El video comunitario

Anda el mundo de los videojuegos revolucionado últimamente. La piratería, ese mal tan denostado y que a la vez es considerado un aliciente para que los fabricantes se enriquezcan un poco mas vendiendo consolas. Porque hay que reconocer que el hecho de poder piratearlas es en muchos casos un factor determinante a la hora de que muchas personas compren una consola u otra.

En el mundo de las consolas, Playstation está considerada pionera en el tema de la piratería, siendo una consola que en muchos países tuvo un gran auge gracias al famoso chip que se le ponía y podías comprar los juegos en el rastro por mucho menos de lo que costaban en El Corte Inglés.

Como decía, anda el mundo videojueguil revuelto porque parece que por fin, después de 4 años en la calle, la Play 3 va a poder ser pirateada. Un gran logro para los piratas y algo que hará que mucha gente termine de decidirse a comprarse una. Porque no nos engañemos, mucha gente no ha pensado en comprársela porque luego tenía que gastarse 60-70 euros en cada juego y hay gente que prefiere tener 20 juegos y dedicar una hora a cada uno en vez de tener uno bien comprado y dedicarle las 20 horas que se merece.

Y a todo esto, seguramente haya quien se esté preguntando ¿Y que tiene que ver esto que me está contando el Dagarín con eso del «video comunitario»? Pues ahora veréis y os aviso que se trata de una historia de estas de abuelo cebolleta, jeje. El tema es que pensando anoche en mi insomnio casi permanente en estas cosas de la piratería, mis primeras copias piratas de juegos de Commodores 64 en cinta y tal, y pensé que los seres humanos, y especialmente en España, somos muy pillos. Siempre andamos buscando como ahorrar cuatro duros. Parece que la piratería se acaba de inventar con esto de Internet, las redes P2P y las tecnologías digitales. Realmente creo que lo único que han conseguido estas cosas es «democratizar» la piratería, en cierto modo evitando que unos cuantos desalmados se lucren con el trabajo de otros. Los que tengáis mas de 20 años recordaréis cuando el único dispositivo para ver películas en casa eran los videos, la lucha entre el Beta y el VHS (el VCR2000 apenas llegó a dar un par de tortas en esa lucha antes de caer) y, sobre todo, el boom de los videoclubs. Esos sitios ya prácticamente extintos donde podías ir a alquilar tu cinta de video, mas quemada que la pipa de un indio, para ver cutremente cualquier película.

Los de mas de 20 años recordaréis que era pasar por una acera y encontrar 3-4 videoclubs. Mas grandes pero sobre todo muchos pequeños. Recuerdo que en mi barrio incluso alguna zapatería puso algunas estanterías con películas para alquilar. Era el boom. Cogerte 3-4 películas el sábado y pasarte el fin de semana viéndolas en familia. Incluso devolvías alguna sin ver porque las ofertas llegaban a ser incluso «el sábado, alquila 5 y llévate 7» y cosas así (os aseguro que no exagero, uno de mi barrio tenía ese cartel).

El caso es que llegó el momento en que estos videoclubs también tenían su estantería «oculta», normalmente bajo el mostrador, lejos de la vista de la gente y a la que solo teníamos acceso los socios(si, había que hacerse socio y te daban un carnet y número de socio y todo). Allí tenían las películas en primicia, las que todavía estaban en el cine. No me preguntéis por que, pero recuerdo especialmente el día en que, tras pasar la correspondiente lista de espera y llegarme el turno, me dieron una cinta TDK con las palabras E.T. escritas a rotulador negro en la pegatina de la cinta. Si, era una copia pirata, era lo que hoy en las páginas de descarga se llaman screeners. Un tipo que se había colado en el cine con su cámara, que tiene mérito porque las cámaras de entonces valían una pasta y eran unos monstruos impresionantemente grandes, y había grabado la película directamente, la imagen sobre la pantalla del cine, con el sonido de la gente, con personas pasando delante de la cámara, ruído de palomitas y gente aplaudiendo.

Eso también era piratería, si señor, muy artesanal y cutre, pero piratería. El problema para que esto no se llegara a extender tanto era el soporte: analógico. Cada copia que hacías de la cinta sufría una irremediable pérdida de calidad. Así, lo de hacer 500 copias era complicado y lo de distribuirlas pues era totalmente manual. Además, quien hacía estas copias quería, por supuesto, un beneficio, así que estas copias cutres se vendían sólo a videoclubs que, por supuesto, te cobraban por ese alquiler lo mismo, o incluso mas, que por una película legal y con calidad decente. Lo que uno ganaba con eso era que por el precio de un alquiler, mas barato que una entrada de cine, lo veíamos en casa 5-7 personas, con palomitas compradas en la tienda de ultramarinos de la esquina (me enamora la expresión «tienda de ultramarinos», me parece mágica). El ahorro económico era obviamente considerable.

Pero claro, siempre queremos mas, siempre queremos ser mas pillos y mas listos que los demás y que las cosas nos salgan incluso mas baratas. Así que alguien se inventó el concepto de Video Comunitario. En mi comunidad (en la de mis padres, claro, hablo de hace mucho) hubo video comunitario. ¿Y que era eso del Video Comunitario? Pues una idea genial que a alguien se le ocurrió algún día y que corrió como la pólvora. En los bloques donde había una antena comunitaria que repartía la señal para todos los vecinos, la comunidad compraba un video con el fondo común. Un video normal y corriente, como el que se podía comprar en una casa. Claro, en las casas que se pudiera, porque en aquella época un video podía costar el sueldo integro de un padre de familia de 2-3 meses como poco. Como muchos vecinos no tenían, pues se compraba uno para todos los vecinos y alguien se dedicaba a alquilar una película, de nuevo con el fondo común y a subir a una hora de la noche a poner la película para que todos pudiéramos verla sin pagar un duro.

Digamos que la mínima expresión de una televisión local, una especie de televisión comunitaria. Incluso el presidente colocaba en el tablón de anuncios la hora y la película que iba a poner cada noche, para que todos estuviéramos atentos. Se que hoy en día suena ridículo. Hoy en cada casa ha varias televisiones, suele haber incluso mas de un reproductor de DVD, grabador, video o lo que sea. Son electrodomésticos muy asequibles, al alcance de casi cualquiera. Muchos pueden bajar películas de internet y, los que no pueden, las piden a los que si pueden bajarlas. Hoy si algo nos sobra son vías de conseguir productos audiovisuales de manera gratuita, pero en aquella época era mucho mas complicado y los vídeos comunitarios se convirtieron en la mejor forma de acceder a unos contenidos a los que muchos no tenían acceso porque no podían comprarse un video.

No podían o no querían, porque insisto en la idea inicial: España es un país de pillos y aquí la gracia suele ser conseguir lo mas posible y sin que te cueste un duro, así que si tu podías ver la película gratis porque la ponían en tu «video comunitario» y tu cuñado tenía que pagar para alquilarla, pues por supuesto que tu cuñado quedaba como un pringadillo y tu vacilabas de las maravillas de tu video comunitario. Porque mira que nos gusta vacilar y dejar a los demás de pringadillos por pagar por algo.

4 comentarios en «El video comunitario»

  1. Muy bueno tu post. Me ha traído muchos recuerdos de la infancia. No se si tú te acuerdas del canal de pago Procono, que emitía las películas que estaban para alquiler directamente. Recuerdo haber visto así Rambo (Acorralado 2), ¡¡¡que duro era Sylvester Stallone por aquella época!!!.
    Somos ya viejos amigo, hace tiempo que pasó nuestra primera juventud pero que buena fue, y cuantas anécdotas nos dio para poder recordar ahora.
    Creo que las nuevas generaciones de españoles «pillos» no se dan cuenta de lo que mucho que tienen. Nosotros con mucho menos fuimos bastante felices y muy creativos.

    Nos vemos mañana campeón. Sigue así.

    P.D. He conseguido arreglar el ordenador sin formatearlo, espero que dure.

  2. Me alegra que te haya gustado y que hayas arreglado el ordenador sin recurrir a los enlaces que te dejé 🙂

    Es cierto que las nuevas generaciones no tienen ni idea de lo que tienen, pero ni la mas remota. Tienen el mundo a su alcance con un par de clicks. Todo lo que quieran. Y no hablo solo de los niños, hablo de gente incluso de veintitantos que se han criado con eso. Pero es ley de vida. Mis padres también me decían siempre eso a mi, que ellos había vivido una postguerra 🙂

    Saludos.

    PD: En mi casa sigue habiendo Procono, jajaja. Aunque ya tampoco es lo que era, ahora es una empresa «seria».

  3. He disfrutado con este post. Te agradezco que lo escribieras. Por cierto, yo tengo actualmente procono, y en su día tuve un videoclub…no es broma…:)

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