El Comité – Preguntas incómodas

El Comité – Preguntas incómodas

Domingo, 25 de Junio de 1961

Oye, ¿y tú qué sabes del tema del muro?

Sin ningún tipo de preámbulo ni calentamiento. Así es Olga y así me ha soltado esta mañana la pregunta en cuanto hemos cerrado la puerta de casa para ir a comprar los dulces que hacía unos minutos se habían caído había tirado en el suelo de casa.

En el momento que soltó la pregunta y me giré a verla me di cuenta que todo había sido un paripé. Llegó con aire de cansada, como si le costara mantenerse de pie. Cuando se acercó a dar los besos de rigor a Heidi pareció sufrir un pequeño mareo y el paquete con las pastas y dulces cayó del revés, siguiendo la más estricta ley de Murphy. Había comprado merengues además de las pastas así que todo quedó inservible.

Tras sentarse, beber un poco de agua y tomar aire insistió en bajar a la panadería de la esquina a por otra remesa pero que yo la acompañase por si se mareaba de nuevo, mientras Heidi recomponía el desastre del suelo y preparaba los cafés. Pese a que Heidi le insistió en que tenía pastas en casa y no era necesario, Olga se empecinó en bajar a por dulces. Que siempre los poníamos nosotros, que quería tener un detalle… Menudo teatrillo había montado y qué bien le había salido. Su cara de fatiga desapareció al instante y se puso totalmente seria. Quería saber sobre el muro del que, al parecer, todo el mundo habla ya. Quería información de primera mano y esta vez no se trataba de ningún cotilleo de portera.

Yo por supuesto puse cara de sorpresa y negué ningún conocimiento más allá de algún rumor que achaqué a los capitalistas del otro lado. Incluso mencioné la rueda de prensa de Walter pero Olga de tonta no tiene un pelo. Ella sabe que esos discursos no son más que patrañas de cara a la galería, quería saber la verdad de boca de alguien que, según sus palabras, estuviera «en el ajo».

Me reí fingiendo que no había ningún ajo en el que meterse o que yo al menos no estaba en ninguno. Ella volvió a insistir y me dijo que no se trataba de cotilleo para compartir en el mercado. Me recordó que jamás se había metido en mi trabajo ni me había preguntado sobre lo que hacía o dejaba de hacer, pero que este tema nos afectaba directamente. Me sorprendió tanto interés. Le pregunté en qué le iba un interés tan personal si de lo que se hablaba era de una cuestión política y formal. Me miró con los ojos muy abiertos y firmes, buscando en mi interior.

Espero que sea verdad eso que dices, Fritz. Que no exista o que sea un tema formal. Y si no es así y no te das cuenta en qué nos afecta a nosotros, es que eres o demasiado inocente o demasiado insensible.

Ese nosotros fue lo que por fin me abrió los ojos sobre el porqué de su interés. Claro que el muro nos afecta, no entiendo como no lo he visto antes. Yo sigo confiando en que será una cuestión formal, eso es cierto, pero si no lo fuera claro que nos puede afectar mucho.

Olga vive en la otra Alemania. Olga estará en la otra parte del muro que quizás en unos meses pueda ser la otra parte del mundo. Si no se trata de una cuestión meramente formal nos cambiará la vida. ¿Olga y Heidi separadas? No se me ocurre nada peor que pudiera ocurrir a ninguna de las dos. No sólo se quieren y se complementan, se necesitan. Como el aire. Las visitas y llamadas entre una y otra son constantes. Lo de los domingos es una formalidad, casi por cumplir conmigo. Pero las llamadas entre ambas son prácticamente diarias y al menos una o dos veces más en semana se ven. ¿Separadas por un muro? Imposible.

Y por supuesto ese nosotros. No solo los tres, ella y yo. Esas escapadas. Nuestras tardes. Un peso quitado de encima, porque siempre que salgo de su casa esas tardes la culpabilidad nos abruma y tal vez ese muro nos libre de esa terrible sensación aunque también nos impida ese placer inmenso de tenernos el uno al otro. Siempre salgo pensando que ya no más pero pasan las semanas y volvemos a caer. En cierto modo yo también la necesito. También es imprescindible para mi.

Todas estas reflexiones han debido pasar por mi cabeza y Olga lo ha leído. Su gesto serio se ha tornado triste.

Ahora lo estás pensando. Eres demasiado bueno. Te cuesta ver la parte negativa de las cosas, pero puede tenerlas. Ahora sé que habrá un muro. Lo sabes. Y espero que tengas en cuenta a tu familia.

Mi familia. Mi familia no son más que Olga y Heidi. Mi vida. Mi mundo. ¿Está en peligro?


El libro de El Comité al completo, con contenidos adicionales, disponible en Amazon.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.