Romántico

Romántico

Pues si, sigo siendo un romántico, en el sentido mas amplio de la palabra. No solo en el sentido amoroso, sino aplicado a todo en la vida, a ese espíritu de bondad estúpida y tonta, ese sentido romántico de darlo todo por algo o alguien sin esperar nada a cambio. Y mira que tengo motivos, que me ha dado motivos la vida, para dejar de tener ese espíritu, pero sin embargo algo me sigue llevando a conservar bastante de eso.

Mira que me he llevado palos con la gente. Desde aquel primer «amor», mas allá de las novias de infancia, y que al tiempo descubrí que para ella no fui más que una rata de laboratorio, un experimento psicológico que me ha llevado, a día de hoy, a seguir odiando a los psicólogos. Pasando por mil palos en el trabajo, con compañeros que parecían muy amigos y muy colegas y que al final no eran mas que unos jodidos (y jodidas) trepas que solo quería utilizarme. O esos «amigos» del alma que estaban dispuestos a hacer lo que fuese por mantener nuestra amistad y que, a la primera de cambio, te dan la puñalada mas trapera del mundo. O incluso con esos primos/as o familiares en general, de esos que se llenaban la boca diciendo «que somos familia» cuando querían algo de ti pero que cuando tu necesitabas a «la familia», curiosamente estaban muy ocupados y ya no tenían ese elevado concepto de familia.

Y como esas, cientos. Porque uno nació el año que nacieron los 70. Y ya ha pasado de todo. Y si de algo te sirven todos esos palos es para hacerte callos en el corazón y que cada vez te duelan menos. Pero, pese a todo, sigo sintiéndome bastante romántico. Sigo creyendo, y practicando, en el valor de hacer las cosas como uno cree que es mejor, aunque se equivoque. Y si llega el momento de pedir perdón, pedirlo de corazón pero con la cabeza bien alta, con la tranquilidad de no haber obrado de mala fé, solo equivocadamente.

Y si ese hacer las cosas bien significa renunciar a algo por alguien, hacerlo sin dudarlo y sin esperar ni siguiera un gracias. Porque sigo confiando que hay gente así y que, sin yo saberlo, seguro que hay gente que ha hecho y hará cosas por mi sin que yo me entere y que me producirán algo bueno. Porque existe el equilibrio y la justicia. Y al final, como en las pelis cursis, los malos tienen que perder y los buenos son felices y comen perdices.

Lo se, no está de moda. Está más de moda lo que acabo de leer en este artículo que me ha llegado a través del twitter de @carmechaparro. Se lleva más vivir la vida sin principios, con el único objetivo de ser lo más rico posible, llegar lo más alto que puedas y no importarte los cadáveres que dejes por el camino. Pero por ahora, prefiero quedarme donde estoy, pertenecer a la enorme clase media del mundo (que ya de por si es una suerte estando las cosas como están) y mantener ese punto romántico.

Que si, que seguiré llevándome palos y desilusiones, Pero cada vez duelen menos y, sobre todo, se compensan con las alegrías que te llevas. A nivel personal, con un «gracias» inesperado o un reconocimiento inesperado por el trabajo bien hecho. Y esos detalles me siguen diciendo que merece la pena mantener este espíritu romántico.

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