No leéis
Que rico es nuestro idioma y cuantas formas nos permite de decir exactamente lo mismo. O mejor dicho, cuantos matices nos permite dar al mismo hecho dependiendo de que palabras se utilicen. Cuanto daño pueden causar algunas maneras de hacerlo o cuanto pueden mitigar el «dolor». No deja de impresionarme. Y se puede hacer con la mejor de las intenciones o con la peor. Y hay gente que aún sin pretenderlo suele escoger la peor de las opciones. A saber.
Dos personas leen un mail. Lo leen, os lo aseguro. Lo interpretamos de una manera sin darle muchas vueltas y en base a eso respondemos correctamente. Nada raro y dos personas que realizan su trabajo eficientemente. Unos minutos después lee el mismo correo una tercera persona. El encargado. No sólo interpreta lo mismo que esas dos primeras personas sino que le da una vuelta de tuerca más. Le da una interpretación adicional que resulta correcta y que hace un aporte más a lo que en principio se interpretó.
Se puede dar como un aporte, se puede decir que le demos una vuelta más a las cosas, que vayamos un poco más allá pero lo que no se puede decir es «es que no leéis las cosas». No. Eso no. No se puede tratar a la gente de inútil y torpe. Y un día pase, no le haces caso, pero es como la tortura esa de la gota de agua que día a día te golpea y te mina. Así trabajan esas frases con la moral de las personas.
Un día no le das importancia, ni el segundo, ni la tercera frase, ni la cuarta… pero poco a poco te van afectando, te las planteas. ¿Será verdad que no lo he leído? ¿Será verdad que soy tan torpe? Igual es verdad que no sé hacer mi trabajo… Y así. Así funciona esa gota día a día. Semana tras semana, hasta que al final te rompes.
Le lenguaje es amplio, hay mil formas de decir las cosas, procuremos no usar siempre la más destructiva. Parece que hay personas a las que no le sale, y no lo hacen con mala intención (eso quiero creer) pero un poquito de por favor, que a la larga duele.
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