Recordar, escuchar, aprender

Recordar, escuchar, aprender

Recordar

Mi amigo Jorge está haciendo un documental nuevo, sencillo, familiar. De hecho no tiene ninguna intención de estrenarlo en cines ni darle ninguna promoción. Ni siquiera lo subirá a Youtube de manera pública. Es la vida de su abuela. Noventaintantos años ya cumplidos y en cuanto alguien está dispuesto a escucharla o le pone una cámara delante, te cuenta cuando comenzó la Guerra Civil, donde estaba ella, qué hacía, con quién estaba.

Cuenta historias de cuando emigró, cuando se casó, colegios, lo que era trabajar en aquellos años… Es maravilloso escucharla hablar y es maravilloso que Jorge esté dedicando tiempo a recopilar esa historia, porque eso es la historia, lo que viven las personas, el recuerdo real de personas que estuvieron allí para vivirlo y contarlo ahora.

La historia «oficial» es necesaria, pero siempre estará llena de nombres importantes, fechas, lugares emblemáticos, acontecimientos cumbre.. que están muy bien y necesitamos, pero necesitamos el recuerdo de quien estuvieron allí. Quienes lo vivieron de primera mano porque era lo que tocaba vivir, sin afán de hacer historia, sin nada especial más allá de una vida normal. Y si hay algo más especial que una vida, ya me contáis.

Escuchar

El domingo estuve viendo el último programa de la temporada de Salvados, en La Sexta. Es además el último programa que va a presentar Jordi Évole, el rostro visible del programa desde hace 11 años. Lo deja y dedicó el último programa a Su Barrió, donde se crió, dónde vivió la infancia.

Es un programa lleno de historias, un programa lento, de escuchar tranquilamente las historias que cuentan esos vecinos del barrio. De darse cuenta de como han cambiado las cosas. Pregunta Jordi a una pareja que lleva toda la vida juntos cómo se consigue eso. «Pues dándole la razón a él en todo», dice ella. Si, así de sumiso, así de fácil.

Nos cuenta otra que enviudó hace unos años que ahora es feliz. Que aunque no lo pueda decir delante de sus niños porque era su padre, ella no fue feliz con él. Sobre todo en sus últimos años. Ella ahora es cuando lo pasa bien, cuando hace lo que quiere. Y lo dice con una sonrisa grande en la boca y su pelo teñido de azul, toda una declaración de rebeldía porque con él jamás se lo hubiera teñido.

Está entrevistando Jordi al Churrero del barrio, que heredó la churrería de sus suegros y lleva media vida trabajando 12-14 horas al día, y pasa una muchacha joven con su niño, que mira los churros y el churrero le da uno. La muchacha le intenta pagar pero él no lo coge. Cada día pasa con el niño, le cuenta a Jordi, y siempre le da un churro. «Hombre, algún día tendrá que pagar la cuenta la madre, ¿no?» Le dice Jordi sonriendo. «Por ahí no viene la ruina, Jordi.»

Aprender

Escuchar es aprender. Nos enseñan tanto, hay tantas y tantas perlas que nos pueden contar esas generaciones, tanta sabiduría, tanto que contar y tanta historia que no se debería repetir. Y por desgracia nos cuesta escuchar a la gente mayor demasiadas veces. Son batallitas de otros tiempos, historias de abuelo cebolleta, no les prestamos la atención que debemos y tendríamos que aprender.

De como vivieron, de cómo han luchado, de cuánto les debemos, de cuánto sacrificio han tenido que hacer y cuánto les queda aún, porque muchos aún luchan por su pareja, o por su soledad, o por su vida. Aprender de luchar por lo que de verdad importa. Por el futuro de los suyos, por dejar un mundo mejor, por lo que han pasado.

Será que me hago mayor, los 50 están a la vuelta de la esquina, y me voy dando cuenta de que es importante el pasado y es una pena no dedicarle el suficiente tiempo. No para regodearse, no para pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino quizás para todo lo contrario, para aprender que todo lo bien que estamos ahora, por mucho que nos quejemos, es gracias a sus luchas pequeñas y grandes.

Otros tiempos

Mi madre se fue a Suiza al poco de casarse con mi padre. Emigraron, como tantos otros españoles, en busca de un trabajo y un futuro mejor. Mi madre siempre hablaba que fue la mejor época de su vida. Trabajaba, era independiente, disfrutaba con sus amigos, era muy feliz. Se ve en cada foto que hay de aquellos años.

Cada mes enviaban dinero a Málaga para ayudar a la familia, porque para eso se iban también, para ayudar a los que se quedaban aquí. Y se quedó embarazada. Y mi padre, perchelero y malagueño de pura cepa, quería que su hijo fuera malagueño, que no naciera en el extranjero. Y se vinieron aquí en teoría a dar a luz a mi hermana. Mi madre me contó que no sabía que el dinero que habían ido mandando lo habían ido guardando para comprarles una casa. Y así lo hicieron, les compraron la casa donde ahora estoy yo escribiendo esto, hace ya más de 50 años.

Eran épocas de sacrificio y aunque mi madre quería volver a Suiza se quedaron aquí. Tenían casa, mi padre encontró trabajo y era suficiente. Ella siempre dijo que se hubiera vuelto encantada, pero se vio atrapada por las circunstancias en un tiempo donde la mujer poco tenía que decir.

Es una de las pocas historias de aquellos años que tengo de mi madre, y me arrepiento mucho de no haber preguntado más. De no poder contar ahora como se conocieron mi padre y ella, de no saber como murió, siendo ella niña, su hermana. De a qué dedicó su vida aquí, si la dedicó a algo más que a ser madre. Saber con más detalle qué hacía. Haberle dedicado algo más de tiempo a dejarla recordar, escuchar y aprender de ella.

Dedicad todo el tiempo que podáis a recordar, escuchar y aprender de esas personas a vuestro alrededor que han vivido mucho más que vosotros. A vuestras madres y padres más allá de los días señalados. Sentaos a escuchad a vuestros abuelos. Preguntad, no os quedéis con las ganas de saber, porque antes o después será tarde.

En fin, cosas que me pasan por la cabeza por las noches.

PD: Echad un vistazo al Salvados cuando podáis. Dedicadle un tiempo, merece la pena. Salvados. Mi Barrio.

2 comentarios en «Recordar, escuchar, aprender»

  1. ¡Que programón, yo no creo que cualquier tiempo pasado fue mejor, la única diferencia es que no se ven las cosas igual cuando tienes el empuje de un chaval de 18 años a cuando ya has pasado de los 40, pero si, a veces oímos hablar a la gente mayor y como «ya hemos oído esa historia muchas veces» no les hacemos todo el caso que deberíamos…(Lo de escuchar no siempre se nos da bien)

    • No se nos da bien, no. Y cada vez peor con estos tiempos que corren de prisas. Escuchar requiere tiempo y eso parece que nos falta siempre.

      Me alegro de que lo vieras y te gustara.

      Un saludo

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