Siempre duele
Ayer tuve que ir al cementerio. El padre de una compañera de trabajo falleció en la madrugada del sábado y, por supuesto, todos quisimos estar allí para «acompañarla en el sentimiento». Y no puedo evitar pensar lo vacías que suenan esas palabras, y no porque no estén cargadas de ánimos sinceros y de sentimientos auténticos, pero para la persona que sufre me temo que poco aportan.
No somos nadie, ya está descansando, ahora ya no va a sufrir más, era lo mejor que podía pasar, ha luchado todo lo que podia, lo habéis acompañado siempre… y así podría seguir escribiendo cientos de frases que seguro que todos (por lo menos los que tenéis cierta edad) habéis pronunciado o habéis escuchado en boca de otros, puede que incluso dirigidas a vosotros mismos por la pérdida de algún ser querido.
Todas quieren mitigar el dolor, consolar lo inconsolable, infundir algo de ánimo a una persona que lo único que desea es que ese ser querido no se hubiera marchado. Yo mismo las recibí cuando falleció mi padre. Y todo el mundo, creo, estuvo allí acompañándome. Y digo creo porque esas horas son una nube. Recibes cientos de abrazos y te hablan de mil cosas, pero prácticamente no recuerdas a nada ni a nadie, aunque supongo que en el fondo sabes que están allí, percibes de manera inconsciente ese ánimo y por eso ayer fuimos. No creo que ninguno fuéramos por «compromiso», fuimos para aportar ese poco de ánimo que estaba en nuestra mano dar.
Ves el sufrimiento. Y te gustaría que las cosas fueran diferentes, que en lugar de llorar y llorar intentásemos hacer algún tipo de homenaje al fallecido, con respeto pero sin tanto sufrimiento. ¿No se supone, para quien crea en esas cosas, que se marcha a un lugar mucho mejor? ¿Tan egoísta es ese rito del entierro y el velatorio como para que no podamos alegrarmos por esa persona y no paremos de llorar?
En el caso de ayer hacia tiempo que se veía venir este desenlace. Estas enfermedades que tanto nos cuesta nombrar y que sabes que cuando empiezan no pueden tener otro final, antes o después. Y se supone que te debes ir mentalizando y que cuando llegue el momento deberías estar más preparado y entender que tenía que suceder, que es lo mejor que podía pasar. Pero no hay manera.
Por mucho que te prepares, por mucho que sepas que va a llegar, siempre duele.
Sabes que pasé por ese trance hace poco y además de manera repentina, pues mi padre cayó justo a mi lado mientras esperábamos a los niños en el colegio, y ya no se levantó.
Tanto cuando te pilla de sorpresa y a traición como cuando es algo esperado (a veces incluso anhelado), la muerte de alguien querido es como si te arrancaran un trozo de alma.
Lo único que está en nuestra mano es como intentamos vivir la situación.
Yo, al tratarse de algo sin solución, soy bastante sereno. Pienso como dices, que é estará mejor.
Si es por enfermedad larga se acaba el sufrimiento de todos y si es repentino, no hay tanto sufrimiento para el que se va… aunque es difícil de encajar para los que quedan.
Así que yo opto por recordar con nostalgia y cariño, pero esbozando una sonrisa (aunque cueste) porque lo que recordamos es bueno.
No hay día que no recuerde a mi padre, e intento sonreir, aunque una lágrima asome, y doy gracias por haber compartido mi vida con él.
Un abrazo para ti y para tu compañera.
Gracias Sansa, se lo haré llegar cuando vuelva a estar mejor.
Yo hace ya casi 10 años que perdí a mi padre y aún hoy lo sigo recordando a menudo. Sigue estando presente y el tiempo además hace que cada vez más las sombras que todos tenemos se diluyan y sólo queden las luces. Ayer llegó un momento en que conseguimos hacer reir a la compañera, y creo que lo necesitaba, porque no se puede llorar tantísimo tiempo seguido. Esa costumbre de los velatorios debería acabar.
Un abrazo a ti también y seguro que seguirá viviendo mucho tiempo contigo gracias a todos esos recuerdos que guardas de él.
Yo también me acuerdo a veces de tu padre. (Mi padrino).
Mi padre tiene ahora mismo una enfermedad de esas que no nos gusta nombrar, y se lo que quieres decir.
Sé lo de tu padre. Mucho ánimo y fuerza.
Un abrazo.
Esa misma pregunta se la hice a un amigo que es super creyente mucho tiempo después de que falleciera su padre (el que me tiene bloqueada). Me rondaba siempre en la cabeza sin llegar a entender dónde estaba la ventaja de creer en una vida mejor ni el porqué de su llanto pero no era plan de hacérsela a alguien con quién no tienes la suficiente confianza. Y lo que me contestó me convenció «es una despedida como otra cualquiera, sabes que vas a estar mucho tiempo sin ver a esa persona tan importante para ti. Como si una de tus hermanas se marchara a otro país y no la pudieses ver en años… no llorarías?. Tal vez lloremos egoistamente por nosotros mismos por privarnos de disfrutar de su presencia el resto de nuestras vidas»
Preciosa respuesta. Supongo que debe ser un gran consuelo creer que hay algo más.