Tres

Tres

TresEn mi cocina hay tres platos llanos, tres soperos y tres de postre. Tres cuencos para sopas/fideos. Tres Vasos anchos de sidra para los gintonics y tres manteles negros para la mesa, de esos de IKEA. Cubiertos si hay más, porque vienen en paquetes de 6, pero hace poco compré unos vasos anchos para tomar el Bourbóny a ver si adivináis cuantos compré: Premio, ¡¡3!!

Mi psicologa hubiera tenido mucho que decir al respecto. 3 es un mal número, sobre todo cuando se trata de relaciones humanas. Los triángulos siempre generan problemas. Siempre hay alguien que se siente excluido, dos que conectan más, alguien que queda un poco apartado. 3 nos es un buen número. Ya lo dice el refrán: Dos son compañía, 3 multitud.

Sin embargo yo asumo mi pequeña soledad y asumo que si alguien viene a casa será, casi seguro, una pareja. Porque casi todo mi entorno de amigos está formado por parejas y asumo que si vienen serán dos. Y yo, pues tres. No me da por prever que vaya a tener más compañía, que nos vayamos a juntar en casa dos parejas para comer. Tampoco parezco tener demasiado implantado en mi subconsciente la idea de la cena romántica para dos, aunque bien es cierto que es fácil quitar un plato del «triángulo». Sea como sea, mi vida doméstica parece estar orientada hacia la soledad o el triángulo. Y no es algo que haya premeditado, simplemente a la hora de hacer esas compras caían por su propio peso con esa lógica aplastante.

Tampoco me preocupa especialmente, aunque quizás debería hacerlo, no sé. En fin. Reflexiones veraniegas.

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