La importancia de los pequeños detalles

La importancia de los pequeños detalles

Pequeños DetallesQue importantes son los pequeños detalles. Que grandes se hacen. En todo en la vida es importante cuidar esos detalles que hacen que las personas se sientan especiales. Con la pareja, con la familia y, en el caso que me ocupa hoy, los clientes. Cuando tienes un bar especialmente cuesta muy poco cuidar esos pequeños detalles con tus visitantes. Marcan la diferencia entre que vuelvas y/o lo recomiendes o que los dejes de lado. Y eso, cuando se trata de un establecimiento público, es vital. La diferencia entre la vida o la muerte empresarial. Y he tenido un par de ejemplos muy recientemente.

Como ya sabréis, habitualmente como cerca del trabajo en alguno de esos bares de menús económicos por 7-8 €. Somos entre 2 y 5 personas las que nos quedamos a comer 3-4 veces por semana. Tras mucho probar varios sitios, porque todo cansa, íbamos habitualmente a uno. Que no digo yo que con nosotros haga su Agosto pero si nos convertimos en clientes habituales, pues mejor, digo yo. Siempre solemos salirnos algo del menú. Que si una o dos cervezas extra, que si algún café de más con Baileys… y no pasa nada. Se paga el extra.

Hay una compañera que tiene una costumbre y es que a casi todos los segundos platos le gusta añadirle un huevo frito. Pisto, filetes, croquetas, calamares… casi siempre suele completarlo con «Y con un huevo». Es curioso y divertido. Pero un día, no sé porqué, caímos en la cuenta que el huevo lo cobraban. Un extra. 75 centimos. No es nada, pero precisamente por eso nos pareció una ridiculez que cobraran un huevo extra a una «familia» que somos habituales. Eso con otros pequeños detalles como ese han conseguido que no volvamos a pisar ese bar.

Con mi amigo @neneland suelo quedar algún que otro viernes para tomar unas cañas  con sus tapas, alguna ración de algo y unos gins. Solíamos ir a un sitio donde era todo razonablemente barato y correcto. Tenemos una manía: con los gins nos gusta picar algo de frutos secos. Almendras, cacahuetes, kikos… lo típico de cualquier bar. En este lo ponían, y hablo en pasado. De repente dejaron de poner frutos secos con las copas y aún comentándolo, el jefe decidió que no le compensaban los frutos secos para los clientes. Deben estar a precio de oro, oigan. Pues estos dos caballeros no han vuelto por allí. Ahora tapeamos en otros sitios, más o menos por el mismo precio, y nos tomamos los gins en otros sitios de la zona donde además de ponernos los frutos secos las chicas que nos atienden son monas y apañás. Esos pequeños detalles hacen que nuestros 30-40 euros vayan ahora a otros lugares.

Y hablando de pequeños detalles y del bar de las chicas monas. Chicago se llama, por si os interesa. En la zona de Teatinos de Málaga, donde están todos los bares de tapas y copas de moda. No lleva mucho abierto, junto al Amsterdam que si es bastante más conocido. Son pequeños detalles como estar atentos a que en cuanto se vacíe el cuenco de los frutos secos lo repongan. Que no te traigan la ginebra en el vaso/copa preparado sino que te sirvan de la botella a la copa en la mesa, que tu veas que realmente te están poniendo lo que has pedido. Que la chica (algún día me acordaré de preguntarle su nombre) te sirva la copa y viendo que no queda demasiado en la botella te pregunte si la remata. Porque no por echar mucha ginebra el Gin sabe mejor. De hecho @neneland lo agradeció pero dijo que no.

Son pequeños detalles. Cosas que no cuestan nada, o casi nada, y te garantizan clientes que van a repetir y, aún más importante, recomendarte. Seguro. Y eso vale mucho más que los 5-10 céntimos de un cuenquito de frutos secos o los 75 céntimos de un huevo frito. Esos pequeños detalles marcan la diferencia. 

3 comentarios en «La importancia de los pequeños detalles»

  1. Bien dicho!. Eso me ha recordado que el otro día fui a comprar un accesorio para mi bicicleta. Opté por ir a la tienda de barrio, por aquello del apoyo al pequeño comercio. Me atendieron el primer día estupendamente, quedamos en que volviera ésta vez con la bici para cerciorarme bien de la compra. Al día siguiente regresé con la bici, noté que su cara era más seria, no me importó, un día malo lo tiene cualquiera, al final compré la pieza. Me pidió 8,12 euros. Doy 8 euros, yo rebuscaba por mi monedero hasta encontrar los 12, él, inmune mirando mi trasiego en esa larga búsqueda… encuentro 10, que torpe, …al final encontré los dos últimos céntimos, se los dí, suspiró y me fui.no volveré. Como bien dices, los detalles son muy importantes, supongo que imagináis por qué…
    Saludos! 😉

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