Bandolera

Mencanta llevar bandolera. Mencanta esa sensación de persona resolutiva que lleva todo lo que pueda necesitar encima en esa bandolera. No me refiero a los bolsos masculinos o las insoportables riñoneras. Me refiero a una bandolera con estilo, cruzada sobre el pecho y en la que lleve todo lo que el mundo pueda demandar de mi. Ponérmela es de esos pequeños gestos que me hacen sentir diferente. Como ponerme EL perfume, ponerme las gafas de sol, pedir exactamente lo que quieres tal y como lo quieres… Hay gestos que te hacen sentir diferente, ¿no os pasa?

Cuando era pequeño y empecé a trabajar (si, yo también empecé una vez a trabajar) recuerdo que de las primeras cosas que compré fue un maletín. Un portadocumentos. Hoy lo guardo en casa pero sería incapaz de usarlo. Que incómodo llevarlo en la mano y que «cerrado» esa caja dura pero en su momento me encantaba llevarlo. Preparar en la oficina la documentación necesaria, los diskettes (si, diskettes), las cintas, revisar que los bolígrafos pintaran, que llevaba tarjetas de visita, folios en blanco… Cerrarlo y en marcha.

Llegar al cliente, sentarme, poner el maletín en la mesa y abrir las pestañas con ese sonoro clack que ya indicaba que alguien importante había llegado. Me sentía tan importante. Un niñato de 19-20 años con ese maletín. Para mi era lo más. Insisto, hoy no lo soporto pero porque lo he cambiado por mi bandolera.

Ah, ¿que no tenéis muy claro a que me refiero con lo de la bandolera? Pues echad un vistazo a la foto de arriba. Junto a la ventana está la mía. No es exactamente la que quiero pero ahí está. En ella llevo mis «cozillas» pero es sobre todo informático. ¿Os he dicho que odio los maletines negros de portátiles? Apuf. ¡Que feos!  Qué informáticos por favor. No me gustan nada, Esta bandolera no es la que quiero pero es lo más parecido que he encontrado.

¿Conocéis la serie 24? Quiero la bandolera que suele llevar Jack Bauer. O el que lleva Carrie Mathison en Homeland. Mencantan. Son la versión 007 del bolso de Doraemon. De ellos sale desde un paquete de tiritas o una aspirina a una pistola, un AK47, un RPG antiblindados o una piruleta para un niño desvalido. Todo cabe en esas bandoleras. Siempre tienen lo que necesitan. Son maravillosas.

Nunca llegaré a tener una así pero echarme la bandolera al hombro es una sensación que me agrada sobremanera.