Cuestión de actitud

La vida es rara. El amor es jodido y se empeña en pasar de largo o, lo que es peor, hacernos sufrir. Las personas somos extrañas. Subimos a lo más alto y descendemos a los infiernos a velocidades de vértigo, pero en el fondo todo es cuestión de actitud, de afrontar las cosas de la mejor manera posible. Quizás no es tanto buscar el lado bueno a las cosas o mirarlo todo a través de un cristal rosa. Quizás se trate de algo más sencillo: de recrearte en lo bueno o en lo malo. Y eso si podemos decidirlo, si es nuestra opción.

Hablaba el otro día con un buen amigo delante de un par de copas de vino y nos poníamos al día de nuestras cosas. A veces tiene más paciencia que el santo Job. Ahí estaba escuchando como le contaba los problemas en el puto trabajo con los dineros, el jefe, los compañeros, etc. Los problemas en casa con mi madre, su enfermedad y líos familiares adicionales. Problemas con mi salud y otras cosas malas que andan por mi entorno y contra las que ando luchando, como gente que tiene ganas de joder a una de las personas que mas quiero en este mundo y que no soporto ver sufrir como vi el otro día. Y se quedó sin escuchar mis luchas internas conmigo mismo por dejar de seguir tropezando con la misma puta piedra una y otra vez y mis necesidades emocionales.

Tras un buen rato de darle la chapa (gracias, My Friend) le pregunté: «¿Y tu que tal?». «Joder, comparado contigo de puta madre». Y nos reímos los dos. Y confieso que le había contado estos problemas con cierta naturalidad, como cuando tienes ese dolorcillo ya crónico en la espalda que asumes como algo normal. Como esa tos que tienes cada mañana cuando fumas y que lo consideras tan habitual que no te das cuenta que es tu cuerpo luchando contra el veneno. Pero de repente pensar todo lo que había contado y lo que me pasa me hizo ver que si, que tengo muchas razones para estar jodido.

Pero es que resulta que la vida es una puta montaña rusa y lo mismo que te da cosas tan malas te da pequeñas grandes alegrías. Algunas francamente grandes. Sorpresas que te llenan la vida de ilusión y sonrisas. Que te hacen sentir que merece la pena. Todo, la gente, la vida, tu mismo. Pese a los rollos, inseguridades, inquietudes y las cosas malas que te rodean. La vida siempre tiene cosas que te hacen sonreír si sabes verlo. Ese es el problema de algunas personas. Miran demasiado lo malo, lo que les sucede cuando están abajo, los malos momentos.

Y se que muchas veces son los más. Me está sucediendo. Puedo pasar horas rodeado de mierda pura, de situaciones que te quitan las ganas de vivir, pero me agarro a esos minutos fabulosos que me depara el día. Un guasap, una foto, una canción, una sonrisa inesperada de alguien, una comida con un amigo/a, una copa de vino en buena compañía, un abrazo de alguien querido… y esas chispas son las que me dan la vida.

Razones para estar jodido tengo muchas. Tela marinera. Las que os he contado, las que conté a mi amigo y muchas más que no puedo ni debo contar. Razones para estar feliz son menos, y me vais a permitir que no las cuente porque, como dice esa famosa viñeta, seguro que viene alguien y las jode, pero ahí están y a ellas me agarro. Porque son tremendamente intensas y felices, no podéis imaginar cuanto. Porque son reales, o así las siento, y porque en esta vida todo es cuestión de actitud. Y no quiero pasar por aquí lo mucho o poco que me quede retozando en la mierda. Hay cosas demasiado hermosas que no me pienso perder y que voy a disfrutar a tope. Gente maravillosa con la que reir y a la que querer. Con la que compartir felicidad y a la que intentar ayudar a salir de los baches, como hacen conmigo.

Gracias a los que estáis ahí aportando un rayo de sol en mi vida.