Al calor de una taza de sopa

Al calor de una taza de sopa

Taza de sopaEn más de una ocasión lo he comentado por aquí: soy un lobo solitario. Bastante gatuno, se podría decir también. A mucha gente le da miedo la soledad. Bien sea por estar solo o por el día de mañana, la famosa vejez que todos esperamos disfrutar y que pretendemos hacer en buena compañía. Es además una época en la que todos pensamos que necesitaremos a alguien a nuestro lado. Alguien a quien cuidar y que nos cuide. Será que yo no tengo en mente eso de tener una vejez así. Me da que me pasará como a mi padre que, más bien joven, se quedó dormido y no despertó.

Pero ojo, que me disperso como me pasa siempre en estos post de reflexión loca poco reflexionados. Y hoy de lo que quiero hablar es de mi la soledad elegida y de mis dudas existenciales. Respecto a mi soledad más que elegida, mencanta. No me asusta estar sólo en casa por las noches. No me molesta no tener nadie con quien hablar por las mañanas. No me importa no tener quien me cocine ni tener nadie por quien cocinar. No me desagrada.

No me importa irme sólo a ver algún espectáculo, pasear sin sentido sólo por la ciudad o coger mi libro, como os conté el otro día, e irme a leer tranquilamente por ahí a leer. Pero os repito lo primero que dije: no es que no me importe es que ME-EN-CAN-TA. Ya os dije: me hace feliz. Y como os dije el otro día, soy feliz.

Y ahora vamos con las dudas existenciales. Cuando de repente la vida, por alguna extraña razón, te obliga a pensar en cosa que nunca había pensado. Se produce alguna especie de alineación planetaria que hace que con personas que no tienen nada que ver entre sí, aparte de coincidir en ser amigos míos, llegas a conversar del mismo tema. Y en este caso el tema ha sido la pareja. Pero pareja en plan formar una familia e incluso los hijos. Tres conversaciones que no tienen nada que ver una con otra pero que de repente me remueven algo.

Muchas veces me pasa que al escribir yo mismo ordeno mis ideas, veo las cosas con algo más de perspectiva. Me acaba de suceder. Igual el nexo en común de esas tres conversaciones soy yo y más en concreto mi subconscientes. Quizás, muy probablemente, casi con total seguridad, sea ese puñetero subconsciente el que ha terminado llevando las conversaciones a ese tema.

Posiblemente sea yo el que de repente no ve como algo demencial y descabellado eso de no estar solo. Y permitidme rectificar en vez de borrar: no hablo de no estar solo, hablo de tener pareja, que no es ni de lejos lo mismo. No es ni de lejos que ya no me guste mi soledad, que ya no me apetezca mi espacio, mi vida, mi silencio… No amigos, no se trata de eso. Se trata de todo lo contrario.

En una de esas conversaciones que os relato describíamos lo que es unirse a alguien. Lo duro que es. Todas las piezas que deben encajar, como debe funcionar ese engranaje, con dos piezas completamente diferentes, para que la relación avance. El esfuerzo y el valor que hay que tener para asumir ese compromiso. Y más aún cuando hay condiciones extras que lo puedan complicar, pero siempre es un desafío que, pienso, es más difícil de asumir porque somos menos maleables.  Y sin embargo ahora no lo veo tan descabellado. Tal vez la edad me hace más inconsciente y no me importaría tanto asumir esos riesgos. Obviamente ni a cualquier precio ni con cualquier persona.

Hablamos en una de esas conversaciones hasta de hijos. En más de una de esas conversaciones, para ser exactos. Y también es un tema que tengo por ahí danzando extrañamente en mi cabeza últimamente. Y danza, y danza. Y aún no me deja pensar bien en lo que quiere, ahí dando vueltas, aunque tampoco lo necesito. Así que mejor dejarlo ahí y no pensar demasiado. Y de nuevo le cojo una frase prestada a Màxim Huerta y su «No me dejes».

No querer pensar también cuenta como felicidad

AbrazoAsí que mejor no pensar en según qué cosas. De todas formas nunca dejaré de ser lobo solitario. Adoro mi soledad. Pero de repente una puerta se ha abierto y parece que he descubierto algo del encanto de ese otro lado.  Igual es que, al final, le he cogido cariño a eso de los abrazos. Que nunca es tarde para descubrir que abrazar y ser abrazado mola. En fin, cosas y reflexiones que escribo acompañado de una taza de sopa calentita. Que no todos los post nocturnos se escriben al calor del alcohol.

7 comentarios en «Al calor de una taza de sopa»

  1. De lobo solitario a lobo solitario, cuanta razón tienes Daniel. Yo siempre lo he sido y tal como va todo, seguiré siendolo.
    Eso no quiere decir que me niegue lo contrario. Pero el compromiso para que se produzca, tiene que ser algo tan, tan bonito que… bufff
    Nunca lo he buscado realmente, pero si el dia menos pensado, aparece, veremos…
    Saludos.

    • Ese es el kit de la cuestión. No lo busco pero igual cualquier día aparece y te lo pone todo patas arriba. Y desde luego tiene que ser algo muy especial para que a uno le apetezca replantearse su vida

  2. Hay tiempo para pasar por todas las fases que te ofrece la vida. Pero ese pequeño cabrón que es el subconsciente, es el único que nos dice la verdad; aunque nos auto-engañemos y pensemos que tenemos nuestra vida controlada, ya se encargará de darnos un toque recordándonos lo que realmente queremos; y me parece que a ti te está empezando a gritar!! 😛

    Un abrazo!!

    • A mi me está dejando sordo el hijo de la gran pu… del subconsciente, jajajaja. A ver si se calla de una vez pero parece que se aburre. Y que yo estoy tela de bien como estoy quillo.

  3. Hombre Dani, yo tambien disfruto mucho de estar solo, pero no dire que no a tener pareja (a veces, aunque sea 10 minutos al mes lo hecho de menos) pero tambien me tomo las cosas como vienen, las disfruto asi y punto, no vayw a ser que mañana se te fastidie el tema y dejes de disfrutarlo.

    • Yo es que he huido directamente de lo de tener pareja. Peeero últimamente no se si saldría tan corriendo. Quien sabe, Fran. La vida cambia o las personas cambiamos, o ambas cosas. Pero en el fondo siempre seré un lobo solitario. Eso quedará ahí de por vida.

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