No todo está perdido

No todo está perdido

MiQueridaPelirrojaEn los últimos meses hemos tenido un chaval haciendo las prácticas en la oficina. Prácticas de administrativo. No es el primero ni será el ultimo, llevamos años teniendo chicos y chicas de prácticas tanto en oficina como de técnicos. Nuestra oficina es un tanto «peculiar» y no sólo tenemos que estar con los ordenadores. Igual tienes que recibir material en el almacén y cargar cajas que ir a llevar cosas a los técnicos o que hacer de «técnico» improvisado. Para bien y para mal, no es una oficina convencional.

Una de nuestras tareas habituales es coger unos cartones planos y convertirlos en cajas perfectamente preparadas para meter unos equipos especiales. Vienen troqueladas específicamente para el tema y es un trabajo tedioso pero que se hace cada 10-15 días. Mientras este chaval estaba haciendo las prácticas llegó un día que había que «hacer cajas», como nosotros le decimos. Le dijimos que íbamos a enseñarle a hacerlas para que se pusiera a hacerlas un rato y nos soltó un «es que yo no he estudiado para hacer cajas». Como diría una buena amiga: «¿Holaaaa?». Perdona, chaval, que es un trabajo que hay que hacer y que hacemos cualquiera de nosotros cuando hay que hacerlo, que no te estamos pidiendo nada raro y que un trabajo de oficina no es solo coger el teléfono.

Total, que no es el primero, ni será el último, que nos llegue en ese plan. Por supuesto hay más que honrosas excepciones, como mi querida Pili, que ya sabe que la quiero un montón y que era una curranta y optimista nata. Siempre positiva, siempre sonriendo, siempre dispuesta. Así si. Pero ya hace unos años que estuvo Pili por allí y lo cierto es que los últimos que han venido van en la linea de este de «las cajas». Y uno piensa «¿Esta es la juventud que nos llega?» Desanimada, sin ganas de trabajar, con mas normas y leyes que los que trabajamos. Dedicando más tiempo al WhatsApp que al trabajo. Sin ganas de aprender ni de dar más de lo justo.

Y de repente llegan noches como hoy. Sales a tomar unas cervezas y una copa con un amigo. Vamos a tomar una copa a un bar. No hay demasiados clientes y la camarera se une a nuestra mesa. De pie, alerta a los clientes, pero se pone a charlar con nosotros. Nuestra mesa de dos se convierte en una mesa de tres. Y de gusto escucharla. 21 años pero con muchísima vida detrás e historias para llenar varios libros. Historias que a otras personas hundirían pero se intuye que a ella la han hecho aún más fuerte. Y por supuesto con mucha vida por delante que veo llena de cosas fantásticas porque tiene una cabeza fabulosamente amueblada. Ideas claras. Sabe lo que quiere y lo que debe hacer para conseguirlo. Y se lo curra.

Se saca sus estudios mientras trabaja, a base de dormir 3 horas si hace falta para compaginar ambas cosas. Y ya tiene sus estudios, pero empieza más, porque sabe lo que quiere. Hace varios trabajos si hace falta, y no le importa. Y tiene mucha historia, que además ha dibujado y va dibujando en su piel a base de tatuajes. Siempre sonríe, tiene una sonrisa preciosa. Y se siente muy feliz de quien es, muy segura de si misma. Capaz de sacar risas y de despertar admiración.

Esta camarera es, como igual habéis supuesto, mi querida pelirroja. Tiene 21 años recién cumplidos. Y cuando ves a gente así con esa edad, te das cuenta de que no todo está perdido. Que siguen existiendo jóvenes con espíritu de lucha, que saben que las cosas no caen del cielo y que hay que trabajar.  Que pese a su juventud tienen su futuro claro. Y piensas que ojalá haya mucha gente así. Aunque quizás es como las joyas: el hecho de ser escasas te hace valorarlas aún más.

Desde aquí gracias a mi querida pelirroja por una noche especial y por hacernos ver que no todo está perdido. Tu conseguirás todo lo que te propongas, seguro. Porque lo vales y porque lo mereces.

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