El pasado nos alcanza

El pasado nos alcanza

Hay veces que, por mucho que uno quiera, no consigue escapar del pasado. No se si habéis visto alguna vez esos dibujos animados o sketchs de comédia en los que se ve alguien corriendo con todas sus fuerzas, dando cien mil vueltas por toda la ciudad, cambiando de coche, tren, metro y cuando se monta en el último vagón de tren, con la tranquilidad de que es imposible que haya sido capaz de seguirle, resulta que justo a su lado, escondida tras un periódico, está esa persona de la que está huyendo. Pues hay cosas del pasado que son así.

No es que huya de nada, no creo que nunca se deba huir del pasado ni renegar del él. Con el paso de los años podemos sentir que nos equivocamos en aquel momento o que no debimos hacer eso, pero si en su día decidimos elegir ese camino, fue porque creíamos que debíamos hacerlo. Y como mínimo, suponiendo que hubiera sido un error total, nos ha debido servir para aprender la lección y no volver a cometer el mismo error. Es lo que tiene ser positivo, a todo hay que buscarle el lado bueno.

El caso es que esta semana he vuelto a encontrarme otra vez al pasado junto a mi en el tren. No directamente a mi lado, pero me lo han vuelto a traer a la memoria. Un pasado de hace ya muchos años, que trajo muchas consecuencias buenas y malas. Sobre todo buenas, aunque los malos finales siempre parecen anular todo lo bueno. Ya os hablé de este pasado en este post. No quiero huir de él, pero si hay cosas que cada vez que vuelven te remueven cosas que no deberían. Te replantean preguntas, te hacen pensar que hubiera pasado si… incluso que pasaría si… y esas preguntas no deben volver. Esas preguntas deben quedar en el pasado.

Pero por desgracia el pasado siempre nos alcanza, por mucho que corramos, siempre está ahí a nuestro lado, como una sombra de la que es inútil intentar escapar.

1 comentario en «El pasado nos alcanza»

  1. El pasado forma parte de nosotros, está en nuestra memoria mas o menos enterrado. El problema para mi es cuando ese pasado que nos inquieta, vuelve a inquietarnos. Lo mejor es tratar de no darle vueltas, y pensar en otras cosas que vuelvan a enterrar el recuerdo en el profundo del cerebro, porque no vale la pena pensar en ello, a menos que sirva para algo…

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