No es de fiar

Ya me lo habéis dicho más de uno y de una alguna vez por Facebook y twitter: no me fío de nadie, jajaja. Mis «no es de fíar» se han convertido en una pequeña tradición mañanera. Un saludo con un puntito irónico que comparto en Facebook y Twitter. Creo que leí el primer «no es de fiar» al gran JotaBenedi, del que ya os he hablado por aquí alguna vez. Un twittero e instagramero de cabecera, de esos que es un placer seguir y que te sigan. Sin darme cuenta incorporé la frase a mi día a día y a lo tonto se ha convertido en una forma de saludar que me gusta.

Los soltaría a todas horas pero creo que con uno al día es más que suficiente y si se me ocurre cuando voy por la calle alguno, como el otro día que iba caminando junto a una chusma con las chanclas haciendo ruidito plas plas plas, la apunto para la mañana siguiente. Y me hace cierta gracia cuando alguien se lo toma demasiado en serio. De verdad, no hay que darle más importancia, es puro divertimento y algunos los compartiréis y otros os veréis identificados. Bien porque «no seréis de fíar» o bien porque si lo sois y os da rabia la gente que va haciendo plas plas plas con las chanclas. De cualquier forma me hace gracia ver que gente que apenas me lee por aquí ni comparte demasiado sí disfruta mis «No es de fiar». Sin ir más lejos el otro día una amiga me dijo en una fiesta de cumpleaños que los leía a diario y que se partía con ellos. Y yo que me alegro.

Pero ojo, que eso no significa que yo no sea de fiar, en absoluto, pese a lo que pueda parecer. Lo he comentado algunas veces ya: Estoy tremendamente feliz y disfruto de las personas que son de fiar y que me hacen disfrutar. Y últimamente lo hago muchísimo. No es que vaya por la vida amargado ni nada, sólo creo que un poquito de ironía mola. En realidad en la vida hay mucha gente que si es de fiar

La gente que ríe es de fiar, lo dije el otro día. Esas personas que tienen una risa franca. Por teléfono o en persona. Que la risa les sale desde el interior y sin tapujos. Sale plena, se contagia, te hace compartir su felicidad y reír con ella. Poco gente así hay por el mundo.

La gente que se abre y con la que te abres es de fiar. Esas personas con las que hablas y hablas de todo. Con las que cuentas los secretos más inconfesables sin pensar siquiera que es un secreto, como si estuvieses contando lo que desayunaste ayer. Y que sientes que se abren contigo y te dan lo mejor de ellas mismas.

Las personas que miran a los ojos son de fiar. Esas que te dejan entrar en sus ojos y se adentran en tu interior con suavidad y cariño. Y eso que yo siempre he sido de no mirar a los ojos. Recuerdo que Sandra me decía «en tu casa os habláis entre vosotros mirando siempre la tele, no os miráis». Ahora me gusta perderme en una mirada.

Las personas que están son de fiar. Las que no tienes ni que pedirlo, simplemente están. Las que te hablan, para bien y para mal, conectando lo que dicen con lo que piensan, son de fiar. Las personas que no se preocupan de quedar bien con todo el mundo, son de total confianza.

Las personas independientes son de fiar. Esas que saben estar con los demás, que son sociables y agradables, que se divierten en grupo perfectamente, que son disfrutables y compartibles pero que disfrutan una tarde de cine en soledad, porque no necesitan que las acompañen ni obligan a nadie a ver lo que ellas quieren ver. Las personas que no necesitan a nadie pero no huyen de las personas, salvo en los momentos en que quieren estar solos, yo me fío mucho de ellas. Sé que no estarán conmigo por estar, lo hacen porque realmente quieren.

Hay mucha gente de fiar. Muchas personas con diferentes virtudes que haccen que las aprecies. Pero ¿sabéis lo más impresionante? Cuando todas estas virtudes y otras muchas se unen en una misma persona. No suele ocurrir, pero cuando sucede es maravilloso. Es gente que se hace querer, a la que tienes que querer. Si encuentras alguien debes ser consciente de que eres un auténtico privilegiado por tener esa suerte.

Si, esas personas, si algún día llegas a encontrar alguna, son de fiar..