener ese placer.
Un abrazo!!
Bufff! Que le diria a mi Mini-Francisco o Mini-Javi más bien. Que estudiara un poco más y no lo dejara todo para el último dia, aunque aprobara, y fuera un poco menos como decian los profes, de la «ley del mínimo esfuerzo».
Y que se abriera un poquito más a los demas.
Mola ver que, en general, no le diríamos nada demasiado ‘grave’.
La enana esa? jajajá me diría que le he sorprendido gratamente dejando el paverío y siendo más chula que un ocho. En serio, fijo que esa es una de las cosas que no se esperaba de nosotras, que pasemos firme por la vida (aún cuando estamos en un error). Por el lado malo me pediría cuentas de por qué perdí a personas que merecían la pena y que le explicara en qué momento nuestro pensamiento se volvió dicotómico, justo lo que más odiábamos.
Pero la que me da miedo de verdad en las cuentas que me pueda pedir es la anciana en la que me convertiré, cuentas de mi yo adulto, juas, ahí ya sí que no hay excusas…. la pobre Gabi era una pava, Gabriela una chula pero DOÑA GABRIELA!!!! prefiero morirme por el camino que esa va a ser más borde que la vieja de La Novia.
uyuyuy cuan lejos me lo fiáis!! Yo como tampoco creo llegar a ser un Anciano D.Dagarin. Moriré joven y haré un cadáver bonito, que dicen los roqueros.
Lo del pensamiento dicotómico… cuantas cosas se pierde uno. El mundo está lleno de colores y matices. Quedarse en los extremos… Seguro que aún con ese pensamiento estaría orgullosa de ti.
Besos!!!
Pues yo sólo veo extremos.
Un besito y gracias