Implicación
No puedo con la gente que no para de darle vueltas absurdas a las cosas. La gente que habla y habla sin parar, teorizando y dando ideas fabulosas pero sin concretar nada. Gente que no es capaz de tomar decisiones. Demagogos, «bienquedaos», indecisos, gente sin implicación por los proyectos en los que está y que repiten una y otra vez las mismas cantinelas. Que todo queda muy bonito y muy molón, que todo parece fabuloso, pero cuando hay que tomar decisiones para llevarlo a cabo, ah amigo, eso ya es otro cantar.
Cuando hay que optar por A o B la cosa cambia. Y ya ni os cuento si ni siquiera A y B existen y hay que buscar la forma de conseguir algo. Eso necesita motivación e implicación, como decía el otro día Chicote en su Pesadilla en la Cocina. Aquí estas personas se embuclan, vuelven a frases del pasado para quedar bien. Y que bien quedan sobre todo si hay gente que no ha escuchado antes esas frases rimbombantes dignas de Paulo Coelho. Que bonito queda todo, pero… ¿como lo hacemos?
Cada día tengo menos paciencia con estas cosas. Cada día busco más gente resolutiva. Gente que piense rápido y sepa tomar decisiones basándose en los datos que tiene. Y cuando a las 2 horas de estar con una de esas personas que no sueltan más que frases vacías da la casualidad de que te topas con alguien activo y efectivo, alucinas. Eso me pasó hace unos días. Pasar del vacío más absoluto a encontrarte con una persona que apenas necesita decir tres frases concretas para tomar decisiones es fantástico. Necesito gente así en mi vida.
Oigan, y que por suerte en mi trabajo abundan de esas personas resolutivas y efectivas, faltaría más. Diría que son la mayoría, pero cuando me toca bregar con «Los Otros», uuffff. O cuando en un cliente todo el mundo salta con la cantinela de «No es mi responsabilidad», «Aquí no mando yo», «Esto lo que digan» y sientes que lo único que hacen es intentar escurrir el bulto y endosarle la decisión a otros.
Me gusta la gente que se implica, motivada, con ganas de sacar el trabajo adelante, salga mejor o peor. Implicación y motivación. Esas son las claves.
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