Mi vida digital II: De la domótica al Internet de las cosas

Mi vida digital II: De la domótica al Internet de las cosas

Domótica

Es un término que se va diluyendo este de la domótica. Es posible que os suene, se intentó poner de moda en los últimos tiempos de la burbuja inmobiliaria para seguir encareciendo las viviendas y poder pedir más dinero por ellas, aunque es algo más antiguo. La idea es poner elementos automáticos en el hogar. Lo principal siempre fue conseguir un hogar más confortable mediante persianas y accediendo a la calefacción.

Que las persianas subieran o bajaran automáticamente según luz y temperatura, que la calefacción se encendiera sola o poder automatizarla para que funcionara a unas horas… Por supuesto también se extendió a la iluminación. Controlar todas las luces de la casa desde un panel de control, automatizarlas, sensores en las habitaciones que hacían que al entrar se encendieran las luces solas o la música dejara de sonar en el salón para acompañarnos cuando nos íbamos al dormitorio.

Tan futurista todo, tan cómodo… pero tan caro y problemático. Implicaba cableado nuevo en toda la casa para que funcionara. Desde los interruptores hasta los sensores, bombillas, persianas… había que llevar cables a todas partes. Y luego programarlo mediante mandos a distancia indescifrables. Sólo los muy expertos eran capaces de controlar sus rutinas y en el momento en que algo fallaba, la casa se volvía ingobernable

Además, para la mayoría de las viviendas habituales sonaba inútil. ¿Para qué ibas a querer encender las luces del baño desde la cocina? Parecía, y realmente era así, algo sólo apto para ricos con enormes mansiones que querían encender el aire acondicionado de la habitación desde el salón para encontrarla a la temperatura ideal al llegar. No era para la gente normal.

WIFI

Cablear toda la casa para disponer de domótica era sin duda el principal problema, además del precio. A los ya de por sí caros dispositivos domóticos, había que añadirles la complicación de cablearlo todo. Había que diseñar todo desde el principio, dimensionar la instalación, decidir qué sistema utilizar (que no había nada estandarizado y cada compañía tenía sus propios sistemas)… Si se te olvidaba cablear el enchufe de la lavadora podías darla por muerta. Difícilmente ibas a volver a meterte en líos para hacer la instalación.

Pero de repente llegó internet, ADSL primero y Fibra Óptica después, y las casas se llenaron de WIFI. En cada hogar se montaba un router, o varios, con su buena WIFI. Una señal que inundaba la casa y que permitía conectar nuestros portátiles, tablets, teléfonos, televisores, consolas… a internet y entre sí. Una vía de comunicación bidireccional que podía unir nuestro teléfono u ordenador con cualquier dispositivo de la casa. Y ahí se encendieron las bombillas, y lo que no son bombillas, de los fabricantes de domótica. De repente ya no hacía falta cablear la casa, era suficiente usar la WIFI para unir los dispositivos que quisiéramos controlar con el mando de control, o con nuestros ordenadores. O mejor aún, con nuestros móviles.

Suena maravilloso, nos quitamos uno de los principales engorros. Y llega el siguiente concepto, aunque no seamos conscientes del nombre: Escalabilidad.

Puedo empezar poniendo una bombilla con luces de colores en el salón que controlo desde el móvil. Qué chulo. Qué bien funciona. Como me gusta y veo que es fácil, puedo hacerlo yo mismo, voy a poner otra en el pasillo y la programo para que de noche esté muy tenue. Puedo hacerlo sin tener que cablear nada. Sólo cambio la bombilla, la agrego al programa y listo. Y ya que estoy, compro un sensor de movimiento para que se encienda sola esa luz del pasillo, pero sólo a las horas que estoy en casa para que no esté encendiéndose cada vez que Frufi, el perro, pase. Y lo conecto y configuro también. Todo es fantástico.

El Internet de las cosas (IoT)

Una vez conectado a la WIFI de casa… demos el siguiente paso y saquemos nuestros cacharritos a internet. Controlemos el ventilador del salón desde el trabajo, encendamos la calefacción desde el coche diciendo a Siri que vamos para allá. O mejor, dejemos que Siri lo encienda cuando detecte que estamos llegando a casa. Y de paso que encienda las luces para que no entremos a oscuras, no vayamos a caernos mientras buscamos el interruptor. Que ponga el horno en marcha para que el asado se haga mientras llegamos y nos damos una ducha.

Seguimos rizando el rizo y ya, fuera de la domótica, conectamos la nevera a internet. Y sabe que no queda leche, y la apunta en la lista de la compra, la que vamos alimentando cuando abrimos un armario y vemos que no hay café y decimos «Alexa, añade café a la lista de la compra». Y digamos, «Alexa, haz el pedido de la lista de la compra y que lo traigan el sábado por la mañana». Y Alexa, obediente, nos dirá. «Vale, el pedido llegará el sábado entre las 10:00 y las 12:00». Y al levantarnos el sábado, mientras enciende la cafetera y justo antes de ponernos las noticias, nos dirá, «No olvides que entre las 10:00 y las 12:00 te traerán la compra hoy».

Os aseguro que no es ciencia ficción, no es un capítulo de Black Mirror, esto está hoy mismo al alcance de nuestra mano, de nuestra voz. Y de la inmensa mayoría de bolsillos.

Con dos bombillas de colores Phillips empecé yo y ya tengo 19, y varios altavoces inteligentes. Y lo que me queda, pero eso os lo cuento el próximo día. O quizás el siguiente, que antes os tengo que presentar a Siri.

3 comentarios en «Mi vida digital II: De la domótica al Internet de las cosas»

  1. Por un lado, me da miedo que algun alma malévola te quiera piratear la casa, pero por el otro lado es de una comodidad tan grande que sorprende, no es como esa epoca en la que el cableado te tiraba para atras y el precio te remataba del todo!

    • Exacto! Hoy en día está casi al alcance de cualquiera que se pueda permitir fibra en casa y un móvil. Además es tan escalable que puedes empezar con un par de bombillas o símplemente escuchando la música de spotify o programando la alarma para el día siguiente y acabar no tocando ni un interruptor en casa. Poco a poco iremos viendo.

      Una cosa: gracias por estar siempre, Fran. Un abrazo grande!!!

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