Ratatouille

Ratatouille

Spoiler Alert, para que no se queje nadie: Este post contiene una de las escenas finales de la película Ratatouille, por si no queréis leerlo y que os estropee el final.

MamáOs confieso un pequeño secreto: nunca me gustaron las croquetas de mi madre. Si, sé que es pecado mortal, a todo el mundo que conozco le encantan las croquetas de su madres. Es más, jamás habrá probado croquetas mejores que las de su madre, ¿Verdad? Es ley de vida. A mi en cambio nunca me hicieron gracia. Si, me las comía pero no recuerdo haberlas pedido nunca. Había mil platos suyos que prefería y que jamás he probado mejores que preparados por sus manos. Torrijas, pollo al ajillo, tortilla de patatas, tostadas… Recuerdo que una amiga de una de mis hermanas decía que preparaba las tostadas con un esmero increíble. Repartiendo la mantequilla perfectamente por la tostada para que no faltara nunca en ningún trozo ni hubiera pegotes en otro.

Hace uno días he vivido un momento parecido al final de la película Ratatouille. Al final llega el crítico gastronómico más importante de París. La idea es hundir el restaurante para que se lo quede un personajillo que anda por ahí de esos malos. Le tienen que preparar un plato especial y deciden prepara Ratatouille. Es un plato de verduras al horno muy sencillo y se extrañan por la decisión. Todos hubieran optado por un plato más elaborado y arriesgado pero «el chef» tiene claro que será ese el plato a dar al chef, con una presentación un tanto innovadora. Así lo hacen y se produce esta escena.

El crítico vuelve a su infancia, a cuando su madre le preparaba Ratatouille en su casa en el campo cuando el llegaba triste del colegio. El sabor del campo, el calor de su madre reconfortándolo, esas verduras al horno… todo eso vuelve de inmediato a la mente del crítico. Os podéis imaginar lo que queda de película.

El otro día fui a tomar unas cervezas y pedí una tapa de Ensaladilla Rusa. Posiblemente la tapa más habitual al menos en Málaga. Hay mil formas de prepararla pero es una apuesta bastante segura, al igual que un pincho de tortilla o unas patatas bravas. Me llamó la atención el aspecto y cuando la probé me resultó extraño. No estaba fría, como son habitualmente las ensaladillas rusas. Era muy sencilla. Patata que no estaba triturada del todo ni entera, mayonesa que no ahogaba la mezcla, atún, huevo duro y zanahoria. A excepción de la zanahoria es justo lo que en mi casa siempre he llamado Ensaladilla de patatas.

Nunca la llamábamos Ensaladilla Rusa, no sabría deciros porqué, pero era así. A veces con unas aceitunas troceadas pero casi siempre así. A veces, cuando iba con prisa y no me daba tiempo a que las patatas se enfriaran porque tenía prisa por algún motivo me la tomaba también así, templada. No me importaba en absoluto. Era la Ensaladilla de Patatas de mi madre. Hacía tiempo, demasiado, que no recordaba esa receta.

En sus últimos años no cocinaba demasiado, prefería pedir comida a domicilio porque las piernas no la sostenían mucho tiempo. Algo de comida casera del asador que le subíamos alguno y con eso tiraba. No recuerdo cuantos años hacía que no tomaba una Ensaladilla con ese sabor. Me pasó como a Anton Ego, el crítico, en esa escena. Me sentí en la mesa de la cocina de mi madre, con esas patatas recién machacadas a mano con un tenedor, con su atún y mayonesa. Mamá sirviendo y ambos compartiendo nuestra vida. Nada del otro mundo pero son esos momentos que no sabes cuando los estás viviendo que se están grabando en algún lugar imborrable de tu mente. Ese donde se guardan las cosas importantes, aunque ni siquiera sepas que lo es cuando lo vives. De ahí salió el otro día con toda su fuerza.

Me niego a poner una foto de una Ensaladilla Rusa cualquiera y como no tengo ninguna de la de mi madre, os pongo esta en la que muestra orgullosa una de esas recetas suyas que para mi son espectaculares: las tortillas de bacalao. Mamen las versionó y las hizo para su blog. Llena de orgullo y satisfacción mostraba esa página de Mamen en mi iPad.

6 comentarios en «Ratatouille»

    • Y ni te das cuenta de lo importante que puede ser algo tan sencillo comer un plato de ensaladilla con una madre. Hay que disfrutar y vivir cada momento.

      Beso para ti, Amiga.

  1. Bonita manera de recuperar los recuerdos dormidos de la infancia. Y Ratatouille, maravillosa película. De las mejores de Pixar/Disney.

  2. Maravillosa pelicula para ilustrar una anecdota AUN MEJOR, si, la comida y los olores para los recuerdos son magicos.

    • Es tan extraño qué puede activar ciertos mecanismos en la memoria. Desde luego la comida es no de esos ques.

      Un saludo Fran

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