Quioscos
Ya os conté en el post del otro día que me gusta comprar la prensa los domingos. Comprarla físicamente, esos tochacos de papel sin grapita, que siempre me he preguntado sin tan caro resulta ponerle un grapa y es que él único que sé que la lleva como que no va conmigo. Y hace un rato compré otra revista, Love, donde hay un reportaje espectacular de Marta Fernández. Y como no conocía esa revista, me dio por pensar que no estaría en todos los quioscos de Málaga, así que fui a tiro fijo a la sección de prensa de El Corte Inglés, el mejor quiosco de Málaga.
En ambas compras tuve anécdota. Con el quiosquero el domingo, como ya os conté, y con la quiosquera de esta tarde también, que con mi inglés de los montes de Málaga entendió que en vez de Love le estaba pidiendo la revista Loft y me trajo un especial de no se que revista de arquitectura. Cuando le dije la que quería se rió y me dijo que no me había entendido bien y que me veía más pinta de querer una revista de arquitectura que una del corazón.
Total, que deambulando allí entre cientos de revistas de todo tipo, recordé que este vicio de las revistas es algo que me ha quitado Internet y que no acaba de gustarme haber perdido. Porque yo siempre he sido un loco de las revistas. Incluso cuando no trabajaba y sólo vivía con la paga semanal de mis padres y con lo que rapiñeaba a mis abuelos, siempre acababa gastando algunas pesetas en el quiosco.
Normalmente revistas de videojuegos, pero también muchas de cine(siempre he sido muy fan de Fotogramas), de televisión, tebeos, fotografía, … cualquier cosa. Siempre había mil revistas que quería comprar y tardaba un rato en decidirme. Conocía todos los quioscos de la zona, porque no todos tenían todas las revistas. Los días en que salían las semananales y hasta la hora de reparto. Lo que hoy en día se denominaría un friki, vamos.
Y visitando quioscos estos días he recordado como me gusta. El placer que supone ir viendo todas esas portadas para decidir qué te llevas. Hojear, si el quiosquero te lo permite, tus últimas opciones para acabar de decidir cual comprar. Pasear con ella bajo el brazo, llegar a casa y sentarte en una sofá cómodo a hojearla. Tranquilo, sin prisa. Sin notificaciones de Twitter, correo, What’sup instagram, … que te distraigan. Oliendo a tinta y papel.
Ese placer lo tengo perdido por culpa de internet. Internet te da la inmediatez y el poder tener acceso a todo lo que ves en el quiosco, incluso a los quioscos de la otra parte del mundo, sin tener que llevarte el quiosco a casa. Pero ese pequeño placer de leer una revista o un periódico físicamente es algo que me propongo recuperar.
Al final lo clásico es lo clásico…lo de toda la vida…jeje