Las apariencias engañan

Las apariencias engañan

Las apariencias engañanSe que el título de este post es de lo más obvio. Todos sabemos que las apariencias engañan, pero cuantas veces lo olvidamos. Como ejemplo la imagen que ilustra este post. La publiqué el jueves en Instagram. Es la pareja que me tocó justo enfrente en el viaje desde Málaga a Madrid en el AVE. La típica pareja de turistas jóvenes y mochileros japoneses. Uno los ve y se imagina historias. Que hace una pareja de mochileros tan jóvenes en un tren desde Málaga a Madrid, que hace una chica tan mona con un chaval tan «normal», etc. Todas las historias posibles sobre una pareja nipona.

Meeeeec!!! Errores. Ni son pareja ni son nipones. Al menos ella. No hablan entre ellos, pero uno imagina que es la «mentalidad» nipona. Meeec, mas errores. Poco antes de llegar a Madrid se descubre el pastel. Ella se pone a llamar por teléfono y es española como el Gazpacho. Supongo que de padres nipones o por ahí. El en cambio si que es «extranjero». Ya no me atrevo a decir de donde. Se cruza tres palabras con ella en inglés pero es que realmente no tienen nada que ver el uno con la otra. Nada. Llegamos a Madrid y cada uno por su lado. Y yo imaginando historias de pareja nipona.

Como eso todo, no hay que fiarse de las apariencias. Ahora mismo acabo de llegar al hotel que tengo cerca de la plaza de Callao después de cenar y tomar un par de GinTonics mientras escuchaba buena música en un bar de Calle Huertas. Por el camino me he topado con decenas de «relaciones públicas».  De esos que te invitan a entrar en bares y restaurantes con el reclamo de algún descuento o consumición gratis. Ninguno me ha ofrecido nada. Confieso que no es que vaya andrajos0 pero prefiero ir con ropa cómoda. Han parado a personas justo antes o después que a mi pero yo supongo que no les resulto «Interesante». Miento: me han parado dos. «Relaciones públicas» de puticlubs. Supongo que es la imagen que doy. Un tio solo con ganas de gastar su dinero en mujeres.

En el bar donde he estado exigían una consumición por persona durante la duración del concierto. El 80-90% se ha pedido una caña. Una mísera caña. Y eso que muchos iban mucho mejor que yo, de esos que los relaciones publicas seguro que hubieran parado. Yo me he dejado 20 € en dos gintonics y un tercero que me ha invitado el Barman. Así de claro. Supongo que prefiero gastar mi dinero en una buena copa que en una buena camisa. Ojo, que no critico nada, que siempre digo que cada uno se gasta su dinero en lo que quiere. La cuestión es que entre tanta caña cuando el Barman me ha visto pedir ginebra premium dos veces ha hablado un poco conmigo. Sobre todo porque la segunda se me olvidó pedirla «sin ensalada» y me la adornó con frutos del bosque, menta, pomelo y yo que sé que más cosas. Total que hablamos un poco del tema de los gintonics.

Cuando terminé esa última copa veo que me pone otra. Un sencilla Beefeater con Shweppes,  o como se escriba. «No, perdona, que yo ya no voy a pedir más». «No, si esta te la pongo yo, para que te lleves el sabor de un GinTonic de los de toda la vida». Y obviamente no me lo cobró. Si nos fiamos de las apariencias debía ser yo el que se pidiera la caña de 3 euros, una, para ver 2 horas de  concierto. Si miras un poco más allá ves que las apariencias no son de fiar.

No es cuestión de echarme flores. Insisto: cada uno gasta su dinero en lo que más le sastisface, pero es cierto que demasiadas veces nos hacemos una imagen rápida en base a lo que vemos que no damos opción a mirar lo que ha detrás. No seamos cerrados. Vamos a mirar más allá. Como he dicho otras veces es como la gente que juzga a Alicia Young por sus fotos o me juzga a mi por apoyarla, seguirla, etc… No hay que fiarse solo de las apariencias ni de la primera impresión. Hay que mirar sempre algo más.

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