Solidaridad

Solidaridad

Aquí estamos, ya en 2021. Parecía que íbamos a tomarnos las uvas y todo se iba a arreglar. Todos a viajar, todos a quitarnos las mascarillas y quemarlas en un ritual de alegría suprema… pero va a ser que no. Ya nos están enfriando los ánimos y diciendo que nos preparemos para una cuesta de Enero más empinada de lo habitual. Y aquí seguimos, dispuestos a darlo todo porque así somos: resistentes y persistentes. Cabezones dirían algunos.

Acaba la Navidad, en España sólo nos quedan los reyes dentro de un par de días, y con ella termina también la época más dada a la solidaridad. A hacer donativos, a dar a quien lo necesita, a ver comedores sociales con algo más de comida gracias a las donaciones empresas y particulares. Y genial, oigan. Toda ayuda es buena e incluso poca porque, por desgracia, mucha gente va a seguir necesitando un plato de comida o un paquete de pasta o arroz para poder subsistir. Y hoy quiero contaros una de esas pequeñas, muy pequeñas, historias de solidaridad de las que llegan antes y duran más allá de la Navidad

El asador

En Málaga, el concepto «asador» no se asocia necesariamente con un sitio de carne a la parrilla, que también. Eso más bien los llamamos «mesones», aunque también asadores. En Málaga el concepto coloquial de «asador» se asocia a un asador de pollos tradicional. De esos que habitualmente el domingo te llegabas a por un pollo con sus patatas y su cocacola/cerveza para toda la familia, en plan fiesta, ya sea para comer en casa o para llevártelo a la playa o campo, todo un festín.

Desde hace ya bastantes años, estos asadores han ampliado su carta. Más allá del pollo asado y las patatas fritas fueron añadiendo pimientos fritos, patatas de paquete, tortilla de patatas, croquetas, ensaladilla rusa, flamenquines, albóndigas… bien congelados o bien hechos caseros. Raciones económicas y menús que se extienden más allá del fin de semana y que hacen que mucha gente acuda casi a diario a ellos en busca de comida variada y, en general, casera.

El coronavirus

Lo siento, tengo que hablar un poco del Coronavirus y sobre todo de sus efectos económicos. Por suerte a mi no me ha afectado apenas, pero quien más quien menos todos conocemos a alguien que lo ha pasado o lo está pasando realmente mal. Gente con tiendas, bares, restaurantes, camareros, dependientes… que han visto como sus ingresos se reducían a cero. Que han tirado de ahorros los que tenían mientras han podido, que tienen que tirar de ayudas precarias que dan los gobiernos y comunidades autónomas y que, al final muchos de ellos, no han tenido más solución que tirar de estos comedores sociales.

En mi barrio, como en todos, hay varios asadores y uno es mi habitual, al que voy el 99% de las veces. Un día, hace ya unos cuantos meses, encontré una pizarra como la que veis en la foto. Un montón de 2€ apuntados y muchos de ellos tachados. Le pregunté a la dueña/cocinera/dependiente que era eso.

Me contó que desde que había empezado la crisis, mucha más gente de lo habitual se acercaba a pedirle un plato de comida, un humilde plato de comida sin más. Ella siempre ha sido generosa y no suele negarlo pero la situación comenzaba a hacerse insostenible. Algunos eran personas que ella conocía y que ahora, por culpa de esta crisis mucho más dura de la que a veces nos pensamos, no tenían para comer.

Llegó un momento en el que no podía y tenía que negar platos a los que llegaban porque las cuentas también le tienen que salir a ella. Es un negocio muy modesto y totalmente familiar. Viven de él, tuvieron que cerrar también un tiempo y trabajan duro muchas horas al día para sobrevivir. Le sabía mal negar un plato de comida pero no podía hacer otra cosa, hasta que colgó la pizarra.

Solidaridad todo el año

Cualquier de los que compramos, o incluso aunque no compremos allí, puede donar un plato de comida. 2€. Nada para la mayoría de nosotros pero mucho para quien lo necesita. Ella sigue regalando algunos platos pero la mayoría salen de ahí. Yo doy 2 €, ella los apunta y cuando alguien necesitado llega le da su plato y tacha el donativo. No puede ser más sencillo.

Y está funcionando, porque es simple. Porque es algo tan local, tan del barrio, que estás ayudando a la gente que lo necesita. Yo sólo he visto a una persona llevarse comida «gratis». Un señor no demasiado mayor, que pidió «lo que fuera, a ser posible caliente», con la mirada baja, con todo el pudor del mundo. Ella le dio un envase con el plato de cuchara del día, no recuerdo cual era, él se lo agradeció y se marchó.

No sé si fue lo único que comió ese día o al menos lo único caliente que pudo llevarse a la boca, es muy probable. Suena un poco triste lo de «dar limosna» pero por desgracia demasiada gente está necesitando esos 2 € que algunos podemos permitirnos de vez en cuando.

Os cuento esta iniciativa de este asador y estoy seguro de que hay muchas parecidas por todos los rincones de España. Creo de corazón que más allá de la Navidad y las grandes recogidas de alimentos, que por supuesto son imprescindibles, es necesario echar una mano en estas pequeñas historias de solidaridad. Y no porque sea Navidad, es cuestión de justicia. De que los que podemos ayudemos a los que no pueden.

Porque sobre todo hay algo que no debemos olvidar: casi cualquiera de nosotros puede verse al otro lado en cualquier momento. Es algo que nunca debemos olvidar.

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