El amigo invisible

Ayer tarde hicimos el amigo invisible en mi oficina. Supongo que todos sabéis lo que es, así que no voy a explicarlo aquí. Si alguien no lo sabe, que lo pregunte en los comentarios y se explica rápidamente.

Hay un par de cosas que no me cuadran de este tema en mi oficina. Por una parte, como ya habréis intuido si leéis habitualmente el blog, el ambiente y la camaradería no son tan intensos como para que, en mi opinión, sea un disfrute esto de el amigo invisible. Todo el mundo quiere siempre que le toquen las mismas personas y detesta que le toquen otras, así que para según quienes, se convierte en un suplicio que considero innecesario. De todas formas, de imagen de que nos queremos todos muchos, somos muy chachis pirulis porque hacemos el amigo invisible. Por supuesto, he entrado, faltaría mas. No vas a dar la nota porque tienes que convivir con todo el mundo, así que a apechugar tocan.

Por otro lado, se supone que la gracia es que el día en que se entregan los regalos se desvele quien es el amigo invisible de quien, así que no acabo de entender porqué esto acaba convirtiéndose en una competición para ver quien descubre mas amigos invisibles antes de que se desvele, porqué muchos van diciendo quien les ha tocado con alegría o pena. Si ya me gusta poco, encima con esto pues se acaba de romper «la magia» del momento, cuando ya la mitad de la gente sabe quien va a regalar a quien y, en muchos casos, hasta qué le va a regalar.

Como ya dije el otro día en otro post, me encantan los detalles. Me gusta ese regalo inesperado, tanto darlo como recibirlo. Ya de por si me gusta poco tener que regalar por obligación en general y, en particular, en esto de el amigo invisible. Pero es que se me ha juntado otro problema: Me encanta la persona que me ha tocado para regalar. Hoy por hoy, es la persona con la que mejor me llevo en el trabajo, así que podría decirse que he tenido suerte, pero no del todo. Me gustaría regalar a esa persona con libertad, cuando un día se me ocurra algo que me guste y me inspire, no por obligación de ese día. Supongo que al final acabaré comprando algo típico, algo insulso y que no llegue, porque no es el momento de hacer ese regalo.

Y no porque no quiera regalarle, pero tampoco puedo regalar lo que quizás se me ocurra porque quedaría fuera de lugar, sobre-dimensionado. O no se me ocurra ese regalo especial que me gustaría hacer y que creo que se merece. Al final, como ya he dicho, acabaré regalando cualquier estupidez para pasar el rato y punto. Y seguro que me quedaré con ganas de haber hecho algo mejor.

Pero es lo que toca, este es nuestro amigo invisible. Quizás le doy demasiadas vueltas. En definitiva, es una chorrada para pasar el rato y tirar 15 euros a la basura.

1 comentario en «El amigo invisible»

  1. Despues de nuestra reunion dominguera de hoy y una vez leidos sus argumentos queria recomendarle querido amigo que haga usted lo que le salga de la polla, es decir, si se te apetece hacerle un regalo un poco mejor, pues se lo haces, al fin y al cabo ¿no son tus pelas? Seguro que esa persona se lo merece y por que no reconocerlo, ¿no?. No te cortes, pasa del «que diran», pasa de la gente y actua con libertad, al fin y al cabo eso de lo unico que nos queda un monton …

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.