¿Qué nos está pasando?

¿Qué nos está pasando?

Supongo que muchos habréis visto ya el tristemente famoso video de la niña atropellada en un mercado chino. Cuando lo vi el lunes en Informativos Telecinco pensé en twittearlo, pero al final me negué a hacerlo por su crueldad. El que quiera verlo no tiene más que buscarlo, pero yo no iba a poner las cosas fáciles. Y no por nada en especial, sino porque me parece un video de una crueldad extrema. Os cuento.

La historia es una niña que se le despista a su madre en un mercado chino. Va andando perdida y una furgoneta la atropella y, literalmente, le pasa por encima. Aunque esto no se ve en el video que yo vi, que dijeron que omitían ciertas partes precisamente por su crueldad, el tipo parece que se para, baja a mirar, ve a la niña, se vuelve a subir a la furgoneta y continúa su camino como si nada. Es de suponer que gracias al video la policía tomará las medidas pertinentes.

Pero para mi es tanto o más cruel lo que sucede a continuación. Durante un buen puñado de minutos, varias personas pasan junto a la niña que yace en el suelo inconsciente. Andando, en moto o en otros coches (parece que incluso otra furgoneta vuelve a pasar por encima). E incluso la esquivan porque está en su camino, pero continúan su marcha. Un rápido vistazo y nada, como si vieran un saco de patatas tirado. Nadie se detiene a auxiliar a la pobre niña hasta que una mujer por fin se digna a apartarla de la carretera y grita pidiendo auxilio, momento en que que aparece la madre y se lleva a la niña corriendo al hospital.

Y ya os digo que me parece durísimo. Ya el atropello y fuga me parece una barbaridad, pero que la gente llegue a estar tan deshumanizada y tan interesada sólo por si misma que ignoren a una niña dañada, me da mucha pena. Porque la gente es cruel. La gente es egoista. La gente es penosa y, en general, da asco. Y lo digo así, con todas las letras. A-S-C-O. Y os cuento una historia que conozco.

Una historia real, aunque sin video.

Un chaval jugando en un parque tranquilamente a saltar los chorros de agua de los aspersores que riegan el césped. Está solo, hace calor y le parece divertido saltar y refrescarse antes de llegar a casa desde la escuela. Y saltando inconsciente del peligro, como suelen hacer los chavales de 12 años, acaba resbalando con la mala fortuna de torcer mal la rodilla y destrozársela. Pese al dolor, intenta levantarse pero no puede. La rodilla no le sostiene. Y no le queda otra que pedir ayuda, pero nadie aparece. Son las 2 de la tarde y las calles están llenas de gente, pero nadie va al auxilio de aquel chaval.

Entre lágrimas por el tremendo dolor y la soledad de ver que nadie quiere ayudarle, se pone camino a casa. No es mucha distancia, quizás 500 metros, pero tiene que hacerlos arrastrándose, literalmente. Con la mochila del colegio encima, y arrastrándose por el suelo con las manos y la pierna «buena». Pidiendo a la gente con la que se cruzaba que le ayudase a llegar a casa. Nadie se digno más que echarle un leve vistazo de reojo y apartarse un poco, no fuera a ser mordido por ese perro rabioso que se arrastraba.

Y así tuvo que llegar sólo a casa. No era un trayecto largo, pero se le hizo interminable. Y tuvo que esperar que algún vecino apareciese para abrirle la puerta del portal y que, con suerte, le ayudase a subir los tres pisos sin ascensor. Y finalmente si que apareció un vecino que, roto al ver aquella cara, cogió al chaval en brazos y lo subió a su casa, donde lo llevaron al hospital. Rotura de varias cosas, punciones para aliviar la inflamación, escayola… lo normal. Pero lo triste de la historia fue esa falta de humanidad que demostro la gente. Y no eran «putos chinos que son tantos que pasan de sus hijos», como llegué a leer ayer. Eran personas de Málaga, gentes de bien, gentes que vivian en un país civilizado que acababa de celebrar un mundial de futbol.

Y es que eso pasó en el centro de Málaga en el año 1980. Y lo se bien y lo recuerdo bien porque me sucedió a mi. Yo fui ese chaval que tuvo que arrastrase llorando hasta su casa y al que la gente miraba como si fuera un apestado porque no podía ponerme en pie. A mi me sucedió esto que jamás olvidaré y que te demuestra como son la mayoría de las personas: egoístas, incapaces de dar nada por nadie incapaces de ayudar a un desconocido, aunque sea un niño. Quizás por eso, cuando veo a alguien con buen corazón, lo defiendo a muerte, porque ese tipo de personas son escasas y merecen la pena.

Os dejo con un video que colgó ayer en su twitter @DavidLinares. Porque pese a todo, no puedo evitar ser positivo y pensar que la bondad anida en nuestro interior, en nuestros corazones. Que algo con el tiempo hace que lo escondamos, pero está ahí. Y este video es la demostración de que, antes de convertirnos en adultos, todos somos buenas personas. Puede que algún día aprendamos a mantener esa parte instintiva de mayores y no nos convirtamos en los animales insensibles que, por desgracia, solemos ser.

Dedicado a las buenas personas, que haberlas, haylas. Y tengo la inmensa suerte de conocer a unas pocas.

3 comentarios en «¿Qué nos está pasando?»

  1. Yo directamente pasé de ver el vídeo conforme lo anunciaron en la tele… aunque en mi caso estaba viendo Antena3 y fue Matías Prats quién lo anunció.

    Cambié directamente de canal.

    Respecto a la historia que has contado, debo decirte que tenía claro que eras tú el chaval desde el principio, lo que te legitima más al no contar algo sino narrar una vivencia.

    Efectivamente está desapareciendo la empatía de la gente. Y lo malo es que es por distintos motivos.

    Unas veces por egoísmo, otras por prisa, otras por temor a intervenir en algo, otras por vegüenza absurda o miedo al ridículo (eso sí que es ridículo… además es un mal que abunda en nuestro país), …

    La gente vivimos pero no convivimos.

    Además, se nos está educando para que nos riamos de las desgracias ajenas, es un deporte nacional… que digo nacional, ¡internacional!

    Yo cuando estoy con niños, vigilo mucho la falta de empatía. Si alguien se hace daño y llora, no permito que nadie se ría y hablo con los que se quedan indiferentes. Y lo hago independientemente de que sean mis hijos o no.

    En cualquier caso, asuntos como el del vídeo en China o como el que tu has descrito, no son tan comunes y suele haber alguien que se involucra.

    Y una vez se involucra alguien, siempre aparece alguien más… lo que vuelve sobre la estupidez de ese absurdo miedo y vergüenza que tienen muchos a dar un paso adelante

  2. Puede que no sea tan común, pero precisamente esta mañana compartía una twittera que en Lugo (si no me falla la memoria) ha ocurrido algo similar: un peatón ha fallecido atropellado 4 veces y 2 de los vehículos pasaron directamente. Por desgracia, cada día parece más común.

    Ojalá se conviertan en casos aislados, pero me da a mi que no.

    Un saludo.

  3. Estoy de acuerdo contigo Daniel.
    He recibido muchas críticas a la hora de afirmar que la gente,como tu bien dices, da asco! y es que cada vez creo menos en el humano.
    Creo que la culpa, una vez mas, es la falta de educación. Las premisas, las prioridades que tiene la gente, por lo general, es generar riqueza, ser rico, tener bienes materiales, sea como sea, cueste lo que cueste, descuidando lo mas importante que hay en la vida… el tiempo, tiempo para educar a nuestros hijos de una forma lo mas humana posible, tolerando, respetando, siendo humilde y de ésta forma, quizá en un futuro, el mundo se vaya impregnando de bondad. Pero el mundo, muy a nuestro pesar, se está impregnando de lo contrario. «educad a vuestros hijos, así no se castigará a los hombres/mujeres»

    Un saludo

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