Reflexiones de domingo: Acostumbrarse al dolor
Hace unos años me pasó una cosa que me asustó bastante: por unos minutos me quedé casi sin vista. Estaba trabajando y de repente noté una mancha blanca en la vista. No podía ver. Sobre todo en el centro, los laterales los noté menos. No hubo dolor, no hubo pinchazo, simplemente mi vista desapareció.
Por el tema de mi diabetes me asusté muchísimo. Pensé que sufría un desprendimiento de retina o algo parecido así que asustado me fui caminando al trabajo. Ni siquiera quería que nadie me acompañara. El hospital estaba cerca, 10 minutos andando, y podía ver, sólo que no enfocaba y veía mucha luz. Si alguna vez os han hecho una dilatación de pupila para alguna prueba médica, la sensación era similar.
A medida que me acercaba al hospital todo fue volviendo a la normalidad. El brillo desapareció, empecé a poder enfocar y el único rastro que quedó fue un terrible dolor de cabeza. Las pruebas salieron negativas, no había nada mal en mis ojos, así que me recomendaron ir al médico de cabecera.
- «Eso es una migraña con aura» – Me dijo la doctora.
- «Ah, si yo no tengo migrañas» – Respondí.
- «¿A ti no te dan dolores fuertes de cabeza sin razón aparente?»
- «Sí. Lo normal. De vez en cuando»
- «No. El dolor no es normal. Cuando algo duele es que algo pasa y por lo que me estás diciendo me confirmas que tienes migrañas. Un dolor de cabeza no aparece de repente. Se llaman migrañas. Y has tenido una migraña con aura.»
El dolor no es normal. Cuando algo duele, algo pasa. Es de esas conversaciones que se quedan grabadas. Dolor. Que curioso es el dolor ¿verdad? La de cosas que podemos medir hoy en día pero aún no tenemos formas de medir empíricamente el dolor. La única manera que tiene el médico de saber cuanto te duele algo es preguntar. «En una escala de 1 a 10, ¿cuando te duele?»
Y yo que sé. Porque además el dolor es tan subjetivo. Están los que llamamos «quejicas» que son esos que a poco que sientan un leve pinchazo o signo de dolor, o eso creemos, ya están protestando. Luego están esos que aguantan y que salvo que sea insufrible no hacen nada ni toman nada al respecto. Y luego está el tema de acostumbrarse al dolor. Convivir con el dolor como si de los latidos de tu corazón se tratase. Llevar el dolor como algo normal, como me pasa a mi con mis migrañas, que salvo que sean muy fuertes apenas les hago caso.
Hace ya unos meses que convivo con dolores nuevos, en las articulaciones. Y no los entiendo y no sé si son «normales», si tendré que convivir con ellos el resto de mi vida, mucha o poca, o si algún día se irán como han venido. Dolores que empezaron con el codo derecho, que mi doctora catalogó como «codo del tenista» y que ya me advirtió que debería aprender a tener rachas mejores y peores.
Dolores que continuaron con el talón derecho y que de repente dan como resultado descubrir que tengo un «espolón» ahí que comprime el músculo y me produce daño. Para eso no me dicen nada. Me han dado rehabilitación que ha obtenido los mismos resultados que beber un vaso de agua cada mañana, y no me proponen nada más.
Y dolor que continúa con el codo izquierdo, parecido al derecho pero más intenso y que no sé a qué es debido. Asumo que es lo mismo que me pasó con el codo derecho y asumo que debo aprender a convivir con él. Son tres dolores que me fastidian, por no decir que me joden. Los tres. El talón me hace cojear cada mañana durante un par de minutos como poco y cada vez que estoy un tiempo parado. El codo derecho es el que más leve tengo y el izquierdo me hace soltar una mueca de dolor cada vez que giro la muñeca para ver el reloj o cojo algún peso.
¿Me duelen mucho o poco? ¿En una escala de uno a diez, comparado con nosequé? ¿Es normal este dolor o debería quejarme más? ¿O quizás me quejó demasiado? Que subjetivo y puñetero es el dolor. Y eso que me quedo en dolores físicos. Los sentimentales, apuf. Esa es otra historia. Igual hay quien no suele sufrir o quien sufre mucho. Quien sabe cuando se sufre. ¿Cuando tiene uno derecho a quejarse por los dolores, físicos o psíquicos, sin llegar a ser un quejica?
Ya sabéis: reflexiones de domingo que no suelen llevar a ninguna parte.
Bueno, en parte te llevan a desahogarte por lo menos, como la cola de la sala de espera donde estan todos mirando a ver quien la tiene mas larga, yo como norma general no siento dolor excepto cuando empiezo a correr y algunos dias en la espalda, pero tampoco suelo tomarme nada, son cosas a las que te acabas acostumbrandoy ya ni tratas, es de ser estoicamente tonto, en fin, nos vemos en la cola del medico!
jajaja. Quita, quita. Mejor no. Por cierto, me consta que conociste a buena gente el otro día. Una pena no haber estado por allí también. Algún día lo arreglaremos. ¡Un abrazo!
Ya te digo, Jesus subio a Valencia y aprovechamos para conocernos y desvirtualizar un poco, en fin, a ver si la proxima es con mas gente, un abrazo Dani
Así estamos todos! La edad no perdona, el cuerpo se va cascando y cada vez salen más goteras que vas haciendo tuyas. Con esos dolores ya cuentas y cuando no duelen los echas de menos. Por lo que dices fijo que tu doctora tiene menos de 50 años.
Un beso
Pues por ahí andará mi doctora. Ahora, una cosa te voy a decir: lo que de verdad duele es una b donde debe haber una v.
A ti todo te queda bonito