¿Objetivos o subjetivos?
Pues parece que esta va a ser la semana de las blogueras invitadas. Ayer tuvimos a Paula, lectora habitual de este blog y el de Marta, y hoy tenemos a Ruth, gran twittera y mejor persona, que se a animado a mandarnos este gran texto. No tengo nada que aportar porque Ruth ya os cuenta el motivo de este post y las palabras de Ruth hablan por si mismas. Estoy seguro que os gustará y que os animará a seguirla en Twitter si no la conocéis. Pasen y lean.
Tengo el honor, y el placer, de escribir este post como ‘estrella invitada’ en este blog. Soy periodista y tuitera, un medio en el que he conocido el autor de este espacio, que gentilmente me ha cedido la palabra.
Hace unos días, hablando del movimiento 15-M ante la llegada del 15-O del pasado sábado, así como de los medios de comunicación y de cómo la información es o debería ser, cruzamos unos tuits sobre la objetividad de la prensa. Yo, polemista por naturaleza, le reté a dejarme estas líneas para explicar mi visión de la objetividad. Desde luego, no espero que quien lo lea esté de acuerdo, adelanto (y me cubro la espalda, claro).
Y sin más, vamos allá:
Información: según aparece en la RAE (Real Academia de la Lengua Española), la palabra información procede del latín informatio-informatonis, y en su primera apartado se define como: “acción y efecto de informar”.
Objetividad: cualidad de objetivo, es decir, “perteneciente o relativo al objeto en sí mismo, con independencia de la propia manera de pensar o de sentir”.
Subjetividad: cualidad de subjetivo, es decir “perteneciente o relativo al sujeto, considerado en oposición al mundo externo” y “perteneciente o relativo a nuestro modo de pensar o de sentir, y no al objeto en sí mismo”.
Veracidad: procedente de veraz, “que dice, usa o prefesa siempre la verdad”.
Quizá estos serían los pilares fundamentales que siempre, y cuando digo siempre es en el sentido literal de la palabra, deberíamos seguir y no olvidar a la hora de escribir. Podríamos hacer también una clasificación de los géneros periodísticos, tal y como establecen todas las teorías de la Información: informativos, de opinión e interpretativo. Para quien no lo sepa, un género periodístico es, por así decirlo, la forma literaria que se utiliza en los medios de comunicación para contar la actualidad –o no-, y que la convierte en noticia o reportaje (objetivos), editorial y artículo de opinión (opinión, obviamente) o crónica, entrevista y más (mitad información, mitad opinión).
A grosso modo podríamos hacer esa clasificación tan simple, pero quizá tan aclaratoria que sí marca la barrera entre uno y otro género, pero en el mundo en el que nos movemos, donde cualquiera puede dar su opinión, la línea divisoria comienza a difuminarse.
Yo, y aunque esto puede sonar a que tiro piedras sobre mi propio tejado, creo que conseguir la objetividad es prácticamente imposible. Quizá si lo consigan, o casi, los teletipos que las agencias de prensa envían a las redacciones. La información, actualidad, datos o llamémosle X en bruto y estado puro. ¿Por qué digo esto? Porque en el momento en el que un ser humano manipula -del verbo manipular entendido como operar con las manos y no como distorsionar la realidad- esa información, ya comienza a ser subjetiva. En mayor o menor grado, esto es así.
Cuando un medio elige una portada-primera página y no otra, está siendo subjetivo. Cuando un periodista se decanta por un titular y no otro, está siendo subjetivo. Cuando en una maqueta de una página de cualquier medio, se elige una imagen y se le da mayor o menor tamaño, se está siendo subjetivo. Cuando se coloca un ladillo en un lugar determinado y se destaca en él una idea del texto, se está siendo subjetivo. Cuando se decide si esa información ocupa el lado izquierdo o derecho del planillo (distribución de la maqueta de las páginas de una publicación), se está siendo subjetivo. Cuando la publicidad entra en juego, se está siendo subjetivo.
No hablo ya del contenido del texto, me estoy centrando únicamente en el continente, en la estructura que acoge cada información, en la manera de distribuir las páginas, las imágenes…cada uno de los agentes que forman parte de un medio. El contenido, obviamente, y por mucho que se quiera, siempre tendrá cierto grado de subjetividad. No sólo los periodistas, todos los que escriben cuando lo hacen, están plasmando en las letras una parte de ellos. Quien diga que no, miente.
Cada uno tenemos una manera de escribir, nos gustan más unas expresiones/palabras que otras, unos dejes que el de al lado no tiene, una manera de ver la vida y de ver la realidad, que hace que cada texto sea diferente al de al lado. Sólo hay que ver los deberes del colegio: “Haz una redacción sobre lo que hiciste el fin de semana”. Seguramente, y haciendo un análisis, ninguno de esos textos tiene que ver con el otro, aunque si encontremos elementos comunes.
Está claro que hay, y debe haber, elementos comunes, como en los medios, pero cada uno tendrá su visión. Una visión que va mucho más allá de la línea editorial de cada medio, del código deontológico de cada periodista, de la sección editorial y de las vivencias de cada persona. Porque, no debemos olvidar nunca, que todos los que escribimos, somos personas.
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