Identidad digital
Hablando estos días atras con un nuevo amigo a través de correo electrónico, ha surgido en varias ocasiones el término «identidad digital». En estos casos, nos referimos al control que un famoso/a debe tener sobre lo que se dice de el en internet. Obviamente, no se puede controlar lo que la gente dice en foros, comentarios de blogs, facebook, etc, pero lo que si se puede es tomar ciertas cartas en el asunto para crear una identidad digital propia. El famoso/a en cuestión puede crear su propio blog, su propia página, tener su twiter, facebook, tuenti… Todas esas cosas contribuyen a que esa persona ofrezca fuentes «oficiales» donde la gente puede recurrir a obtener información de primera mano.
Para mi, un buen ejemplo de este tema, aunque no sea una persona, lo tenemos con la serie La Pecera de Eva. Tienen todo lo dicho anteriormente. Han conseguido crear una comunidad digital donde un grupo de personas se encargan de aportar información a los seguidores de la serie. Tomando el papel de Eva, la protagonista, haciendo comentarios sobre la serie, sobre lo que le sucede, planteando encuestas, ampliando información sobre lo sucedido en el capítulo en cuestión… Sin duda, una buen punto de encuentro que, en cierto modo, evita que los seguidores se dispersen por foros donde se puede desvirtuar la imagen de la serie. Por supuesto, no se puede controlar lo que la gente hace en internet, pero teniendo creadas estas vías, se garantizan que muchas personas acudan a ellas en lugar de buscarlas fuera.
Pero el caso es que yo no quería hablar de este término de esta forma, sino de una forma mas personal. Esta mención de Identidad Digital me ha vuelto a llevar a tiempos atrás y a compararlo con los tiempos actuales. Hoy en día, en Internet, la gran lucha es la defensa de la privacidad. Se habla también mucho de nuestra huella digital, de todo el rastro que vamos dejando por internet de nuestra vida. Fotos colgadas en Facebook, Flicker, Picassa… comentarios en Facebook/tuenti y las personas y páginas a las que seguimos, nuestros chekins en Gowalla o Foursquare, que indican físicamente donde estamos, participaciones en foros variados, correos en Gmail, nuestro Messenger, nuestras compras, accesos a nuestros bancos… Si os paráis a pensarlo, si sois asiduos de internet estáis continuamente proporcionando información vuestra que, si alguien quiere, puede utilizarlo para averiguar muchas cosas de vuestra vida.
No se trata de asustar a nadie. Es cuestión de ir con un poco de cuidado, no ir chequeando con Gowalla continuamente, no poner ciertos datos como vuestra dirección física en Facebook, usar las medidas de privacidad que ofrecen muchos de estos servicios, que pueden hacer que muchos de esos datos sean solo visibles por quienes vosotros queráis. No es cuestión de ir con miedo, sino con un poco de cabeza y siendo conscientes de lo que hacemos.
En cambio, volviendo a la identidad digital, ahora la tenemos muy al descubierto, pero sin embargo hubo un tiempo en que cada persona podía tener 10, 20 o 50 identidades digitales. Hablo de tiempos en los que Messenger no era mas que un proyecto en un cajón de Microsoft, tiempos donde chatear era conectarse a una página web o encender un programa de IRC, donde entrabas en un canal llamado #mas_de_30 y ahí se suponía que chateabas con un grupo de personas de mas de 30 años, pero menos de 40, porque para ellos estaba el #mas_de_40. Tiempos donde incluso podías tener abiertos varios programas de IRC a la vez y estar en el mismo canal con varios nicks (nombres) diferentes. Tiempos donde mandar una foto por correo significaba sacarla del albúm, meterla en un sobre, escribir unas lineas y echarla al buzón de Correos. Aunque aún sigue existiendo ese peligro, hoy se habla menos de la desconfianza. En aquella época el lema era no fiarse ni de tu sombra.
Malaga_15_cachonda podía ser en realidad Manolo el del Bombo. Nada te garantizaba que lo que te estaban contando por el IRC fuera medianamente cierto. Solo podías confiar en tu instinto, que además estaba poco entrenado en estas lides. Podías tener, incluso con el mismo nombre, diferentes identidades. Recuerdo un compañero de trabajo que tenía incluso una guía de «identidades». Tenía apuntado en un papel las historias que contaba a cada una, porque a cada una contaba una historia diferentes. La edad, el trabajo, datos personales… tenía no se cuantas identidades diferentes y podía estar hablando con varias personas a la vez y mantener con cada una la historia que se había inventado, su identidad digital.
No es que no se pueda hacer hoy en día, todo lo contrario. Puedes montarte igualmente tantas identidades como te de la gana, pero crear una coartada perfecta es algo mas complicado, hay mas hilos que atar. Antes bastaba esa hoja de papel, ahora tienes que tener cuidado con el mail que das, el facebook, donde conectas, etc. Muchos programas dan muchos datos sobre ti a quien está al otro lado de la conexión. Por supuesto que puede hacerse, pero hoy en día eso no es lo que nos preocupa.
Antes nos dedicábamos a inventar identidades digitales. Yo mismo tenía unas cuantas, no os voy a engañar ni ponerme de santo. Hoy en cambio lo que mas nos debe preocupar no es inventar identidades, sino que nuestra auténtica identidad digital sea la que nosotros queremos y sea accesible solo por quien nosotros queramos.
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