¡Zorra!¡Puta!

¡Zorra!¡Puta!

Con esos gritos proferidos a todo pulmón por mi vecino se me ha atragantado hoy la comida. No es la primera vez que en uno de los pisos de mi bloque se escuchan gritos y golpes, pero lo de hoy hay sido exagerado. Desde bien temprano, concretamente a las 8:00, han empezado los primeros gritos y portazos.

Entradas y salidas del piso, carreras hasta por la escalera, gritos de él gritos, de ella. El enfadado, furioso y fuera de sí, ella más tranquila pero hiriente. Y la cosa se calmó a eso de las 10 porque se marcharon dando un portazo y gritándose el uno al otro por la escalera, recriminándose no sé que el uno al otro.
En algún momento indeterminado de la mañana han vuelto sin que lo notase, pero a eso de las 2, cuando estaba a punto de empezar a comer, estas dos palabras a voz en grito, con la puerta abierta de par en par mientras ella salía, han retumbado en mi cabeza y en mi salón.
  • ¡Zorra!¡Puta!
  • No tienes pruebas de nada, calzonazos.
  • ¡Putón! ¡Guarra!
  • Pues ahora no me voy, que esta casa también la pago yo
  • ¡Como entres te mato!
  • Venga, pégame. Si es que lo me hace falta para llamar a la policía y que te encierren, chalao
  • ¡Zorra! – seguido de un estruendo como de una estantería, como poco, cayendo
  • No tienes cojones para pegarme.
  • Gritos de rabia, golpes a no se cuantas cosas.
  • Si estás borracho. O drogao. ¡Si no vales para nada¡
  • ¡Guarraaaaa!
Y más golpes, gritos e insultos por uno y otro lado. Y Dagarín con el teléfono en la mano pensando si llamar al famoso 016 que tanto se encargan de recordarnos en televisión (ahora entiendo que lo hagan y lo agradezco), si llamar a la policía o si quedarse quieto, que en estos casos uno no sabe qué pensar ni qué hacer.
Porque mi primera impresión fue ver un evidente caso de violencia contra la mujer y pensé en llamar al 016 pero mientras decidía si debía hacerlo o no y seguía escuchando no sabía seguro de que se trataba, así que pensé que sería mejor dejarlo en manos de la policía y que ellos decidieran de que se trataba. Pero sobre todo pensaba si debía o no meterme.
Está uno muy mentalizado que en estos casos el que calla puede ser cómplice con su silencio, pero tampoco sabes si actuando estás haciendo lo mejor. Porque yo imaginaba la escena de la policía llegando, poniendo orden, calmándolos, etc. Incluso llevándoselo a él a comisaría para bajarle los humos y que se le bajara el pedo. Pero piensas sobre todo en el luego. Porque puede que la cosa se calme, pero la policía se marcha y ellos se quedarán de nuevo solos. ¿Y no puede haber sido peor el remedio que la enfermedad? ¿No saldrá aún más ira y lo que eran golpes a muebles convertirse en otro tipo de golpes y en algo peor?
Y es que las cosas no son sencillas, o no me lo han parecido a mi. No es tan fácil meterse en medio, saber realmente que está pasando y que debes hacer. Cuando puedes equivocarte por acción y cuando por omisión. De momento la cosa se ha calmado. Supongo que no queda nada por romper en esa casa. Ambos están ahí. A él no le oigo, supongo que estará durmiendo la mona, pero a ella si la he visto salir y volver con comida.
Supongo que dentro de un rato comerán tan tranquilos, se pedirán perdón, se abrazarán, se acostarán juntos y todo perfecto hasta la próxima.
Y mientras, mis macarrones esperando en la nevera a ver si mi estómago se abre esta noche y puedo comer algo.
PD: Es curioso que buscando la imagen para ilustrar el post no aparecía ninguna foto en la que ambos discutieran. Todas eran de un hombre gritando y/o pegando a una mujer apenada y que llora. Eso no es lo que yo he vivido hoy.

2 comentarios en «¡Zorra!¡Puta!»

  1. Hola,

    Hacía tiempo que no me pasaba a comentar, pero leer sí que lo hago desde el feed

    Cuando leí este post recordé alguna experiencia similar y esa sensación de ¿hace falta que intervenga? que comentas.

    Por la conversación/griterío que describes, además, se aprecia lo que en algunos casos pasa cuando hay una bronca y es que sin saber qué acción o situación es la que desencadena la discusión, una vez dentro de ella, una provoca y el otro insulta con un deje de impotencia… pasar de aquí a una agresión no es difícil.

    El caso es que hay casas donde de verdad se viven los maltratos físicos y síquicos contínuos, pero no parece el caso

    No debería tratarse igual un maltrato continuo y vejatorio que una bronca y cabreo puntual, donde el reparto de responsabilidades es mayor y no hay un culpable claro.

    • Por suerte no ha vuelto a repetirse y me quedaré con la idea de que fue mezcla de alcohol y falta de sueño. No voy a darle muchas más vueltas al tema y espero no tener que volver a sentir esa sensación ni, lo que sería peor, tener que actuar de alguna forma.

      Un saludo, Sansa.

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