Emocional

Lo reconozco: para bien y para mal soy una persona emocional. Y no me refiero a que llore con facilidad, me emocione o a que sea una personal altamente sensible, PAS como se llaman ahora. Me refiero a que me dejo llevar muchísimo por las emociones.

Andaba estos días en la búsqueda de un coche nuevo para comprarme. Visitando concesionarios, mirando modelos, comparando precios, prestaciones… y en esas andaba cuando me decidí a poner una pequeña encuesta en twitter. No es que tenga ningún valor estadístico, pero comprobé que lo que más se valoraba a la hora de comprar un coche, en esta pequeña encuesta, son las prestaciones.

Por supuesto es una de las cosas que tenía en mente a la hora de comprarlo pero en mi encuesta puse tres opciones más, a saber: precio, diseño y emoción. Estas tres quedaron igualadas, por detrás de las prestaciones. Por supuesto todo cuenta, todo lo miramos. Nos tiene que entrar por los ojos, debe entrar en nuestro presupuesto, queremos obtener las mejores prestaciones posibles por nuestro dinero y queremos un coche que nos guste. Ninguno va a ganar en todos los apartados así que en caso de empate en varios, ¿cuál es vuestro «voto de calidad», como dijo acertadamente Victor Souto? Mi voto de calidad es, sin ninguna duda, el emocional.

Estaba mirando varios modelos. Me debatía sobre todo entre Ford Fiesta, Nissan Micra o Hyundai I20, estando ya casi decidido por el último. Buenas prestaciones, dentro de presupuesto, diseño algo insípido pero no malo… pero no me acababa de decidir, algo me faltaba. Pase casi por casualidad por una concesionario Renault, me senté en el nuevo Clio e inmediatamente supe lo que le faltaba al Hyundai: emocionarme.

Me sentí dentro de ese coche, no me preguntéis porqué. Me gustó el diseño exterior, me sentí cómodo sujetando ese volante, abrazado por ese asiento, mirando ese cuadro de instrumentos… Fue algo irracional, totalmente emocional, pero supe que muy mal se tenían que poner las cosas para que ese no fuera mi coche.

El resto es historia: pregunté colores, prestaciones, financiación, equipamientos… y aquí estoy esperando que en un par de semanas me llegue mi nuevo Clio. Para mí es muy importante el factor emocional en muchos aspectos de mi vida. Como he dicho al principio, para bien y para mal. De los coches que me he comprado, que con este son 6 y el último me ha durado 15 años, las decisiones de compra de dos de ellos fueron así de emocionales.

Mi primer coche nuevo, como casi todos el primero que compré era una basurilla de cuarta o quinta mano, lo compré porque leí en el periódico que en esa semana llevaba de regalo una radio con CD, así de absurdo. Y os juró que no miré más. Leí el anuncio en el periódico del domingo y el lunes estaba en el concesionario comprándolo. Me daba igual color, prestaciones… el que entraba en precio, que tuvieran allí y que tuviera radioCD

Mi C4 actual lo compré porque vi un anuncio en televisión y el panel central del volante no se movía al girarlo. El volante se movía pero el centro, donde estaban los botones de la radio y unas cuantas cosas más, se quedaba fijo. Me pareció la cosa más increíble del mundo y quise ese coche.

Y así soy, en casi todo. Emocional. Me muevo por impulsos. Me maravilla y admira la gente que hace las cosas con la serenidad que se merecen y toma decisiones meditadas. La gente que hace lo que debe muchas veces y no lo que le pide el cuerpo. Quizás yo tenía que haberme comprado el Hyundai i20, algo más barato, o quizás incluso el Ford Fiesta, el primero que vi y el único que probé. Estupendo de precio y una marca de la que tengo grandes referencias, pero ninguno me emocionó.

No, no digo en absoluto que lo mío sea lo correcto. Seguramente sea todo lo contrario, pero yo es que digo como Mecano: que no sé si seré sensato, lo que sé es que me cuesta un rato hacer cosas sin querer.