Cambios

Cambios

Comentaba el otro día en twitter que se me hacía raro escribir este post. Tanto que contar que no sabía ni por donde empezar. Llegué al acuerdo con @Sonrisadesigual que haría esta primera versión comercial y luego, si tenía audiencia tipo Avatar, pues sacaría el Director’s Cut de 20 horas. Y es que para explicarlo todo requeriría mucho tiempo, remontarme quizás hasta mis 19 años y mi marcha de casa. Mi posterior vuelta, las siguientes mudanzas a diferentes pisos y mi, hasta hace unos días, última mudanza de vuelta a casa de mi madre cuando murió mi padre. Supongo que para esta versión reducida bastará con empezar por ahí, por ese momento de vuelta, que es el que está cambiando en las últimas semanas.

Pues eso, que desde hace unos años, a raiz del fallecimiento de mi padre, me tocó volver a casa con mi madre. Una hermana casada y con hijos, la otra con piso en propiedad y también una hija, así que yo era el mas apropiado para volver a casa con ella cuando todos vimos que no debía estar sola pero se negaba a abandonar ese piso donde había vivido toda la vida con mi padre. Iban a ser en teoría unos meses, hasta que se recuperase de la depresión en la que cayó, pero a lo tonto los meses se convirtieron en años. Te acoplas y, sin darte cuenta, te ves viviendo de nuevo con tu madre, con lo bueno y lo malo que eso conlleva. Pero te adaptas y hasta que no sucede algo que te saca de ese estado sigues con la rutina. Y llevaba tiempo raro, extraño, con mi estado de ánimo demasiado inestable. Con muchas subidas y bajadas, lo mismo feliz con ganas de cantar bajo la lluvia que de meterme en la cama y desaparecer. Y no entendía bien eso, y sabía que necesitaba cambios, que tenía que pasarme algo. En cierto modo, vosotros mismos, fieles lectores, lo habéis vivido. Con post super-alegres y Zen y luego otros tremendos contra mi empresa, mi jefe, la vida en general…

Y tomé medidas al respecto, que ya explicaré (ya veis que aunque parezca que hablo mucho, queda aún más por contar), pero había algo de lo que no era consciente y que me estaba limitando. Era, precisamente, ese vivir con mi madre. Esa falta de independencia me estaba comiendo por dentro sin yo saberlo siquiera. Ojo, es una madre y me llevo bien con ella, no estaba viviendo ningún infierno, pero no es lo correcto, no es lo que necesitaba y no me hacía sentir bien. Con 40 años no se puede seguir viviendo en «casa de mamá» si tienes un trabajo estable y no hay problemas de salud (como hubo al principio). Pero yo no me daba ni cuenta, me acoplé a la nueva situación.

Y así pasó el tiempo hasta que algo que, seguro que a muchos os sonará estúpido, me hizo darme cuenta de esto. Y fue la ya mundialmente famosa MartiMesa. Supongo que todos conocéis de sobra a que me refiero, pero para los nuevos, podeis leerlo en este post de mi blog de Marta Fernández y siguiendo los diferentes enlaces que hay en él. La cuestión es que allí estaba yo, en casa de mi madre, con la mesa de Marta recién recogida de Ikea y pensando: ¿Y donde la pongo? Pero si es que esta no es MI casa, si es la casa de mi madre. Y de repente, todo encajó.

No fue salir corriendo a buscar una casa. Como dije en el post anterior, llevo un tiempo calmado y Zen. No era cuestión de improvisar, pero la puerta se abrió. Todo era cuestión de tiempo. Salir ahí fuera, comenzar a ver pisos y finalmente llegaría el momento, como así ha sucedido. Y en esas estamos, casi estrenando el Dagapiso, que ya empieza a parecer un Dagahogar. Y por lo mucho que lo necesitaba, aunque no lo supiera, resulta que de todos los pisos donde he estado este es, sin duda, el que tengo más ilusión por habitar. Y por decorar, por llenarlo de detalles, por convertirlo en un hogar. Todos los de antes fueron plenamente funcionales. Me conformaba con lo que traían y punto, pero este estoy intentando que sea algo especial.

Lo mío no es el arte ni el buen gusto, no soy decorador ni tengo estilo, pero quiero ir poniendo detalles que me gusten, quiero sentirme a gusto. No solo vivir ahí, quiero sentirme bien, que al entrar me reciba esa pared de espejos comprados en Ikea que he pegado yo mismo y la MartiMesa.

Porque pensaba ponerla en el salón, con una lámpara preciosa, con unas flores o unas fotos, pero tras muchas vueltas acabó ahí en la entrada. Y ahí se va a quedar, porque me gusta que sea ella la que me reciba, la que me recuerde cada vez que entro que esa es mi casa, aunque sea alquilada. Que ese es el Dagahogar y que, en gran medida, estoy en él gracias a esa humilde mesa Lack de Ikea con ese fantástica decoración de Marta Fernández y que me siento muy orgulloso de tener.

Dedicado a @sonrisaDesigual, mi sobrina virtual favorita y fan número uno de este blog.

11 comentarios en «Cambios»

  1. Gracias, Sansa. Ya ves, es como la teoría esa de la mariposa que bate sus alas en nosedonde y lleve en la otra punta del mundo. Nunca sabes qué pequeño gesto, qué detalle en principio insignificante puede producir un gran cambio.

    Seguro que esta casa se llena de buenos momentos y recuerdos pronto.

    Un saludo

  2. Es muy cierto lo que dices, a los padresse les quiere mucho pero cuando te independizas te das cuenta de la libertad que ganas y, en mi opinión, mejora la relación con ellos porque cuando os veis es con ganas de estar juntos, de pasar buenos ratos y se eliminan los roces de la convivencia diaria.

  3. Chapó por compartir un sentimiento que no es políticamente correcto pero que a todos nos llega o ha llegado.Es ley de vida,así lo llaman los padres. Bonito gesto de hijo.Buena suerte en tu nueva vida,esa no es alquilada como el piso.La tienes que decorar también pero será para siempre.

  4. Palabras preciosas, Mónica. Decoraré mi casa alquilada lo mejor posible y sobre todo mi vida. La 1.0 la tengo bien cuidada y la 2.0 cada día estoy más contento de la gente que me acompaña en ella, gente como tú.

    Gracias.

  5. Buenas tardes Dagarín…espero que pases unos momentos maravillosos en ése pisito tan coqueto que has alquilado…¿Sabes que me hace mucha ilusión cuando paso por tu puerta mirar hacia arriba pensando si estarás por ahí? Pon alguna que otra planta que el vecino del primero te va ganando por ahora…
    Besos,
    Eva

  6. Eviiii, que te he echado de menos al ir por tu oficina!!!! Este viernes me paso mientras trabajamos me cuentas que tal esa boda y que tal ese París, ciudad del amor.

    Y en nada estoy comprando plantas. Eso sí, de plástico que yo tengo mucho gafe con las naturales.

    Besitos, corazón.

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