Marie Kondo y la magia de quedarse con lo bueno
Marie Kondo es la japonesa de moda en los últimos años y más aún en los últimos días con el estreno de su serie en Netflix, Poniendo orden con Marie Kondo. Por si no sabéis quien es y no tenéis ganas de consultar la Wikipedia, os cuento de qué y de quién estamos hablando.
Marie Kondo y La Magia del Orden
Hace ya unos meses que supe del libro La Magia del Orden. Reconozco que me asombró que hubiera un libro enseñándote a ordenar pero me dijeron que a algunas personas les había cambiado la vida así que decidí darle una oportunidad. Me sorprendió nada más empezar a leer que Marie Kondo se ganara la vida ordenando casas. Es una especie de asistente del orden, como si fuera una asistente personal. La llamas, te visita para explicarte su método, te ayuda a ponerlo en práctica y te cobra por ello. A mí eso ya me impresionó.
Su método se resumen en dos palabras: Tirar cosas. Consiste en tirar con un orden y un criterio. El orden está pensando para que empieces por lo más fácil y acabes por lo más complicado. Se empieza por la ropa, se sigue por los libros, los papeles, el komono(más o menos un repaso general a todo lo que haya por casa que no entre en los apartados anteriores ni en el siguiente) y las cosas de valor sentimental.
El criterio es siempre el mismo: desechar todo aquello que no te haga feliz. Debes coger cada objeto, pensar si te transmite felicidad y si no lo hace le das las gracias por los servicios prestados y hasta luego Marie Carmen. Yo siempre he sido muy de tirar así que tampoco es que me haya cambiado la vida el libro pero si es cierto que me ayudó con algunas cosas.
Tirando con orden y criterio
Siempre se empieza buscando todos los elementos de una categoría por toda la casa y juntándolos en un lugar. Sacar toda la ropa es fácil y tirar la que no usas también. La que no te sirve y ni recordabas que estaba, la que está que se cae a trozos, la que guardas por si algún día pierdes esos kilos de más que sabes perfectamente que jamás perderás… Además, al acumularlo todo en un mismo sitio te da a veces medida lo que tienes en cajones, armarios, trasteros, altillos… y que ni sabes que está. Lo dicho, la ropa es fácil, por eso su método empieza por ahí.
Lo siguiente son los libros. Ha habido mucha polémica al respecto porque Marie Kondo no recomienda tener más de 30 libros en casa. A ver, que es una recomendación y que su método se basa en no acumular y agradecer los servicios. Por cierto, eso de ver en la tele a gente mirando una camiseta de la época de Curro y dándole las gracias antes de tirarla es un poco «raro». Vuelvo a los libros.
Yo mismo creo que no tengo más de 40-50 libros, pero he leído muchos más. Muchísimos los he prestado y no han vuelto. Otros muchos me los han prestado y los he devuelto. Otros los he tirado porque no me satisfacían y no quería conservarlos… Ella no sugiere que leas menos, como parece que han entendido algunos, sino que uses los libros y los dejes pasar. Para mí es una buena idea, la verdad. La inmensa mayoría no los volverás a leer ¿Para qué acumularlos? Los disfrutaste, pues cédelos para que hagan feliz a otro.
Papeles, tres cuartos de lo mismo. Facturas antiguas, manuales que no usas, etc. El komodo es vaciar esa caja de herramientas con mil destornilladores iguales y oxidados que no usas porque siempre utilizas el mismo. Ese cajón de utensilios de cocina donde está ese cacharro para hacer dibujos en la espuma de café que compraste no sabes ni porqué pero allí esta. Aquí sí que incluyó una cosa que a mí me llamó la atención.
Los regalos
¿Cuántas cosas tienes en casa que no usas, no te gusta, pero que guardas porque te lo regalaron? A veces incluso lo exhibes porque es un regalo de la suegra que vería mal que no estuviera expuesto ese plato con la forma de la Mona Lisa hecha con macarrones. Ahí está, amargándote la vida cada vez que la ves pero no la tiras porque es un regalo.
La filosofía de Marie Kondo es que ese regalo cumplió el objetivo en el momento en que lo recibiste. Quién te lo dio pensó en ti, con mayor o menor acierto, lo regaló con ilusión y lo recibiste con ilusión. Esa ilusión no debe convertirse en una condena de por vida. Si cuando estás repasando el komodo, o cualquier otro grupo, encuentras regalos, no les otorgues el salvoconducto per se. Valora si te hace feliz ahora o no y si debe quedarse como cualquier otro objeto.
Por último está el apartado de objetos de valor personal, sin duda el más complicado, pero también hay que ordenarlo, ya basta de guardar ese klinex usado donde se limpió el maquillaje tu novia de hace 20 años. Revisa también y filtra.
Y ese es en esencia el método KonMari, el método que utiliza Marie Kondo y que ahora podemos disfrutar en Netflix. Lo adereza sobre consejos para ordenar mejor, cómo doblar y guardar la ropa, que se usen cajas para todo porque así es fácil volver a organizar, etc. No soy detractor del método, en cierto modo ya lo usaba porque siempre he sido muy de tirar y una vez que ordenas todo es cuestión de mantenerlo, pero para mi le falta un sexto apartado.
La sexta categoría
Y yo me invento que porqué no seguir con el orden y con lo de tirar lo que no te hace feliz. Si hemos tocado lo emocional con el tema de los recuerdos, sigamos, demos el siguiente paso y entremos directamente en las personas.
¿No os parece que a veces acumulamos más «amigos» de los necesarios? No abarcamos para tanto pero, lo que es peor, a veces no nos hacen felices. Tampoco hablo de infelicidad, pero se pueden mantener amistades en el tiempo que ya no son lo que eran. Porque las circunstancias cambian y las personas cambiamos. Y nadie es mejor ni peor, nadie ha mejorado con el tiempo y otros han empeorado, pero también es necesario poner orden en ese terreno de las personas de nuestro entorno.
Pensar en ellas, como cuando la gente de la serie de Marie Kondo coge una prenda, y analizar si nos hace feliz o no estar con esa persona. Ojo, que no hablo de pareja, hablo desde amigos lejanos hasta la pareja o familia. Que nos hace feliz, pues a guardarla y conservarla. Tratarla con mimo, ponerla en un cajón que la haga feliz y dedicarle tiempo, como a esos libros que conservamos, los recuerdos o los calcetines.
Poner a mano los que más felices nos hacen, que podamos dedicarles tiempo a menudo, o en un cajón un poco más de lado si lo usamos menos pero sí que nos hacen felices esos ratitos compartidos. Los que no, dejarlos de lado. Las personas no pueden tirarse pero sí que deberíamos darnos cuenta de que no. De alguna forma sacarlas de nuestro corazón. En muchas ocasiones tendrán que seguir en nuestro entorno, pero no tienen porque estar en nosotros.
Cuesta, claro, pero es algo que también practico. Quizás por eso no tengo amigos de infancia, quizás por eso no tengo demasiados amigos. Tengo los justos, los que quiero, los que me hacen feliz. Y aunque no aplicara el método porque ni existía Marie Kondo, es algo que he practicado de manera inconsciente durante toda mi vida y que os animo a probar.
Haced el ejercicio: poned en un montón a toda la gente que conocéis, que tenéis en vuestro entorno. Pensad quienes os hacen felices. Al resto quizás deberíais empezar a dar las gracias por los servicios prestados y sacar de vuestros corazones. Que las que queden, las que os importen y a las que dediquéis tiempo, sean las que os hacen felices.
Yo voy más allá y propongo crear la séptima categoría: los familiares. No se puede tener más de tres familiares en las cenas de Navidad. Al carajo con esos primos a los que no ves el resto del año. No más charlas incómodas sobre Vox o Podemos. Y EL GATO O PERRO CUENTA COMO FAMILIAR, y ya sabemos que ese se queda.
Jajaja. Me gusta lo del perro/gato. Los familiares entran en la categoría de personas, de momento