Plan para el sábado noche

El otro día por twitter, esa periodista morena y encantadora de la que tanto os hablo, me trajo a la memoria sin querer la película Magnolia. Tiene ya sus añitos, cosecha del 99, una de las últimas obras maestras, siempre en opinión de este humilde bloguero, que nos dejó el primer siglo de vida del cine. No os voy a contar nada de la película, no es «contable». Es una obra coral, con muchas historias diferentes que se cruzan en ciertos momentos, con sucesos extraños y con mucho sentimiento.

El contar tantas historias de forma tan clara y manteniendo el interés por todos y cada uno de los personajes es una gran proeza. Suele ocurrir en estos casos que, como espectador, acabo sintiéndome interesado solo por algunas historias y las otras las siento de relleno y estoy deseando que terminen para volver a lo que me interesa. Aquí no.

Diálogos, interpretación, guión, música, dirección… todo da la talla, nada desentona o baja remotamente la calidad general. Y para ayudaros a decidir creo que bastan estos primeros minutos de película.

Si, como yo la primera vez que lo vi, acabáis con la boca abierta y os atrapa, corred a buscar la película. Si os quedáis pensando «¿Pero de que narices va esto?» con cierta cara de asco (reacción que también he visto en algunas personas), ni lo intentéis. Yo, por mi parte, pasaré el sábado por casa de mi hermana a recuperar mi DVD de Magnolia y me la veré de nuevo el sábado por la noche, a oscuras, con una buena copa de vino a mi lado. Estas películas son de las que tengo que ver al menos una vez al año. De las 2 o 3 que necesito ver periódicamente. Ya me contareis si se convierte o no en una película de cabecera para vosotros.

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