Sobre el premio Planeta y los tiempos que vivimos

Anoche se concedió el premio Planeta de literatura a bombo y platillo. La ganadora ha sido Dolores Redondo, de la cual no tengo el gusto de haber leído nada pero que seguramente intentaré coger algo cuando me termine «No culpes al Karma de lo que te pasa por gilipollas». Parece haber escrito una saga más o menos famosa por lo que he leído. Pero bueno, el caso aquí no es hablar de la ganadora sino de cosas que pasan.

Anoche a eso de las 12 es cuando se hacía público el resultado de una votación en teoría anónima y secreta. Por lo que tengo entendido, corregidme si me equivoco, los autores presentan sus obras al premio Planeta con un título cambiado y bajo pseudónimo. En teoría no saben al leerlo quien ha escrito así que podría haber sido tranquilamente «El Comité», ¿no?. Lo curioso no es que suelan ganar escritores ya conocidos y reconocidos sino que el secreto desvelado anoche a eso de las 11:30 parece que no era tan secreto porque como bien se apuntó en twitter, apenas habían pasado unos minutos y El País ya tenía todo un artículo publicado.

A @el_pais le ha dado tiempo de meter el #PremioPlaneta2016 en la 1ª edición 😏 pic.twitter.com/YWl2jF08eU

— Peter Fallow (@PeterFallowBlog) October 15, 2016

 Curioso cuando menos. Yo juraría que todo el pescado estaba vendido desde hacía bastante tiempo y muchos sabían quien iba a ganar el premio planeta 2016. Lo cual me lleva a reflexionar sobre que esto del mundo de la literatura tiene toda la pinta de ser otra de las muchas mafias que nos rodean, otro «lobby» como las farmacéuticas, por ejemplo. Un círculo donde editoras, editores y autores ya reconocidos se lo guisan y se lo comen. De vez en cuando necesitan meter nuevos elementos para renovar y tal pero ese círculo está muy dominado y sólo unos pocos conseguirán el reino de los cielos a modo de campañas multimillonarias de publicidad en todas partes, ventas de derechos del libro a televisiones y cines, etc. Un círculo en el que entrar no sólo requerirá talento. Me da, y son todo imaginaciones mías, que se requerirá un padrino que te lleve de la mano, posiblemente dinero que te ayude a invitar a mucha gente a muchos sitios caros o quizás tener un tremendo golpe de suerte. Sólo unos pocos serán los elegidos.

Y esta situación que imagino me lleva a pensar en la tremenda suerte que tengo, tenemos, de vivir en los tiempos que vivimos. Me explico antes de que empecéis a hablarme de la crisis, el paro, la corrupción, los 300 y pico días sin gobierno, etc etc.

Vivimos unos tiempos maravillosos porque la tecnología ha democratizado también el arte en muchos aspectos. Por suerte hoy cualquiera, incluso yo, puede editar su libro y ponerlo al alcance de cualquiera sin invertir más que tiempo y ganas, que de eso me ha sobrado a la hora de editar El Comité. Hoy en día no necesitas pasear tu manuscrito de editorial en editorial y recibir mil portazos en las narices. Hoy si crees en tu libro o simplemente quieres ponerlo al alcence de cualquiera, basta con acercarte a Amazon, iBook Store, La casa del libro o cualquier otra plataforma digital y ponerlo a la venta. Sin coste, sin problemas. Es tu decisión. Es tu libertad.

Por supuesto no vas a hacer sombra a Harry Potter, Robert Langdon ni a la señora Redondo cuando publique su libro con la inversión muchimillonaria en promoción de todo el grupo Planeta pero ahí está. Ellos se reirán de mis 50 ejemplares vendidos en un mes pero a mi me hace tremendamente feliz. Ahí está mi obra recorriendo el mundo. Y quien dice un libro dice su música. Apliquemos todo lo dicho hasta el momento a un chaval de 20 años que en su casa trastea con el Garage Band, que buscan ritmos, compone melodías con su guitarra o el piano, le sale alguna letra chula y la quiere compartir con el mundo. Por supuesto no se hará millonario, o tal vez si, pero sin duda será todo un logro para él subirlo a cualquier plataforma digital, su web, Youtube o donde sea y comprobar como la gente la descarga. Recibir comentarios, elogios, alguna crítica… Es maravilloso, lo digo por experiencia.

Y esto es posible hoy, gracias a la tan criticada tecnología. Aunque las grandes cifras siempre las moverán unos pocos cualquiera puede encontrar un resquicio y meterse. A mi me parece fascinante lo que la tecnología ha puesto al alcance cualquiera de nosotros. Y si ya le unimos Internet y las redes sociales las posibilidades son prácticamente infinitas.

Pienso siempre mucho al reflexionar sobre estas cosas en mi padre. A él le pilló algo tarde esto de la tecnología y se marchó demasiado pronto para llegar a disfrutarla en la plenitud que hoy vivimos pero siempre creyó en los ordenadores. Por supuesto me animó y me ayudó a que me dedicara a estos. Siempre usó el ordenador en la medida que podía. Tenía sus hojas de cálculo en Ability, escribía sus informes, hacía sus gráficos de tarta… Nunca le tuvo miedo a la tecnología y no tiraba de mi para que le hiciera o le enseñara. Sólo en ocasiones nos poníamos a averiguar juntos pero nunca vio su edad como un problema, era totalmente autodidacta. Y paciente como él solo. Le recuerdo editando fotos casi pixel a pixel. escaneando con una resolución terrible fotos antiguas estropeadas y retocándolas a mano para dejarlas como nuevas.

Se marchó hace unos 15 años y todavía muchas veces me acuerdo de él cuando veo ciertas cosas y pienso el partido que él le sacaría a herramientas como PhotoShop. Lo que él hubiera aprendido y compartido en internet sobre técnicas de pintura. No le imagino yo muy asiduo a facebook para comentar y eso pero si para leer y estar informado.

Vivimos en un mundo maravilloso gracias a la tecnología. Tendrá su parte «delicada», no diré mala, pero quien reniega de que todos estos avances son maravillosos comete un grandísimo error.

Enhorabuena al premio Planeta 2016. Y a todos los premios planeta que jamás conoceremos.