Burbujas

Burbujas

BurbujasHace tiempo hablaba con una amiga sobre vinos. Me comentó que en una cata habían preguntado a los asistentes que pensaban sobre los diferentes tipos que habían probado. Ella levantó la mano y contó que le resultaba muy curioso como cada variedad se asocia a una situación e incluso una estado emocional. Solemos asociar el vino blanco y fresco con el pescado, el mar, una copa de entrada, algo ligero. Comida e incluso conversación ligera y para romper el hielo.

Un buen tinto se asocia a una carne, a un plato contundente. O a una situación, y estado de ánimo, relajado. Invita a la reflexión, a saborear con deleite, a tomarse un tiempo para descubrirlo y vivirlo. No invita a la prisa. Anima a conversación profunda e intensa. Así es un buen reserva.

Y luego tenemos las burbujas, por hablar de los tres tipos principales. El espumoso. Un cava, un lambrusco, cualquier vino también llamado de aguja. Invita a la celebración, a la diversión, la risa, el disfrute. Invita a compartir con alegría, al brindis feliz. Así son las burbujas: divertidas, animosas, siempre dispuestas a hacer cosquillas.

En La noche soñada, de la que os hablé el otro día, Maxím hablaba de personas «burbujeantes». Es un calificativo que aplica especialmente a uno de los personajes que más me han gustado del libro y que nunca había visto ni oído aplicado a personas. Chispeantes sí, pero no burbujeantes. Me encantó el concepto. No puede definirse mejor a cierto tipo de personas. Al menos cierto aspecto de algunas personas.

Son esas personas con las que congenias con facilidad. Esas que siempre son el alma de una fiesta y que desprenden un aura que hace que todos quieran estar a su lado. Esas personas que siempre están prestas a hacerte reír. Esas personas con una risa y una sonrisa francas y sinceras de esas que se contagian. Te suben el ánimo, te apetece estar con ellas. Gente que te hace la vida feliz y con la que te apetece «brindar».

Por supuesto que, como cualquier vino, tienen su fondo, sus matices, sus riqueza de sabores y sus mil formas de saborearse, pero ese primer toque permanece. Son personas especiales que brillan y que te apetece repetir. Su esplendor y su chispa, sus burbujas, te atraen y te hacen sentir bien desde el primer momento. Son personas maravillosas.

Lo que muchos desconocen es que detrás de todas esas burbujas hay mucho más. Algunos se quedan en el brindis y el sorbo, que es genial, pero el fondo es fantástico también para acompañar un buen pescado, una carne, un postre o una buena sobremesa. Mi padre, que era muy sabio como todos los padres, decía que el cava (chanpán, que entonces no éramos tan políticamente correctos) no era sólo para los brindis y organizaba alguna celebración en la que sólo se bebía champán.

Cuanto se pierden los que se quedan sólo en el brindis. Es genial brindar con la gente burbujeante, pero que maravilloso es descubrir todo lo demás y sentir su compañía en el resto de situaciones.

Bravo por mi padre que sabía disfrutar el champán en cualquier situación, por mi amiga experta en vinos y sobre todo bravo por la gente burbujeante.

7 comentarios en «Burbujas»

  1. Creo que va a salir el químico en esta respuesta…

    Comparto la apreciación de tu amiga sobre los vinos, pero yo haría un salvedad con los de aguja… las burbujas se acaban, siempre!! Y cuando se acaban a nadie le gusta ese vino, cerveza, refresco sin sus burbujas que lo hacen característicos (aunque he conocido gente que quería el refresco sin burbujas)

    Tienes razón en lo que dices, son vinos con muchos matices pero al ser el «fiestero» nadie se queda a comprobarlo. Hay que tener cuidado con esas burbujas, no siempre esconden esas personas que describes, puedes encontrarte con personas que sólo aparentan esa alegría cuando están rodeadas de más gente para ser el alma de la fiesta y luego, como un soufflé mal hecho, se desinflan y se vienen abajo… Hay que ser bueno «catando» para saber diferenciarlos!! 😉

    • Aquí más que el químico ha salido el fiestero que ha probado un mal vino. A veces las burbujas disimulan un buen vino pero ese engaño no suele ir más allá del primer sorbo. Además en el caso de las buenas personas burbujeantes, la chispa no se va con facilidad.

      Y los que se quedan solo en las burbujas… tanta gente se queda en la superficie tantas veces. Ellos se lo pierden.

      Un abrazo y nunca dejes de buscar burbujas chavalote!!

      • Fiestero?? No sé, me apunto a todas las que puedo y me dejan; pero siempre me han podido, siguiendo con el símil, el vino blanco y el tinto. He probado muchas burbujas, pero para la fiesta tienen que ser burbujas de metal (principalmente) 😛

        Las buenas burbujas se quedan por mucho tiempo, y son difíciles de olvidar… 😉

        Eso hago, seguir buscando esas burbujas que me «eleven» 😉

        Un abrazo!!

  2. Las burbujas desaparecen con el tiempo y el “champagne” puede acabar decepcionándote recurriendo a recordar lo que era para olvidar lo que es. Con una copa de champagne sabes cómo empiezas pero nunca como acabas. Con una copa de vino tinto o blanco, todo es más lento pero se asienta con el tiempo.
    Además, con la copa de vino, el desenlace dependerá de su color:
    Tinto, cena a la luz de la vela. Blanco, cena de madrugada.
    Tinto, vacaciones en Paris. Blanco, Toscana.
    Tinto, conversación junto a una chimenea. Blanco, fiesta al aire libre.
    Tinto, conversación en un bar. Blanco, conversación telefónica.
    Tinto, paseo en la playa. Blanco, surf.
    Tinto, relación seria. Blanco, aventura.
    Tinto, mensajes de voz. Blanco, mensajes de texto.
    Tinto, sonrisas. Blanco, carcajadas.
    Tinto, compartir una lectura. Blanco, una película.
    ¡Siempre puedes decantarte por las burbujas si quieres un desenlace imprevisto!
    Saludos

    • Sin comentarios, Bleurouge. Eso si, tengamos en cuenta que los tintos y blancos también pueden decepcionar 😉

      Saludos!!

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