Neuroderechos y la demanda a Meta

Neuroderechos y la demanda a Meta

Ea, ahí te dejo ese título y esa palabra que posiblemente desconozcas, como yo desconocía hace menos de una semana. De hecho, el corrector ortográfico ni siquiera la reconoce porque los neuroderechos aún están en proceso de estudio, definición y puede que legislación.

Si la unión de los neuroderechos con Meta, anteriormente conocida como Facebook, han atrapado tu atención, voy a ir contándote cositas.

Meta y las tabaqueras

Hace unos días ha comenzado un macrojuicio de estos americanos contra Meta. Mas de 40 estados se han querellado contra la compañía por poner en riesgo la salud de los adolescentes a sabiendas. A mi, que soy un poco mayor, me recuerda a los juicios contra las tabaqueras también en aquellas tierras.

Durante décadas el tabaco era símbolo de estatus, de una forma de ser, de carácter. Incluso un símbolo de libertad para las mujeres, entre las que no estaba muy bien visto fumar. Encender ese cigarrillo era otro símbolo de igualdad entre hombres y mujeres.

Las tabaqueras fomentaban todos estos comportamientos a la vez que agregaban más y más componentes a los cigarrillos para hacerlos cada vez más adictivos. A sabiendas además, cada vez con más pruebas, de los importantísimos riesgos para la salud de esos cigarrillos que vendían. Hasta que se hicieron públicos no sólo informes contra el tabaco, sino que las compañías los sabían y los ocultaban para seguir aumentando sus beneficios. Todo acabó, más o menos, con unos juicios similares a estos a los que se enfrenta Meta, donde tuvieron que compensar, relativamente, los daños causados.

Ese es el camino que lleva Meta porque las acusaciones se sustentan en que las redes están diseñadas para crear adicción, que usan mecanismos del cerebro que son subconscientes y que difícilmente puede controlar el usuario. Pero lo más grave es que saben que esta adicción está provocando problemas de salud mental. especialmente en adolescentes, y aún sabiéndolo siguen aprovechando esos algoritmos para generar adicción y retener a los usuarios sin velar por su seguridad ni su salud.

Por supuesto, todo esto «supuestamente» porque es lo que se tiene que decidir en el juicio.

La Neurociencia

La neurociencia estudia el comportamiento del cerebro humano a nivel neuronal, como funcionan las conexiones de nuestras neuronas para generar recuerdos, crear emociones, sentimientos físicos como el hambre… Estos estudios se realizan normalmente mediante electrodos implantados o conectados al cerebro pero también se pueden hacer mediante las reacciones que se deducen a ciertos estímulos.

El ejemplo más descabellado y, del que poco se habla, de la utilización de la neurociencia es NeuraLink, un proyecto de Elon Musk que pretende crear un aparato capaz de «leer» nuestro cerebro y, lo más preocupante, escribir en él. Que puede ser muy útil para ciertas enfermedades neuronales como puedan ser el Parkinson o el Alzheimer pero en según qué manos, ¿qué usos puede darse a ese terrible poder?

Hablamos de leer nuestra mente, nuestros recuerdos, nuestra emoción… e influirla. Hacer que dejemos de sentir dolor, pero quizás también pasión. O que no sintamos compasión cuando veamos a alguien sufriendo. De evitarnos lamentar la pérdida de un ser querido o hacernos creer que ese criminal de guerra está salvando el mundo. El poder es terrorífico. Y ahí surgen los neuroderechos.

Los neuroderechos

Se pretenden establecer 5 neuroderechos básicos y que se incluyan en las constituciones y declaraciones de derechos humanos:

  • Derecho a la identidad personal, que asegure que no van a alterar la forma en como nos percibimos a nosotros mismos
  • Derecho al libre albedrío, que impida que mediante este sistema tomemos decisiones manipuladas por ellos.
  • Derecho a la privacidad mental, para asegurar que no recopilen información cerebral sin nuestro consentimiento ni negocien con nuestros datos.
  • Derecho a un acceso equitativo a estos avances para que las mejoras que se produzcan no queden sólo al alcance de los más ricos y/o poderosos
  • Derecho a no ser juzgados por los pensamientos que se puedan deducir u obtener de estos sistemas

Una sencilla carta de derechos «neuronales» que debería estar ya recogida en cualquier legislación básica de cualquier país y que, poco a poco se va implementando.

Neuroderechos y Meta

¿Que tiene que ver una cosa con la otra? Pues si cambiamos electrodos para leer nuestras emociones por reacciones ante la pantalla de un móvil, se puede decir que es parecido. Meta no sólo sabe, a través de todo su entramado de redes, a qué le das Me Gusta. Eso era fácil. Sabe que enlaces sigues, sabe si amplias una imagen, sabe si lees el texto o sólo pasas de largo, sabe si repites el video, si lo guardas, si te enseña otro similar sabe si tu reacción es la misma o no y deduce qué te gustó del primero y no del segundo…

Así hasta un número de parámetros incalculables que ellos llaman algoritmo. Yo lo llamaría Aprendizaje Automático o Inteligencia Artificial, porque ya te he dicho en alguna ocasión que un algoritmo no es más que un tipo de inteligencia Artificial con un fin muy concreto.

¿Están vulnerando nuestros neuroderechos?

Esa podría ser la gran pregunta. Una de las cosas que se trata en la demanda es que en 1 de cada 3 adolescentes estudiados, las redes provocan descontento con su imagen. Otro tercio asegura que Instagram les genera ansiedad, depresión y, en casos extremos, instintos suicidas. ¿Está violando el primer derecho?

Ya conocimos gracias al escándalo de Cambridge Analítica que habían sido capaces mediante esos algoritmos de alterar la forma de pensar de cientos de miles de individuos. ¿Donde queda nuestro neuroderecho al libre albedrío?

Lo de que recopilen información «cerebral» sobre que nos gusta y que no para negociar con nuestros datos, ni lo desarrollo.

Ahí tenemos al menos 3 neuroderechos violados. Eso sí, mediante técnicas no invasivas como colocar electrodos pero, ¿no es incluso más peligroso hacerlo mediante algo que consideramos tan inocente como una red social? Realmente no somos conscientes de los mecanismos que utilizan para engancharnos, que claramente existen, ni de como nos van alterando nuestra consciencia. Estamos totalmente indefensos ante tal manipulación porque ni siquiera sabemos que se está produciendo.

Posiblemente ese sea el siguiente paso a vigilar de las redes: que respeten nuestros neuroderechos.

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