El Comité – Soldados

El Comité – Soldados

Jueves,  10 de Agosto de 1961

5.000 soldados por cuerpo, eso es lo que debemos tener disponibles en las próximas semanas para la construcción y vigilancia de El Muro. Más del doble de lo que calculamos inicialmente. En lo que a mí respecta debo aportar unos 800 como mínimo. Esas son las cuentas que hoy nos ha traído Erich y bien tranquilo se ha quedado cuando las ha soltado.

No es sólo vigilancia, también van a participar en el despliegue de las barricadas, que quiere hacerse en el menor tiempo posible. Yo pienso que si se movilizan a todos esos soldados a la vez se podría hacer en un par de días pero no creo que pretendan ser así de rápidos, o sí. No lo sé. Hoy en día no sé nada.

La mañana ha pasado ordenando llamadas, enviando cartas urgentes y mandando mensajeros. Estamos en agosto y hay muchos soldados de vacaciones. Los permisos quedan todos cancelados y deben estar disponibles para una llamada excepcional en cualquier momento. Se les ha convocado a todos el próximo sábado 12 de agosto a las 12 de la mañana en el hangar donde se están acumulando las barricadas. Ellos, obviamente, no saben nada de las barricadas ni del muro en teoría aunque estoy convencido de que algo se olerán.

Reconozco que me da miedo que algunos no respondan al llamamiento. Visto lo visto de ayer en la frontera no descarto que también haya soldados pensando desertar. Y a propósito de las fronteras, he dedicado un rato a localizar al padre y al hijo que vi ayer mientras esperaba a pasar la frontera. Efectivamente es lo que imaginaba, un padre y un hijo. No me ha costado demasiado localizarles. Al fin y al cabo está dentro de mi zona y uno tiene sus contactos. A través de la matrícula del furgón los he localizado. Estaban en un calabozo justo en mi cuartel. Están colapsados en todas las comisarías y cualquier habitación con rejas y puerta con cierre se utiliza para esos menesteres. Se les acusa de intentar abandonar el país de manera ilegal. Curioso porque lo más normal sería que les detuvieran en su destino y les expulsaran, no es el caso.

No sé muy bien porque pero he decidido bajar a verles. No me ha costado ningún trabajo entrar, no deja de ser mi acuartelamiento y mis soldados. Ni siquiera he firmado el registro de visitas, no quiero constar de ninguna manera pero quería saber los motivos por los que ese hombre había decidido arriesgar incluso a su hijo metiéndolo de aquella manera tan arriesgada en ese coche.

David y Otto, padre e hijo. Padre de 38 años, mi edad. Otto 7 años, la edad que podría haber tenido hoy en día nuestro hijo si Heidi no hubiera tenido ese primer aborto. Se me parte el alma al recordar a ese pequeño niño abrazado a su padre en aquella pequeña celda. Ese hombre mantenía la entereza supongo que por él pero principalmente por su hijo. Le dije que era una visita extra-oficial, que no era ningún cargo al mando y que vi ayer su detención cuando pasaba al otro lado para unas gestiones. No sé si me creyó o es que simplemente necesitaba contar su historia a alguien a ver si conseguía que les sacasen de allí.

Me contó que estaban solos en el mundo. Su mujer, cuyo nombre no me dijo o no quiso decirme, les había abandonado cuando Otto apenas había cumplido los 3 años. Nunca pudo averiguar dónde se fue ni las razones por las que lo hizo, pero desde entonces sólo se tenían el uno al otro. Bueno, y a sus padres que le ayudaban con Otto cuando él tenía que cruzar cada día a trabajar a Berlín Oeste a una fábrica de coches.

La historia es sencilla pero me temo que se va a repetir en muchas ocasiones estos días antes de que se construya el muro y se normalice la situación. Sigo convencido de que antes o después la situación se volverá a normalizar. David no tiene más sustento que su trabajo como operario en la fábrica. No cuenta apenas con ahorros y aunque ha intentado encontrar trabajo en nuestra zona no lo consigue. Es cierto que el paro en nuestro Berlín es una de nuestras grandes lacras. No gana ninguna fortuna en la factoría pero es el único dinero que entra en su hogar para mantenerles a los dos. Ha escuchado, como todos, lo de El Muro. Sabe que no tardará mucho y que no podrá ir a trabajar cada día como hace ahora. De hecho ya tenía que levantarse cada día media hora antes sólo para poder pasar los controles.

Está rehaciendo su vida con una mujer en Berlín Occidental. Hace 6 meses que se conocieron. Ambos trabajan en la misma planta de la factoría y empezaron a coincidir en los descansos para comer. La amistad fue transformándose en cariño y hace un par de meses pasó un fin de semana con ella y con Otto, los tres juntos. Una familia de nuevo. Ella nunca ha tenido familia y está encantada con él y con su hijo. Le ha dicho mil veces que fue uno de los mejores fines de semana de su vida y está deseando que se conviertan en familia.

David no se fía. Está muy enamorado de ella. Se ven cada día después del trabajo y han pasado más de un fin de semana juntos, pero pesa el abandono de su mujer. Son sólo 6 meses, con su mujer llevaba casi 10 años y no vio venir su abandono. No se fía de volver a hacerle daño a Otto. Que vuelva a tener una madre y que dentro de unos meses se canse. Ella siempre le ha insistido que no puede volcar en ella las frustraciones con su ex-mujer y aunque ya están los dos en una edad en la que el tiempo apremia él quería esperar… hasta el pasado fin de semana.

Iban a pasarlo los tres juntos y no pudieron. Su pase es laboral, para ir él a trabajar a la factoría de lunes a viernes en horario restringido. Cuando quiso pasar el sábado por la mañana con su hijo no se lo permitieron. Tuvo que volver a casa, telefonear a Gisela, que así se llama su novia, y decirle que no podían verse. El lunes hablaron y ella insistió, con más fuerza y más razón que nunca, que debían irse a vivir con ella. Ya legalizarían su situación pero no perdería el trabajo y no les faltaría un techo donde dormir. No había demasiado que pensar así que aceptó la propuesta.

El martes por la noche preparó el coche. Buscó un lugar donde poder ocultar a Otto y le contó como pudo que debía esconderse allí y estar callado hasta que él le volviese a abrir. Que era muy importante que nadie le viera ni le oyera. El miércoles se pusieron en marcha, con mucho miedo. David más que Otto me pareció intuir. En el sitio donde iba escondido metió varios paquetes de tabaco abiertos porque le dijeron que eso despistaría a los perros. Por lo que pudo comprobar no sirvió de nada. Y ahí estaban, en ese pequeño cuarto esperando no sabían qué.

Esa era su historia. Otra historia más de padres e hijos. Otra historia más de familias. Otra historia más de personas buscándose su futuro, su vida. Una historia que desconozco cómo acabará pero que me temo no tendrá un final feliz. Visto cómo están los calabozos y que no han hecho más que intentar escapar, lo más probable es que ya estén en su casa. Les hacen pasar una noche entre rejas, les retiran los pases y a sus casas con orden de no acercarse a una frontera en meses.

Así de sencillo y así de complicado. David acababa de perder su único sustento, su trabajo. Puede que también la posibilidad de formar una familia con alguien que le ama y acepta la peculiar situación que tiene. No todo el mundo está dispuesto a iniciar una relación con alguien que ya lleva un hijo incorporado. Las cosas no son sencillas para dos, menos para tres. Eso es lo que se está viviendo estos días. Eso está provocando la psicosis pre-muro.

Sé que hay soldados que están en los controles que lo están pasando mal al escuchar estas historias que las personas que detienen les cuentan. Ahí no hay delincuentes, no son ladrones con pistolas, no son asesinos. Son personas normales haciendo lo que creen mejor para su futuro. Me consta que algunos están haciendo la vista gorda en algunas ocasiones. Sé que algunos de mis hombres tienen familia o novias en el otro lado y que están pasándolo mal. Hay muchos miembros jóvenes, no están aún lo bastante endurecidos para soportar ciertas presiones. Algunos de ellos de hecho, como yo hace una semana, están veraneando en la zona occidental con sus familias, mujeres, hijos, padres… Ahora les estoy haciendo volver y el sábado se enfrentarán a una reunión en la que se les expondrá lo que vendrá en las próximas semanas. No sé como reaccionaran. Espero que tengan la suficiente entereza y fuerza como para sobrellevarlo.


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