El fin de mis días
Como ya sabréis si me seguís en Instagram, he pasado unos días muy desconectado de mi vida diaria en Zahara de los atunes. El tiempo no ha acompañado todo lo que me gustaría sobre todo para ver esas puestas de sol que me fascinan de esta zona pero si he cumplido mi objetivo: desconectar, relajarme, pensar y tomar decisiones. Como efecto secundario, ayer por la mañana vi claramente cómo quiero que sea el fin de mis días.
Es fácil: quiero que sea en un pueblo. Con mar, si es posible. No tiene necesariamente que ser Zahara de los Atunes porque aunque ahora es un pueblo casi fantasma, con unos pocos turistas como yo pasando el puente y los parroquianos, esto en los meses de verano debe ser una locura. Se nota en la cantidad de comercios, restaurantes y aparcamientos cerrados hasta 2020. Ahora es perfecto pero habrá que verlo en verano.
Lo que yo quiero es un pueblo pequeño como está este ahora, con los pocos vecinos que se conocen, la gente mayor en la puerta de la casa sentada en su silla viendo pasar al tiempo y los vecinos. Las puertas de las casas abiertas sabiendo que no va a pasar nada. Los «parroquianos» en los bares compartiendo mesa aún con «desconocidos» hablando de sus pocas cosas, porque pocas cosas pasan aquí, mientras toman un café o una caña eternas.
El fin de mis días quiero que sea desayunar en El Empujoncito un café grande y una tostada completa con crema de jamón cocido o aceite, saludando a todos los vecinos que van pasando camino de sus compras y demás quehaceres. Sin prisa, ya con el día empezado.
Seguirá con un paseo de 2 horas por la playa, sintiendo la arena en mis pies y oyendo el mar. Sin pensar ya en nada, no como ahora que tenía mi cabeza echa una jaula de grillos. Volver a casa comprando en las pocas tiendas del pueblo las cosas necesarias para el día, escribir un rato, hacerme de comer, ver la tele, siestear y dedicar tiempo a mis cosas.
Mis cosas. ¿Quién sabe cuales serán esas cosas?. Posiblemente leer, escribir, cacharrear con alguna tontería electrónica, jugar un poco con alguna consola (seguramente ya sería algo retro), ver series, dar otro paseo a tomar una cerveza acompañado por los parroquianos….
Sería una vida sencilla, sin pretensiones, relajada. Esa es la vida que he visto este fin de semana y que muy parcialmente he disfrutado. Yo, que tan cigarra soy, de repente tengo una meta en la vida. Que el fin de mis días sea así.
Esas ventajas que te da vivir en un pueblo de 2400 habitantes del interior de Valencia… (si no fuera porque tengo que hacer 100 km para ir a trabajar) pero si, aqui se vive de lujo, y muy relajasamente…
Una cosa así quiero yo cuando me jubile, fijo.