El comité – Marilyn

El comité – Marilyn

Sábado, 27 de Mayo de 1961

Soy un firme defensor de las ideas políticas de nuestro país. Si me afilié al Partido Socialista Unificado no fue por progresar en mi futura carrera, como algunos han pretendido ver dado que era necesario para ocupar el puesto que ocupo, sino que fue por pura convicción No entiendo por qué hemos sido tan perseguidos, no entiendo porqué mis padres tuvieron que morir por pensar como yo. Eran por supuesto otros tiempos y pensar diferente implicaba arriesgarse. Que sí, que me cuentan que mi padre durante la guerra ayudó a asesinos comunistas y por eso murió en aquel tiroteo, por estar rodeado de delincuentes, pero nunca lo he tenido claro. Mis tíos me contaban otras historias.

Historias de persecución política. Que si mi padre efectivamente ayudaba a comunistas a esconderse, que si  mi padre creía que era lo mejor y que, sobre todo, nadie debía tener que ocultar sus ideas simplemente por ser diferentes a lo que pensaban los que mandaban y que por eso se dedicaba a esconderlos y ayudarles a escapar. Dicen mis tíos que no es que fuera espía, pero que si le llegaba alguna información que pudiera ser útil para derrocar a los nazis no se la callaba. Dicen mis tíos que los únicos disparos que se escucharon en ese supuesto tiroteo fueron las dos balas que atravesaron la cabeza de mi padre. Es que los nazis debían tener mucha puntería. Quizás por esto admiro también a Erich, porque el no murió como mi padre pero sufrió duramente en sus carnes lo que es ser perseguido por tus ideas.

La cuestión es que lo que no entiendo de nuestros dirigentes es esa censura esa restricción que imponen a todo lo que venga del capitalismo. Especialmente en lo cultural. Que Heidi tenga que traer libros en inglés como si trajese drogas no lo entiendo. O que tengamos que cruzar al otro lado para ver a Marilyn Monroe. No me entra en la cabeza.

Por eso esta tarde hemos pasado por ese cine que está a unas pocas manzanas de aquí, en Usedomer Str. Lo reconozco: para ciertas cosas aprovecho sin pudor mi pase de Volkspollizei para cruzar los “controles” con Heidi sin problemas.  A ciertas horas si que es algo más complicado pasar de un lado a otro. Suelo leer la prensa del otro lado para estar al corriente de lo que allí se cuece y de casualidad leí que reponían Con faldas y a lo loco en aquel pequeño cine de barrio. Se nos escapó la oportunidad de ver el estreno hace un par de años así que decidimos ir.

Heidi lo sabe y me comprende: adoro a Marilyn Monroe. No existe, ha existido ni existirá mujer como ella, estoy seguro. Es pura sensualidad, provocación, picaresca… Esa mirada ingenua en ese cuerpo para el deseo, esa boca… No hay otra como ella. Suele hacer muy buenas películas y por supuesto Heidi me acompaña siempre a verlas. El elenco de esta es además espectacular, con Tony Curtis y Jack Lemmon bajo la batuta del gran Billy Wilder. Ha recibido muchos premios así que todo apuntaba a una buena tarde de risas. Así ha sido.

No sé si he disfrutado más con la belleza de Marilyn o con las risas de Heidi. Desde que perdió al bebé no escuchaba esa risa abierta y franca que tiene. Otra de las cosas que me enamoró, y me enamora, de ella. No ha existido mejor terapia, no ha habido nada que le haya podido decir en estos dos meses que haya conseguido que se olvide y disfrute como esa película. Esos Tony Curtis y Jack Lemmon disfrazado de mujer y esos diálogos la han devuelto a este mundo.

Yo hay cosas que no entiendo, debe ser que soy relativamente joven y de política sé lo justo, pero yo no comprendo qué daño puede hacer una película como esta a nuestro país. Qué maldad puede traernos el hipnótico contoneo de caderas de Marilyn en la estación antes de subir al tren.

Por suerte sólo hay que cruzar unas calles para disfrutarla. Lo cual me hace recordar de nuevo que posiblemente la cosa se complique en unos meses. Pero eso, como decían en aquella otra película, ya lo pensaré mañana.


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