Cuestión de perspectiva

Cuestión de perspectiva

Fiesta MexicanaLa foto que veis a la derecha es de mi Instagram. Fiesta mexicana la titulé. Unos nachos, cervezas, un par de salsas y algo de magia. Acercar el móvil para que al salir las cosas por los bordes de la impresión de que hay tanto que no cabe, un filtro acertado, un brillo que se cuela y voilá! Parece que es la fiesta del siglo en un primer vistazo y os imagináis hasta la habitación decorada en plan mexicano y a los comensales con gorros, ¿Verdad? Nada más lejos de la realidad, todo es cuestión de perspectiva.

Estábamos mi hermana, mi sobrina, sus perros y yo. Fue un ratito de comida y charla totalmente improvisada y mi hermana que sacó lo que tenía, que era esa salsa mexicana. Y si. Lo pasamos muy bien pero da otra impresión mucho más elaborada. Y así es todo en la vida. Todo es cuesión de perspectiva. Y todo es cuestión a veces de saber alejarse para verlo con claridad o acercarse un poco más y evitar ver lo que te rodea y te impide disfrutar de lo que es importante.

Esta foto es un ejemplo de lo segundo. A veces nos dispersamos, nos preocupamos por todo lo que hay alrededor nuestra y no sabemos apreciar ese pequeño detalle que tanta felicidad nos puede dar si sabemos disfrutarlo. Hay que saber centrarse en lo importante y dejar que nos inunde los sentidos, eliminar todo lo que no nos interesa de nuestra vida y disfrutar ese plato de comida. Cambiad plato de comida por día en la playa con los amigos, por un par de horas que de repente te regala la vida de casualidad para estar con quien más quieres, una charla con alguien interesante, un «te quiero» que te dice un amigo o amiga (solo amigo o amiga). Momentos tan efímeros como importantes.

Pero todo es cuestión de perspectiva y a veces hay que cambiarla. Nuestro foco se va a lo que no debe. Centramos nuestra mente a cosas que sólo nos proporcionan malestar y que por alguna razón hemos convertido en lo único importante. En algo que no nos deja ver todo lo bueno que tenemos alrededor. A veces hay que abrir el zoom para alejar nuestra vista de esas cosas y darnos cuenta de que no lo es todo. Hay infinidad de pequeños detalles en los que si tenemos que centrarnos.

Y hay una cuestión de perspectiva que se nos olvida demasiadas veces: hay que cambiar nuestro punto de vista por el de los demás. Ponernos en los zapatos del otro, como suele decirse. Que fácil es juzgar desde nuestra perspectiva a los demás. Lo que hacen bien, lo que hacen mal, como deben afrontar los problemas y situaciones. Que listos son algunos y que fácilmente ven la mota en el ojo ajeno, con que facilidad dan consejos sin entender lo que esa persona ha vivido o vive, sin preocuparse por intentar sentir lo que siente. «Es que no puedes hacer esto así» «Es que no te tienes que dejar pisar» «No te agobies de esa forma que no vale para nada». Y cuantas veces estas cosas no suenan ni a consejo sino a imposición, incluso con cierto desprecio en algunos casos. No juzguemos a la ligera. Cambiemos antes nuestro punto de vista e intentemos ver como lo ve esa persona.

Todo en esta vida es cuestión de perspectiva. Hay que saber jugar con ella. Incluso para engañarnos un poco si hace falta o aislarnos. A veces es importante ver sólo lo que nos interesa y eliminar el ruido de fondo.

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