Mi pequeña maldad

Mi pequeña maldad

Hoy os propongo un juego y espero que os apetezca jugarlo. Es sencillo: sólo quiero que compartáis un pequeño secreto con el mundo. Nada grave y creo que puede ser divertido. Lo podéis contar aquí en los comentarios o incluso en twitter con el hastag #MiPequeñaMaldad, que de eso se trata, de compartir una pequeña maldad de esas que todos tenemos más o menos escondidas. Y por supuesto, empiezo yo.

Mi Pequeña Maldad, o al menos la última, fue hace unos días. Estaba yo comprando fruta en el Carrefour, como buena persona sana que soy, comprando mis manzanas Golden normales a 1 € el kilo en oferta, y justo al lado me hacían ojitos unas que nunca había comprado, Kanzi. Rojas, brillantes, tersas, apetitosas como si fueran la manzana que mordió Eva. Ahí estaban a cerca de 3 € el Kilo, pero se veía que merecía la pena la diferencia.

Ahí estaba yo dudando si darme el «lujazo» de comprar manzanas al triple del precio al que suelo comprarlas o seguir con mis Golden verdecitas y, reconozámoslo, un poco insípidas. Y de repente ese pequeño diablillo travieso que habita en nosotros salió de su letargo y me susurró al oído. «Coge las caras y pon el código de las baratas cuando las peses».

Maldición, la semilla estaba sembrada. Mi mente empezó a dar vueltas y empecé a sentirme delincuente y a pensar coartadas. Pues claro que sí. Nada, una confusión tonta, si es que en caja se dieran cuenta de que no coincidían. «Ah, no sé, yo he puesto manzanas, no sabía que había varias». Se pagaba la diferencia y listo. Tampoco iban a llamar a seguridad. Soy un señor canoso y despistado.

Total que eso hice, mirando siempre de reojo por si había algún reponedor cerca mientras las pensaba. Nada, todo iba perfecto. Llego a la caja, sábado por la mañana. Carrefour a tope. Dudaba yo que nadie se fuera a entretener en comprobar la etiqueta de lo pesado. Llevaba también plátanos y yo tenía en mente la idea de la confusión, pero nada.

Pasé por caja, sintiéndome poco menos que Biilly el niño por llevar 3 manzanas caras pesadas a precio de manzanas baratas. Puse todo, la chica empezó a pasarlo y yo iba metiendo en las bolsas sin querer ni mirar si iba controlando algo. Y por fin llegaron. No vi ni cuando las pesó, simplemente las vi aparecer a mi lado de la cinta, listas para ser recogidas y embolsadas. Y me sentí triunfador por haberme «ahorrado» menos de 2 €.

Esta tontería es mi historia de hoy y mi propuesta, porque estoy seguro de que todos habéis hecho alguna «travesura» de esa alguna vez y os habéis sentido antisistema. Rebeldes sin causa, que David ganaba a Goliat. Cosas así, nada grave como ese chaval en Francia que pesó unas manzanas y puso la etiqueta en una consola, paso por la caja autoservicio y se marchó con un producto de 500 € por 1 €. No hablo de eso, que ya sí catalogo en la categoría de robo. Hablo de pequeñas travesuras.

Ese lápiz de labios que os guardáis en el bolsillo para no pagarlo por caja. Ese CD caro al que le ponéis la etiqueta del que está a precio de gasolinera. Darte cuenta de que te han cobrado un plato de menos en el restaurante y salir sin decir nada. Llegar a casa y ver que te has traído, sin darte cuenta, ese vaso de chupito que tan original te ha parecido. Hacer la maleta del hotel y meter ese albornoz increíblemente suave.

Incluso sin coste, en casa. Dar el cambiazo a tu hermano del rotulador que ya no pinta por el que él tiene sin usar. Cambiar tu cerveza con la de tu amigo cuando no mira porque bebe muy despacio y la tuya se ha acabado. Esas cosas que te hacen sentir malo, que sabes que no están bien pero que carajo, si tampoco es para tanto. Y si hay que pedir perdón, pues se pide, pero ese gustirrinín que te entra por el cuerpo si sale bien…

¿Os apetece compartir alguna travesura? Ponedla en los comentarios o en twitter con #MiPequeñaMaldad. No seáis tímidos

10 comentarios en «Mi pequeña maldad»

  1. Si te digo que solo me ha pasado 2 veces en mi vida, y las 2 por error… cuando voy a la compra no suelo coger cesta y a veces me meto las cosas en el bolsillo de la chaqueta, pues cuando las cuchillas de afeitar no llevaban alarma me aparecieron en casa sin enterarme 2 veces… y la tercera me di cuenta y entré en la tienda a pagar..

    • Lo tuyo es de ser muy buena gente, aunque las cuchillas si que son una pasta

      Nada, algo habrá por ahí que te haya hecho sentir malvado pero feliz

  2. Oyoyoy qué deluncuente estás hecho. Ese Carrefour tiene que tener más pérdidas que ganancias. De joven nos íbamos allí a merendar gratis los del instituto. Ahora me siento la P. ama del mundo si calculo bien la caída del sol y consigo quedarme con la sombra de la ultima sombrilla del hamaquero. Nada más, lo de dar el cambiazo a la cerveza de un amigo JAMÁS

  3. Los súper/híper son muy dados a esas cosillas. Una vez que fui a hacer unos recados (sin coger carro ni cesta), iba «acumulando» la compra en las manos y al pasar por el pasillo de informática, vi una buena oferta de disquetes. Pillé una caja y la puse en el bolsillo trasero del pantalón, al pasar por caja ni me enteré de que los llevaba (la cajera tampoco y la alarma, otro tanto). Me di cuenta al sentarme en el coche.
    Otra «maldad colectiva» fue tomar una Franziskaner en un pub (en una especie de reservado en una planta diferente) y al salir (un par de los que fuimos) al pagar dijimos que habíamos pedido unas Estrella Galicia.

    • Diskettes!! Madre Mia! Eso fue la semana pasada, ¿no? jajaja.

      Eso les pasa a los del pub por no apuntar bien. Tendréis cara de buena gente y se fiaron. Igual a partir de ese día apuntaban bien jaja.

      Un saludo y gracias por compartir.

  4. Hola.
    Yo cogí prestado una cinta casete (si casete) de el Corte Ingles. Era de Culture Club, que me gustaba algo. Lo hice por que casi todo el mundo lo solía hacer. Era como el proceso de iniciación del adolescente.
    Desgraciadamente me pillaron, nos llevaron a un cuarto a leernos la cartilla, lo pasamos mu mal.
    Ahora solo clips y fizo.

    Besitos.

    • Jajajaja, lo de las cintas en El Corte Inglés es mítico! El Like a Virgin de Madonna fue la que yo pillé prestada, pero a mí sí me salió bien

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